«Año 1284, cae la noche en la ciudad medieval
más bella del mundo. Poderosas montañas y murallas inexpugnables la protegen de
los reinos que la rodean. Entra y camina por sus estrechas calles, por sus
empinadas cuestas y sus asombrosos rincones. Siente el frío. Escucha los
rumores acerca de las inexplicables muertes que se están sucediendo, de los
secretos que esconden los gremios. De la peligrosa mujer encerrada en las
mazmorras. Las puertas se cerrarán pronto. Corre. Una noche más, nadie podrá
escapar de la ciudad». Así reza la contraportada de ‘La ciudad’, la nueva
novela de Luis Zueco asentada en Albarracín y publicada por Ediciones B, con la
que el escritor aragonés continúa en su empeño de mostrarnos la Edad Media como
un gran friso dividido en tres partes. La primera entrega fue ‘El castillo’ y
la próxima, que culminará su proyecto, se titulará ‘El monasterio’. La sociedad
militar, la urbana y la monástica, tres pilares básicos, tres iconos como los
define el propio autor en la entrevista, sobre los que se sustentó la vida
medieval. En una fría tarde casi invernal, conversé con Luis Zueco de todo ello
en la cafetería del Hotel Vincci Lys de Valencia.
Luis, continúas
con el género histórico del que últimamente se publican muchas obras en España,
¿vivimos la edad dorada de la novela histórica?
No cabe duda de que actualmente hay muchos
escritores de ficción histórica. Según las últimas encuestas publicadas, es el
género que más demandan los lectores junto con la novela negra. Desde luego
existe mucho interés por este tipo de obras.
¿Qué crees que busca el lector en estos
libros?
Unos lectores buscan que el autor les explique
exactamente lo que pasó, pero de un modo más ameno, y otros se interesan por un
momento histórico determinado y quieren que se les cuente lo ocurrido con una
trama potente. Y eso es lo difícil, porque casar la realidad con la ficción es
algo complejo de lograr, son conceptos que chocan.
¿Y en qué radica
esa dificultad para fusionar los dos géneros?
La dificultad radica en que son dos géneros
contrapuestos en el ritmo. La novela histórica necesita tiempo, porque hay que
recrear la época para introducir al lector en el ambiente preciso, mientras que
en el thriller ocurre lo contrario, ya que ni siquiera es relevante el lugar
donde transcurre la historia porque lo que importa es la acción. Creo que he
sabido mantener la esencia de la novela histórica mezclándola con una acción
arrolladora, especialmente en determinados pasajes del texto, y he utilizado
los personajes de ficción para conocer a los de verdad a través de sus
opiniones.
¿El público
intenta llenar con estas lecturas sus propias lagunas históricas?
Descaradamente que sí y eso dice muy poco en
favor de la educación que hemos recibido. Si un lector ha de buscar eso en la
ficción, es que algo falla. Tengo amigos que me han dicho que en una novela
histórica han aprendido mucho más que con un libro de historia.
Y tu objetivo
concreto cuál es: ¿simplemente entretener o también describir cómo era la vida
dentro de una ciudad amurallada?
Yo busco entretener y sobre todo levantar
interés. Intento que el lector viaje en el tiempo, que sienta realmente una
época, que no es lo mismo que impartir una clase de Historia. Para conocer la
Edad Media no es tan importante saber qué rey gobernaba o qué batalla se
produjo, sino contar cómo vivía la gente, algo que no nos explicaban en el
colegio. Luego he tratado de sorprender a través de giros y sorpresas de la
trama y, una vez leída la novela, si le ha interesado, el lector puede localizar
documentación o ensayos más específicos o incluso viajar a los lugares que cito
para conocerlos.
‘La ciudad’ es la segunda parte de una
trilogía, ¿las dos novelas publicadas hasta ahora admiten lecturas
independientes?
Son totalmente independientes. Más que de una
trilogía yo hablaría de una colección de tres novelas, en las que trato de
mostrar la Edad Media a través de tres iconos: castillo, ciudad y monasterio.
Se trata, además, de una época amplia y compleja, porque el siglo XI no tiene
nada que ver con el XIV y por ello esta estructura resulta indispensable para
explicar este momento histórico.
¿Cuál fue la
primera imagen o la primera frase que dio origen a la escritura de esta novela?
Imaginé el asedio a una ciudad, elaboré un
ranking de asedios y me puse a buscar. Necesitaba uno que me permitiera jugar
con la trama y encontré éste de Albarracín, de cuatro meses de duración, que
empezaba en primavera y concluía a finales del otoño y comienzos del invierno.
Más que de las defensas de la ciudad, me preocupé por lo que sentían los
personajes que la habitaban y que vivían sus vidas al margen del asedio en sí.
¿Qué significó
para le Edad Media la consolidación de grandes ciudades?
La aparición de las ciudades significa el cambio.
El Imperio Romano cayó porque la gente se cansó de las urbes y se fue a vivir a
las villas rurales. Los godos mantuvieron este estatus y el sistema feudal se
basó también en la explotación agrícola. Con la llegada de la ciudad se asentó
el comercio y la Edad Media se abrió para sentar las bases de lo que sería la
futura Edad Moderna. Las ciudades son el principio del fin del periodo
medieval.
Antes has citado
ya la ciudad de Albarracín: ¿por qué la escogiste como escenario? ¿Quizá por
sus murallas?
Todas las ciudades de entonces eran
amuralladas, pero no todas se conservan en tan buen estado como Albarracín, que
se encuentra prácticamente igual que en la Edad Media. La escogí porque en el
siglo XIII era un enclave situado en medio de Castilla y Aragón, dos
superpotencias de la época, y era un estado completamente independiente, que
solo tenía relación con Navarra pero no de vasallaje. Se trataba de un lugar
muy importante, porque podía caer del lado castellano, del navarro, del aragonés
o incluso del francés y, además, era un territorio rico y militarmente capaz de
atacar a cualquiera de sus vecinos.
Albarracín fue
conquistada por Pedro III, ¿por qué era importante su conquista para él?
Pedro III el Grande, rey de la Corona de Aragón,
que estaba excomulgado tras la conquista de Sicilia, decidió tomar Albarracín
porque el papa había decretado una cruzada contra él y, en cualquier momento,
Francia o el propio estado independiente de Albarracín podían atacarle
estableciendo un doble frente, norte-sur, muy peligroso para su reino, sin
olvidar que la propia Castilla también podía asediar y ocupar Albarracín. Fue
por ello que Pedro III decidió quitarse un problema de encima y acometió su
conquista.
Por lo que
comentas, ‘La ciudad’ es otro ejemplo de la lucha entre cristianos durante la
Edad Media, ¿la Reconquista está lejos de parecerse al avance lineal, y bien
avenido, que nos enseñaron en el colegio?
A estas alturas, creo que eso ya lo tenemos
claro todos. Albarracín, en realidad, fue una pequeña taifa que, primero,
perteneció al Rey Lobo de Murcia, un musulmán, quien se la dio al señor
cristiano de Navarra, con lo que les creó un grave problema a los vecinos limítrofes.
Es verdad que en el siglo XIII la idea de la Reconquista ya estaba encauzada (Aragón
apoyó a Castilla en muchas de sus conquistas) y que comenzaba a verse claro que
había que tomar Granada, pero los enfrentamientos entre los reyes cristianos fueron
continuos. No podemos olvidar que también el papa, que era francés por aquel
entonces, intervino en estos asuntos como un político más.
La narración
arranca con frío: «el viento de la sierra helaba todo a su paso; se introducía
hasta lo más profundo de los huesos de aquel fornido hombre de barba espesa…».
El frío tiene gran importancia en el desarrollo de la obra, ¿por qué?
El frío es esencial en la novela. En
Albarracín hace mucho frío y sus pobladores y defensores sabían que era difícil
tomar la ciudad. De hecho, ya habían sido asediados por Jaime I quien, al
llegar el invierno, tuvo que levantar el sitio. La ciudad había de ser rendida
por hambre, porque sus defensores se encontraban bien resguardados tras sus
murallas y contaban con la ayuda de la climatología. El frío era una defensa
más.
A la hora de
rendir una ciudad, ¿existía algún tipo de protocolo militar para conquistarla?
Había ciertas pautas que se seguían. La
primera era rodear completamente su perímetro para impedir la llegada de
suministros. La segunda era conquistar todas las fortificaciones del cinturón
externo de la ciudad y la tercera tomarla al asalto, cosa habitualmente
difícil, o rendirla por hambre. Por otro lado, era necesario atacar el bastión
constantemente para desgastar a los defensores y minarles la moral. Los sitiados
debían sentir el miedo, lo que conseguían con las catapultas que se encargaban
de hostigar a los asediados.
En el libro escribes
también sobre la magia que, por aquel entonces, se practicaba habitualmente, ¿para
qué servía la magia en el siglo XIII?
En la novela hablo de la alta magia, entonces
no había brujas, que llevaban a cabo magos que eran realmente sabios, ya que
poseían conocimientos de matemáticas y astrología. En teoría, los magos podían
provocar cambios en el destino y los llamaban para eso. Por un lado, los reyes
rezaban misas, que era el modo establecido oficialmente para pedir cosas, pero,
por otro, también requerían sus servicios para que les preparasen talismanes
que les permitirían alcanzar sus objetivos. Los talismanes se fabricaban con
materiales especiales y mediante procedimientos muy complejos, todo un ritual,
que solo muy pocas personas y muy preparadas conocían. No se trataba de
amuletos de la buena suerte, sino de objetos elaborados para fines específicos.
Pasemos ahora a la
voz narrativa. Has escogido la tercera persona, ¿por qué?
Sí, la primera persona no me gusta mucho,
prefiero narrar en tercera. Sí es cierto que, en algún momento, pensé en dotar
a algún personaje de voz propia, pero desistí. Al utilizar la tercera persona,
no hay un protagonista claro y el lector no se identifica con ningún personaje
concreto.
¿Hablamos entonces de una novela coral?
Efectivamente, en el género de la novela
histórica escribir una novela coral resulta muy útil, porque te permite ver la
historia desde muchos puntos de vista distintos: un religioso, un noble, un
campesino… Te da mucho juego y creo que, especialmente en esta época, funciona
muy bien.
Alfonso X el Sabio
ocupa un lugar importante en ‘La ciudad’, te fascina mucho como personaje, ¿qué
te atrae tanto de él?
Me gusta mucho leer sobre los reyes, porque a
veces tenemos imágenes contradictorias suyas. Culturalmente, Alfonso X fue un
fenómeno, que concedió una gran importancia a la magia de la que hablábamos
antes, estaba obsesionado con ella, pero
en la política fue todo lo contrario. Y lo mismo ocurría con Jaime I, que fue
un gran guerrero, un gran conquistador, pero políticamente fue otro desastre
porque a su muerte dividió la corona en dos.
La última por hoy:
«No todas las verdades son para todos los oídos», esta frase procede de ‘El
nombre de la rosa’ de Umberto Eco y la incluyes en el arranque de la novela.
Cuentas, además, que sentiste mucho su muerte, ¿qué significa Umberto Eco para
Luis Zueco?
Estaba terminando de escribir ‘La ciudad’ cuando
falleció Umberto Eco, algo inesperado. La aparición de ‘El nombre de la rosa’
lo cambió todo y mostró que dentro del género histórico se podía hacer muchas
cosas. Es una novela fantástica, que admite tres o cuatro lecturas distintas, y
eso es algo muy difícil de conseguir. A mí Eco me marcó con fuerza y su muerte
significó un shock, tanto que incluso cambié alguna cosa del libro para que también
pudiera tener una segunda o una tercera lecturas en homenaje suyo.
SOBRE LUIS ZUECO
Luis Zueco (Borja, 1979) es novelista, historiador, investigador y fotógrafo. En la actualidad se ocupa de dirigir el Castillo de Grisel, fortaleza medieval convertida en hotel con encanto. Además, es ingeniero industrial, licenciado en Historia y máster en Investigación Artística e Histórica, miembro de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, vicepresidente de la Asociación de Amigos de los Castillos de Aragón y colaborador, como experto en patrimonio y cultura, en diversos medios de comunicación. Su novela ‘El escalón 33’ recibió la Mención de Honor en el Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza 2012, el Premio al Mejor Thriller Histórico 2012 de la web Novelas Históricas y fue seleccionada en el I Certamen de Novela Histórica Ciudad de Úbeda. Es autor así mismo de la guía ‘Castillos de Aragón: 133 rutas’, y de las novelas históricas ‘Tierra sin rey’ y ‘El Castillo’, con la que inició su trilogía sobre la Edad Media.
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