Nº 584.- En el año 1539, abatido por la
muerte de su esposa Isabel de Portugal, el emperador Carlos de Austria se
encerró en un convento y se aisló del mundo. Sus enemigos, no obstante, no
descansaban y amenazaban sus dominios: la ciudad de Gante se rebeló, los turcos
avanzaban hacia Europa, los protestantes cuestionaron su autoridad y Francia y
el papa le fueron hostiles. Carlos V reaccionó y, con los tercios viejos como
fuerza de choque, consiguió importantes victorias que lo encumbraron como dueño
de medio mundo. En los últimos días de su vida, se retiró al monasterio de
Yuste, donde moriría sumido en la melancolía y sus recuerdos. Con ‘Los
Austrias. El dueño del mundo’, editado por Planeta, tercer y último volumen dedicado al soberano
habsburgués, José Luis Corral (Daroca, 1957) pone punto final a este trabajo
que le ha ocupado los últimos cuatro años de su carrera como novelista. En una
reciente visita a València, resguardados del calor reinante por los muros de
uno de los salones del Museo L’Iber de Soldaditos de Plomo, pudimos conversar
durante un rato, que supo a muy poco la verdad, sobre esta nueva novela suya.
Escuchar a José Luis Corral es asistir a una clase de Historia, esa materia que
tanto le apasiona como docente y como novelista.
José Luis, con ‘Los Austrias. El dueño del mundo’ cierras tu trilogía
sobre Carlos I, ¿esta obra molesta o puede molestar a alguien?
Desde luego, no creo que moleste
a quienes hace quinientos años protagonizaron los episodios que relato en los
libros [risas], pero lo que tengo claro es que yo, por ser políticamente
correcto, no me voy a cortar nada con gente que tiene una idea errónea sobre la
Historia. Lo que he contado son acontecimientos debidamente documentados a los
que les he añadido el toque literario que toda novela histórica ha de tener. Sé
que a algunos, sobre todo a ese
ultranacionalismo españolista que nos empieza a invadir, protagonizado por Vox
y algunas derivas del PP y Ciudadanos, les puede molestar, pero no me importa.
En la primera novela de esta trilogía ya desmonté ese pannacionalismo
españolista, que pretende llevar el origen de España hasta los Reyes Católicos.
A comienzos de 2019, Geoffrey Parker publicó una monumental biografía
sobre Carlos I y pocos meses después has concluido tu trilogía sobre su persona,
¿es 2019 el año de Carlos I?
[Risas] No me he puesto de
acuerdo con él, ha sido pura coincidencia. Imagino que lo ha hecho, porque se
trata de su personaje favorito. Parker se ha pasado media vida trabajando sobre
él y ha publicado su biografía en el momento en que se cumple el centenario de
su proclamación como emperador. Una conmemoración, por cierto, que está pasando
muy desapercibida.
Carlos I inauguró la dinastía de los Habsburgo en nuestro país y Carlos
II la cerró, ¿cuál fue su gran aportación a la monarquía hispana?
En realidad, la saga empezó con su
padre, con Felipe El Hermoso, pero estuvo muy poco tiempo. Los Habsburgo tenían
muy claro un concepto fundamental en política: el linaje es lo más importante.
Todas las mujeres de la familia estaban perfectamente educadas para servir a su
familia. Cuando Carlos I envió a sus hijas, a sus hermanas o a sus tías para
casarse con príncipes de otros países las estaba utilizando. Sin ir más lejos,
a su hermana mayor la casó con Francisco I, que además de ser su enemigo, era
un canalla, un mentiroso y un traidor. Es verdad que esto puede sonar un poco a
mafia y que a ojos de hoy es una barbaridad, pero fue así. También tenían muy
claro que ellos formaban parte de un linaje destinado a construir un gran
imperio y, por tanto, tenían que convertirse en la primera familia del mundo. Y
por supuesto lo consiguieron porque construyeron un imperio enorme.
¿Qué tipo de gobernante fue Carlos I?
Carlos I fue el último caballero
medieval. Él es el rey, el emperador, el propietario natural del territorio y
hasta la llegada de los Borbones mantuvo una estructura política absolutamente medieval. De hecho, él
se autodenominaba rey de Castilla, de Aragón, Conde de Barcelona, etcétera.
Cada territorio disponía de sus propias cortes, fueros, leyes y monedas.
Conforme avanzó el centralismo durante los siglos XVI y XVII se recortaron un
poco estos derechos, pero los territorios mantuvieron su autonomía.
Y ¿qué modelo de gobierno llevaron al Nuevo Mundo?
Especialmente con Cortés, que era
una persona culta que ya participó como soldado en la toma de Granada, y con
Pizarro, los españoles llevaron a los territorios americanos los mismos
preceptos que animaron la Reconquista. Las cartas de Hernán Cortés al
Emperador, en las que le informa de sus progresos, reflejan esa idea de
continuidad. Buscaban cristianizar, pero al mismo tiempo querían que se
mantuviera la idiosincrasia de los pueblos indígenas. Y creo que lo
consiguieron porque, cuando los españoles abandonaron las colonias a lo largo
de toda Sudamérica habían fundado 47 universidades, a las que podían acudir los
indígenas. Si lo comparamos con los ingleses, ellos no fundaron ni una sola
universidad sus colonias, sin embargo, la Leyenda Negra recayó sobre los
españoles.
Acabas de citar la Leyenda Negra de la conquista de América, algo sobre
lo que se ha escrito mucho, ¿la Leyenda es cierta o estamos ante una mentira?
Bueno, las noticias falsas, las «fake
news» que ahora están tan de moda, siempre han existido. Los faraones egipcios
ya las usaban en su beneficio. Cuando Ramsés II volvió a su país, tras haber sido
derrotado por los hititas en la batalla de Qadesh, hizo que sus escribas
tallasen en Karnak y Luxor imágenes de la batalla, pero todo lo que allí se ve
es falso. Esto, como digo, es algo que se ha hecho siempre. Los españoles nos hemos
tirado piedras sobre nosotros mismos. No disponemos de textos de los indígenas
americanos sobre nuestra conquista, porque lo que tenemos son atavismos
escritos cincuenta años después por personas que transcriben en español lo que
les contaron sus abuelos y, aunque es un documento histórico, no sé si se puede
utilizar como prueba documental.
Después de impartir clases de Historia en la Universidad de Zaragoza
durante más de cuarenta años, tras escribir esta trilogía ¿ha variado tu
opinión sobre Carlos I?
Sin duda que sí. El historiador
no quiere entender demasiado el perfil humano de los personajes. Existe una
idea clara del imperio, de la figura y de la trascendencia política de Carlos I,
pero el aspecto humano es casi anecdótico y se centra en unos pocos detalles:
que tenía gota, que estaba muy enamorado de su esposa y poco más… En la novela,
respetando la documentación, lo que he intentado es comprender qué había detrás
de todo eso: sus enfrentamientos, sus miedos, sus venganzas, su inocencia, digo
inocencia porque su gran enemigo Francisco I lo engañó en más de una ocasión.
Tengo la impresión de que humanamente Carlos I no estaba preparado para atender
el peso de la tarea que recayó sobre sus hombros: cuidar sus reinos, conquistar
América, lidiar con Enrique VIII, combatir la herejía protestante de Lutero y
frenar a los turcos en el Mediterráneo. A pesar de todo, logró soportarlo.
Físicamente, sus últimos cuatro o cinco años de vida fueron un completo
calvario.
Supongo que los consejeros que tuvo a su lado le ayudarían en su
cometido, ¿no?
El desdeñó las recomendaciones de
algunos de ellos, pero Granvela y Quintana fueron extraordinarios consejeros y
le advirtieron de que los tiempos de la monarquía absoluta estaban cerca. Para
ello se fijaban en el concepto de la «auctoritas» del Imperio Romano. Como
emperador, Carlos I era soberano por la gracia de Dios y, en consecuencia, si
atentaban contra él no sólo se trataba de un golpe de estado, sino también de
un pecado. No hay que olvidar que a los reyes y emperadores los ungían los prelados
eclesiásticos. Sin embargo, Carlos quería conservar el estilo de gobierno
antiguo y ser un garante de las tradiciones. Por eso tuvo que viajar a Aragón y
Catalunya para jurar sus fueros. A València no acudió y los valencianos
protestaron, estallando la revuelta de las Germanías. El emperador vivió
siempre en un estado de permanente contradicción.
¿El gran fracaso del reinado de Carlos I fue que no pudo evitar el
triunfo del protestantismo en Europa?
Carlos I no pudo frenar la
expansión del protestantismo y, desde el punto de vista de la ortodoxia
católica, sí puede considerarse como un fracaso. Tras la batalla de Mühlberg en
1547, parecía que los príncipes alemanes se daban por vencidos, pero surgieron
otros problemas protagonizados por Inglaterra, Suiza y por los turcos, que
llegaron a plantarse ante las puertas de Viena, tras ocupar Hungría, Grecia y los
Balcanes. Al final de sus días, fue consciente de ese fracaso, porque no había
conseguido convertirse en rey del mundo, tal y como le decían algunos tiralevitas
que tenía a su lado. Sin embargo, aunque su objetivo de un solo dios, una sola
religión y un solo imperio no fue posible, no podemos considerar su reinado
como un fracaso en general, porque sí consiguió muchas otras cosas.
Has comentado antes que Carlos I fue el último monarca medieval, ¿eso
implica que se le pueda considerar también como el primer rey de la modernidad?
A pesar de que él continuaba
vistiéndose al modo medieval para las batallas y que participó en justas y
torneos, el arte de la guerra fue cambiando. Con la aparición de la pólvora,
los cañones y los mosquetes las cargas de la caballería perdieron importancia,
porque los mosquetes podían frenar sus ímpetus con disparos certeros desde una
distancia de quinientos metros. Y sí, Carlos fue el primer monarca de la
modernidad en el sentido de que sus consejeros le fueron infundiendo la nueva
forma de entender el mundo a través del Derecho. En este sentido, fue
fundamental la figura de Francisco de Vitoria, profesor de Salamanca, que
rompió el esquema del Derecho Feudal establecido por estamentos, nobles, burgueses,
siervos, a través del Derecho de Gentes, aplicándolo incluso para los indígenas
americanos. De Vitoria fue un avanzado a su época y explicaba cosas que en
otros países se conocieron en el siglo XVIII.
Terminamos por hoy, ¿tienes ya algún futuro proyecto literario en
ciernes?
Estoy trabajando en un par de proyectos,
recopilando notas y datos. Ambos se desarrollan en la Edad media, pero todavía
no sé por cuál de los dos me voy a decidir para seguir hasta el final.