Nº 606.- Marc Pastor (Barcelona,
1977), criminólogo y escritor, es el autor de ‘Montecristo’, ‘Elaño de la
plaga’, ‘Bioko’, ‘Faristha’ y ‘Els àngels em miren’ y actualmente trabaja en la
policía científica de los Mossos d’Esquadra. En el año 2008, su novela
‘La mala mujer’, escrita originalmente en catalán, se alzó con el Premi Crims
de Tinta y su literatura comenzó a adquirir visibilidad. El libro trata sobre la
vida de Enriqueta Martí, más conocida como la Vampira del Raval o la Vampira de
Barcelona, una mujer de baja extracción social envuelta en una tremebunda
leyenda. En 2020, Alianza Editorial ha publicado una nueva edición en castellano,
remozada, cuidada y sugerente de la novela. Sobre Enriqueta y su leyenda,
superada la distancia que separa Barcelona y València por las ondas invisibles
de los teléfonos móviles, conversé con Marc Pastor. Como telón de fondo, el
sonido de la ciudad a media tarde.
Marc, ¿qué significa la
escritura para ti? La escritura para mí…
No sé cómo explicarlo… Es una pulsión… No puedo pasar sin escribir. En
ocasiones es un placer y otras veces resulta un trabajo muy duro. Pero es una
adicción de la que necesito mi dosis. Muchas veces preferiría ver una serie de
televisión o hacer la siesta, pero la droga me llama [risas].
¿Por qué escogiste el
género negro? No estoy especializado
en género negro, no, no, lo que yo hago es una hibridación. El género con el
que tengo más cosas en común es el fantástico. Algunas de mis novelas tocan el
género negro, otras la ciencia ficción, otras las aventuras, pero en todas
ellas siempre encontramos unas gotas de fantasía.
Tú eres criminólogo,
¿qué le aporta esta profesión a tu literatura?Por mis estudios, soy
criminólogo, pero trabajo como mosso d’esquadra. Igual que cualquier otro
escritor, en mis novelas utilizo mis experiencias, tanto a nivel personal como
profesional. Todo lo que veo, oigo y palpo lo incluyo en mis textos, a veces de
una manera explícita y otras no tanto. Y a la hora de escribir una novela
negra, me resulta fácil hablar sobre los mecanismos de investigación, las
inspecciones oculares o los motivos que pueden conducir a una persona a cometer
un crimen, porque eso lo palpo y lo veo cada día.
En 2008 se editó por
primera vez ‘La mala mujer’ en catalán con la que ganaste el Premi Crims de
Tinta. Después se tradujo al castellano y ahora Alianza Editorial vuelve a
publicarla en una edición completamente renovada. ¿Qué significa este título en
tu trayectoria como escritor? Su significado es
importantísimo para mí, porque se trataba de mi segunda novela. La primera,
titulada ‘Montecristo’, no tuvo mucho éxito porque era la primera publicación
de un escritor catalán desconocido, una novela de aventuras sin eco mediático.
Sin embargo, ‘La mala mujer’ la presenté a un premio de novela negra y lo ganó.
Ese premio me otorgó visibilidad e hizo que el libro se leyese mucho. Desde
entonces se ha reeditado continuamente en catalán y se ha traducido a doce o
trece lenguas más. En su momento, en castellano no tuvo tanta suerte y se publicó
un poco a escondidas en el año 2009. Ahora, Alianza ha creído en la novela y ha
hecho una maquetación muy bonita, basándose en la edición checa del libro.
Afortunadamente, esta novela, que se desarrolla en 1912, es bastante atemporal
y se puede leer en cualquier momento.
¿Cómo te tropezaste con
un personaje como el de Enriqueta Martí? Me enteré de su
existencia a través de un programa de radio en el que hablaban de la Vampira de
Barcelona, un personaje completamente desconocido para mí. En el año 2004
comencé a documentarme y en aquel momento la suya no era una historia tan
popular como ahora. Había muy poca cosa sobre ella. Buceé por la hemeroteca del
diario La Vanguardia, buscando datos alrededor del año 1912, que fue cuando la
detuvieron. A partir de aquí consulté revistas de la época y descubrí su
historia y toda la leyenda que existe a su alrededor. De hecho, lo que más me
gusta del personaje es esa leyenda, ya que en verdad su vida real no fue tan
excepcional como parece.
O sea que en Enriqueta
Martí hay más de leyenda que de realidad. Definitivamente, sí.
Esta mujer era una persona muy limitada, con poca capacidad para ganarse la
vida y con pocos recursos. Entonces había muchas como ella en una Barcelona que
estaba creciendo, con unas clases sociales muy marcadas y con mucha miseria.
Enriqueta era una persona que vivía en la imbecilidad y que se dedicaba a la
prostitución o a cometer pequeños delitos y poco más. En su casa ella tenía a
la niña Teresina, a la que cuidaba, pero sin secuestros infantiles ni nada
parecido. Sin embargo, a partir de ahí se tejió una leyenda negra, que era lo
que a mí me interesaba para construir la novela.
A pesar de sus pocas
luces o precisamente por ello, llama la atención que Enriqueta Martí se
desenvolvía por igual entre las capas bajas y altas de la sociedad y, según la
novela, era asidua del Liceo. Sí, pero esto hay que
explicarlo bien, porque el Liceo está ubicado en el subterráneo de Barcelona, a
una calle de distancia de toda la miseria y en veinte metros te metías en el
arrabal. Estaba todo muy mezclado y la estratificación de clases no era tanto
geográfica como económica. Actualmente no es como antes, pero aún te puedes
hacer una idea de cómo era todo aquello.
«Ahora soy una voz en tu cabeza. O la plegaria de alguien a quien amas
al borde de la cama, o un compañero de estudios que no sabe leer en silencio, o
un recuerdo desenterrado por un olor». Este es el primer
párrafo de ‘La mala mujer’, ¿a partir de aquí se desencadenó toda la escritura
o es un texto largamente meditado para iniciar la novela? En realidad, la novela
comenzaba con el episodio del Tuerto y Bocanegra desenterrando un cuerpo en el
cementerio. Quería rendir un pequeño homenaje a Robert Louis Stevenson y el
fragmento al que aludes iba destinado a la parte central de la novela. Sin
embargo, durante las galeradas el editor me sugirió que el párrafo quedaba
mucho mejor al inicio. Y la verdad es que tenía razón, así que eso es todo
mérito suyo.
El narrador es la
muerte, que habla en primera persona, ¿cómo surgió esa idea en tu mente? En el año 2005,
mientras escribía la novela, tuve un pequeño problema cardíaco. Estuve tres o
cuatro días en la UCI bastante mal y, de alguna manera, sentí la muerte muy
próxima. Cuando salí de allí decidí, que ella tenía que ser la narradora de
esta historia, porque además era la voz que unía a todos los personajes, ya que
conocía las vidas de cada uno de ellos.
En la propia novela,
capítulo 8, leemos que el personaje Bocanegra "podría haber salido de una
novela de Dickens", ¿le debe mucho ‘La mala mujer’ a la obra del escritor británico? Muy poco. Realmente, a
Dickens lo conozco más por referencias culturales que por haberlo leído.
Literariamente hablando le debo más a Stevenson, a Bram Stoker o a Conan Doyle
que a él.
Moisés Corvo es el
protagonista de la novela, ¿de dónde surge un policía tan peculiar como él? Fue fácil. Yo pretendía
construir una investigación policial, que realmente nunca existió y pensé que
un policía del año 1912 debía ser un tipo duro. Además, como quería escribir un
western, porque considero que esta novela tiene más códigos de western que de género
negro, me parecía lógico colocar a un pistolero al frente de todo. Entonces me
inspiré en el Clint Eastwood de la Trilogía del Dólar de Sergio Leone. A partir
de ahí vestí un personaje sarcástico, que está de vuelta de todo y que habla con
respuestas rápidas. Como escritor, crear un personaje de este tipo resulta muy agradecido.
Ya has anticipado antes
algo y has hablado de homenaje a Stevenson, pero en ‘La mala mujer’ hay otros
guiños literarios: Lestrade, gimlet, Dickens, Conan Doyle… ¿Podemos hablar de
un homenaje a la literatura en general? Sí, siempre. Es una
constante en mis novelas, que son bastante metarreferenciales, y en ‘La mala
mujer’ está muy claro. Hay conversaciones sobre Holmes, porque Corvo es un gran
lector del género policial. Rindo homenaje a la literatura escribiendo una
novela gótica, western, policiaca o fantástica, como prefieras, y haciendo que
los personajes hablen sobre literatura.
El comisario jefe de la
policía de Barcelona tiene unos apellidos muy sonoros: Millán Astray. Sí, pero no son los
apellidos del fundador de la Legión, sino los de su padre. Es algo que induce a
confusión y, mientras investigaba y me documentaba, también pensaba que era él,
pero se trataba de un error. A este hombre le tocaron destinos difíciles,
porque luego lo destinaron a Madrid y le correspondió enfrentarse con otra serie
de crímenes muy duros.
¿Cómo era la criminología
en 1912? ¿En qué estado se encontraba la ciencia forense entonces? Comenzaba a utilizarse
la dactiloscopia, pero la criminalística era algo aún muy incipiente, igual que
la ciencia forense. La Escuela Criminológica se fundó justo en ese año y, a
nivel policial, hasta poco después de acabada la Guerra Civil, no se implantó
la policía científica como tal. En aquella época, la policía constituía más un elemento
de represión política que de investigación.
Terminamos por hoy: ¿en
qué nuevos proyectos literarios andas metido actualmente? Ahora estoy descansando.
Este mes aparecerá mi nueva novela publicada en catalán y titulada ‘L’horror de
Rèquiem’, una comedia que finalicé el pasado mes de abril.