Cuando en agosto de 2007 se
inició la crisis económica, nadie pensó que España terminaría siendo un país
tutelado por la Unión Europea. En abril 2012, la única manera de evitar el
colapso financiero era cumplir las exigencias impuestas por Berlín. Dos años
antes, el 10 de mayo de 2010, estuvimos a punto de ser intervenidos. Zapatero
lo evitó in extremis a cambio del
primer ajuste social de la democracia hasta entonces. Pero aquellos sacrificios
resultaron insuficientes. El 4 de agosto de 2011, el Banco Central Europeo
envió una carta confidencial al gobierno en la que le exigía ocho durísimas
condiciones para seguir suministrando liquidez. Zapatero y Rajoy pactaron una
modificación urgente y exprés de la constitución, que cristalizó en los
primeros días de septiembre. Tras las elecciones de noviembre de 2011, el
político gallego se convirtió en el presidente del gobierno con más poder en la
democracia española gracias a su mayoría absoluta, pero con menos margen de maniobra
que ninguno de sus predecesores. Las grandes decisiones venían impuestas desde
Bruselas.
Mariano, la crisis ha traído el principio de incertidumbre a nuestras vidas, las dudas del día a día.
Sí, nos hemos pasado la vida
ahorrando para guardar un dinero sin riesgo alguno y ahora la realidad es que
hay una deuda enorme y que el estado no te garantiza nada.
Y eso ¿por qué?
Un economista americano, premio
nobel, me dijo que se va a producir un nuevo boom económico porque hay ideas,
tecnología y dinero, cuarenta y tres trillones de dólares, en las cajas
fuertes, pero que falta la confianza. No se presta dinero a nadie porque no se
sabe si lo van a devolver. El dinero es como la sangre en el cuerpo humano y si
no circula, todo se acabó. Tenemos miedo al miedo y mientras lo tengamos esto
no saldrá adelante.
La economía se ha convertido en el centro de nuestro día a día. Todos
hablamos de economía una ciencia que no conocemos demasiado bien.
Todo el mundo tenemos idea de
economía, de la economía doméstica y de la del país. Si uno gasta más de lo que
gana quiebra y, a partir de esa situación, ha de buscar una solución y pedir
dinero a los bancos. Si el jefe de la familia tiene sentido común la cosa
marchará bien, pero si es un vaina, irá mal. Y eso es lo que nos ha ocurrido.
Y ¿en qué consiste
exactamente el caso español?
Nosotros teníamos nuestro sueño,
igual que los americanos tienen el suyo. El sueño español consistía en tener
una casa, unos ahorros, un coche, éramos la tierra de oportunidades para los
emigrantes que vinieron aquí buscando la suya. Quisimos superar a Italia en
renta per cápita y, de alguna manera, liderar los “Estados Unidos de Europa”. Y
eso se ha ido a hacer puñetas. ¿Quién lo ha roto? Los políticos. Tanto Aznar
como Zapatero quisieron perpetuarse en el poder. ¿Cómo lo hicieron? A través de
una burbuja inmobiliaria que creó empleo, un empleo abundante pero sin valor
añadido alguno. Lo que ha ocurrido con el sector inmobiliario, con los
constructores, con Madrid y Valencia no tiene nombre. Siete de las diez grandes
fortunas del país introdujeron capital en la construcción porque se ganaba
mucho dinero y cuando las cosas vinieron mal dadas, se lo llevaron.
¿Tanto dinero procedente de nuestro país hay fuera de España?
Según me comentó Luis de Guindos,
se calcula que en Suiza hay sesenta y cinco mil millones de euros. Y eso es
completamente legal, porque te puedes llevar el dinero a donde quieras, pero si
tú no confías en tu propio país, ya me dirás lo que pensarán los demás. Los banqueros
financiaron la fiesta, sobre todo a través de las cajas de ahorro, se pusieron
unos sueldos y unos fondos de pensiones espectaculares. La avaricia ha roto
nuestro sueño. Todos hemos votado a gente corrupta a pesar de que sabíamos que
lo eran porque nos concedían créditos que nos permitían vivir por encima de
nuestras posibilidades. Mira, esto es como una fiesta. A la una de la madrugada
sabemos que si seguimos bebiendo cogeremos una castaña, pero ¿quién es el
aguafiestas que corta, se lleva la música y apaga la luz? Es muy difícil.
Además del evidente aspecto económico, ¿la crisis no resulta un
magnífico pretexto para introducir recortes democráticos en nuestro sistema
político?
Lo cierto es que el destino de
España no está en nuestras manos, ni en las de ningún partido, sino en las de
Bruselas, en las del BCE. El BCE tiene que pedir permiso para todo a Alemania,
que representa el treinta y dos por ciento de su capital. Me decía un político,
que una buena crisis como esta no se puede desaprovechar para hacer de “todo”.
Pero ¿qué entendemos por “todo”? El otro día alguien comentó que había que
votar un referéndum para cambiar la constitución y eliminar el estado de las
autonomías. La crisis del petróleo nos sirvió para acabar con el franquismo y
los franquistas ahora es como si nos quisieran devolver la pelota. Es un
momento delicado, un momento de ajuste en el que hay una crisis institucional.
Después de treinta y seis años de régimen democrático tenemos que reconducir la
situación, eso es cierto, pero aprovechar para tumbar las autonomías es
peligroso porque podríamos ir directos al enfrentamiento civil. En siete meses
de gobierno, el rechazo a Rajoy es el mismo que el que sufría Zapatero en 2009.
La crisis se ha llevado por delante muchas cosas.
¿Estamos ante la III Guerra Mundial?
En el fondo esto es la III Guerra
Mundial, sin cañonazos, pero con los alemanes otra vez como protagonistas. Alemania
siempre quiso dominar Europa y tras su fracaso en las dos primeras guerras
mundiales lo intentan de nuevo ahora. Pero hay otros factores. La globalización
ha hecho imparable que China aparezca como una potencia emergente. La crisis lo
ha acelerado todo y China, hagamos lo que hagamos, pronto será la primera
potencia mundial. Y eso es peligroso porque allí hay una dictadura y cuesta
mucho aceptar que una dictadura en lo político y el libre mercado en lo social
sea lo ideal. Antes el mundo estaba dividido en tres cubetas: agua fría,
templada y caliente. Nosotros estábamos en la caliente, que consumía el ochenta
y cinco por ciento de la energía mundial y, para acallar conciencias, les
dábamos el cero coma siete por ciento a los demás. Ahora las cubetas se han
conectado y las aguas se están templando. Ser rico o pobre ya no viene
determinado por tu lugar de nacimiento, sino por los avances y serás rico o
pobre por ti mismo. Es preciso competir con los demás.
Intentemos encontrar algún resquicio positivo a la situación actual, ¿qué
tipo de personas pueden despuntar en tiempo de crisis?
Este es un tiempo bueno para la
gente que tiene olfato, que tiene sentido de la oportunidad y que está provista
de los medios necesarios. Pero han de unirse ambas cosas: olfato y medios. La
crisis la aprovechan quienes carecen de sentido del riesgo, los que se lanzan.
Ahora mismo hay quien compra deuda barata para luego revenderla más cara. Es
arriesgado pero funciona. Iberdrola y los bancos están a buen precio porque
España está enferma. Trump dice que esto es un chollo. Nosotros, tú y yo, no
vamos a aprovechar la crisis, porque no tenemos dinero, pero el que lo tiene,
dentro de tres años se va a forrar.
En ‘Los días que vivimos peligrosamente’ habla de que en Europa piensan
que no seremos capaces de soportar esta situación porque nuestra democracia
todavía está poco arraigada.
La prioridad de la gente son las
necesidades básicas como comer. Juan Luis Cebrián afirma que si vuelve el
hambre a España la democracia nos importará una higa. Y es cierto, como lo es
también que todos tenemos ahora que encontrar zonas de entendimiento. El
gobierno, al menos formalmente, defiende que no nos intervengan. Si Rajoy se
desgasta y nos intervienen, arrasaremos al gabinete que ha tenido el mayor
poder político de la democracia española hasta el día de hoy. Es casi una
paradoja, porque nos convertimos en un estado de excepción, es casi como un
golpe de estado incruento. Y si cae Rajoy la única alternativa sería Aznar,
pero está claro que cuenta con un rechazo muy fuerte de una parte de la
sociedad española. Rajoy y Rubalcaba han de alcanzar un entendimiento para los
temas importantes como la reforma financiera, la justicia y la corona, porque
se va a producir una sucesión y tendremos que estar todos de acuerdo. El
problema de las autonomías y la crisis institucional han de solucionarse a través
de pactos. Una parte de España no puede imponerse a la otra.
Volvamos a los recortes, independientemente de lo que opine Europa de nosotros,
¿realmente estamos preparados para soportar los recortes?
Nuestros padres estaban mejor
preparados que nosotros para pasar estrecheces y nosotros mejor que nuestros
hijos. Yo he vivido cinco recesiones y todavía
recuerdo que en los años sesenta jugábamos al fútbol con porterías hechas con
dos piedras. Los recortes nos van a
molestar mucho y aunque no ha habido revueltas, creo que las veremos pronto.
¿Qué significa exactamente para el hombre de la calle el término
rescate?
El país es como una empresa. Tú
tienes una empresa y no puedes pagar tus créditos. Puedes cerrar o pedir otro
crédito a otra entidad. Esta entidad te lo concede y te envía un interventor.
El empresario, ahora, ya no manda y el objetivo del interventor es recuperar su
préstamo, es decir, lo que la empresa le debe, sin importarle las medidas que
tenga que tomar por duras que sean: recortes en sanidad, en educación,
eliminación de alguna paga extra... La intervención significa que ya no puedes
vivir como antes, que hay que pagar lo que se debe. La buena noticia que tiene
España es que no somos Zambia y que, si nos quitan el treinta por ciento,
podremos continuar viviendo en el primer mundo, aunque es jodido, claro.
¿El año 2013 será mejor o peor que 2012?
España sigue engordando el
déficit. Todavía no hemos rebajado la deuda y eso habrá que solucionarlo en
2013. ¿Cómo? Pues a base de subida del precio de la gasolina, de los impuestos,
de la instauración del euro sanitario... El ajuste será brutal aunque si nos
intervienen la cosa todavía será peor.
La última: la crisis de 1929 dio origen en literatura al
género negro, ¿la actual va a crear un género literario nuevo?
En tiempos de crisis la gente
deja de leer los periódicos y de ver la televisión. Necesita reírse y ver cosas
que le distraigan. Nos creamos un mundo propio. Están apareciendo autores que
escriben novelas para jóvenes que recrea ese mundo de sueños que necesita la
juventud. Por otro lado, hay libros como los de Eduardo Punset y de su hija,
Elsa, en los que se recurre a la ciencia para explicar que la situación no es
tan mala.
SOBRE EL AUTOR
Mariano Guindal (Madrid, 1951) es uno de los periodistas económicos de mayor prestigio y mejor informados de España. Ha sido testigo excepcional de la Transición y ha trabajado en las agencias Colpisa y LID, en las revistas Guadiana, Cambio 16 y Panorama, y en Diario 16, aunque la mayor parte de su trayectoria profesional ha discurrido en La Vanguardia, donde ha sido redactor jefe de Economía y editorialista. Entre los premios recibidos por su labor destacan el Vodafone de Periodismo (1999) y el Schroders de periodismo económico y financiero (2007). Su anterior libro, ‘El declive de los dioses’, escrito en colaboración con su compañera profesional Mar Díaz-Varela, ha sido bestseller en su género y se ha convertido en una obra de referencia para entender la Transición económica española. Ahora presenta ‘Los días que vivimos peligrosamente’, editado por Planeta, en el que analiza la situación de crisis que vivimos en nuestros días.