Fotografía cedida por la editorial. |
A pesar de que ‘Aquitania’ es una novela histórica, Eva decidió narrar utilizando recursos y estructuras propias del thriller, un género que le gusta especialmente. «El thriller me parece una manera diferente de contar. Más que saber quién lo ha hecho, de conocer el culpable, me interesa el motivo y bajo ese planteamiento ya estás hablando de otra cosa. En la ‘Trilogía de la Ciudad Blanca’ trabajé mucho el caso de los crono-crímenes, pero al final los lectores me preguntaban por Unai, por su relación con el abuelo, y por Estíbaliz, se iban a la parte familiar y humana, porque en verdad había escrito costumbrismo hiperlocalista en una ciudad como Vitoria. Ahora, en esta novela cuento lo que ocurrió con la muerte del duque de Aquitania, una muerte oportuna, extraña, real e histórica, pero a mí me interesa narrar cómo vivían en el medievo francés, la corte económica y culturalmente más rica de Francia, mediante ese juego de poder establecido entre capetos y aquitanos. Es casi una mezcla entre ‘Juego de tronos’ y ‘El nombre de la rosa’».
En definitiva, pues, podemos
calificar la novela ganadora como un thriller histórico, repleto de
conspiraciones, traiciones y batallas, protagonizado por la audaz Eleanor de
Aquitania, una joven noble que reinó en Francia e Inglaterra movida por la
venganza tras el asesinato de su padre. En el prólogo, Eleanor se presenta al
lector como un personaje atractivo, de los que prometen, de los que incitan a
ser leído: «Fui una asesina precoz, con ocho años me bastaron dos letras: oc-«sí»
en mi amada lengua occitana para acabar con la vida de mis torturadores. Aunque
también debería añadir que soy hija del incesto y culpable de amar a mi tío
paterno, Raimond de Poitiers y de casarme con mi primo Luy». Semejantes rasgos
no pasaron desapercibidos para Eva García Sáenz de Urturi. «Descubrí a Eleanor
mientras investigaba para la tercera entrega de la ‘’Trilogía de la Ciudad
Blanca’, una novela que incluía un libro sobre Navarra en el siglo XII. Me
llamó la atención que ella acompañaba a Berenguela de Navarra hasta Tierra
Santa, para casarla con su hijo, Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra. Me
pareció un dato poco conocido y me pregunté quién sería esa mujer que, con más
de setenta años, era capaz de cruzar a caballo los Alpes durante el mes de
enero, en pleno invierno, para viajar hasta Oriente. Supe que, en ausencia de
su hijo, Eleanor era regente de Inglaterra y, a continuación, me puse a leer las
biografías de sus familiares. Así comprobé que se trataba de una familia
disfuncional de personajes con caracteres muy marcados e incluso brutales
algunas veces, algo muy novelable».
En tiempos actuales cabe
preguntarse qué característica o qué virtud de la reina aquitana resultaría de
utilidad en la política actual. La ganadora del Planeta 2020 lo tiene claro, no
necesita pensar mucho para responder: «El largoplacismo. Eleanor era una
experta en estrategias a largo plazo sin duda. El objetivo de los duques de
Aquitania era conseguir que todos sus vasallos fuesen ricos, sin distinción de
clases, desde el marino del puerto de Bayona hasta el propio duque. Si todos alcanzaban
la riqueza, Aquitania iría bien. Las leyes del ducado fueron pensadas para
gozar de la mayor calidad de vida posible, una cualidad de buen gobernante. Y
la verdad es que les salió redondo, porque si hoy visitas el Valle del Loira ves
que sus pobladores todavía viven con holgura. Trabajan en la hostelería de
lujo, en granjas, en la agricultura y te das cuenta de que allí hay dinero». ¿Podríamos
hablar entonces de un estado del bienestar medieval? «Absolutamente que sí. Por
eso Aquitania fue siempre un territorio muy codiciado».
Fotografía cedida por la editorial |
La narración discurre en primera persona, algo que ya es marca de la casa. «Desde ‘La Saga de los Longevos’ siempre he escrito en primera persona. En las últimas novelas he introducido también un narrador omnisciente, un testigo, pero en unos pocos capítulos. La primera persona me ayuda a ponerme en los ojos del personaje y entiendo que a los lectores les facilita empatizar con él, porque se introducen mejor en su cerebro». También es muy importante la voz narrativa, ese tono que emplean los escritores para contar la peripecia de sus libros. «Para mí es muy importante que la novela mantenga su propio tono de voz a lo largo de todo el texto, ya que permite diferenciar un libro de otro. No ha de parecer que el escritor se ha comido un diccionario, sino más bien hay que cuidar cómo te habla y cómo se expresa». Por supuesto, la curiosidad lectora incita también a conocer dónde se esconde la autora dentro del texto. «En el caso de personajes históricos puedes encontrar puntos míos en común con ellos, pero en realidad yo no los he creado, porque ya existían y están muy marcados por unas características que todo el mundo conoce. Evidentemente, he respetado sus personalidades, aunque está claro que siempre acabas poniendo tus experiencias y reflexiones vitales al servicio de la narración. Es algo inevitable, que permea a tus personajes, y quien te conoce acaba viéndote en todos ellos. De Eleanor, por ejemplo, se sabía que tenía muy mal genio – le llamaban la mantícora, ese monstruo que tiene cabeza de león, cola de escorpión y alas de águila –, y eso me vino muy bien para caracterizarla».
‘Aquitania’ incluye un apartado
con la bibliografía utilizada. La documentación ha jugado un papel importante a
la hora de construir la novela. «En el
proceso creativo hay dos fases: la de enamoramiento y la del parón. Cuando
escribió ‘Sidi’, Pérez-Reverte dijo que llega un momento en que los personajes
se cansan de ti y tú de ellos, lo que sucede tanto durante la documentación
como cuando escribes. Los has llevado tanto tiempo en tu cabeza, y ellos a ti,
que alcanzas un punto donde sabes que has de terminar el ciclo y cerrar esas
vidas que tú has creado». El título ganador del Planeta 2020 encierra una
promesa: la de llevar un ejemplar a la tumba de Eleanor de Aquitania. La explica
Eva García Sáenz de Urturi en la Nota de la Autora inserta en el libro: «Obviamente,
esta promesa la hubiera cumplido ya de no encontrarnos en el año 2020. He
recibido propuestas por parte de televisiones y otros medios, pero los tiempos
no están para efectuar ahora ese viaje por responsabilidad y coherencia. Eleanor
lleva ochocientos años enterrada en Fontevrault y puede esperar uno más. Lo que
está claro es que, con prensa o sin ella, regresaré a su tumba y le llevaré un
ejemplar que, entiendo, se quedará en la abadía o en el hotel».
Quizá este año, la promoción del
Premio Planeta se prolongue un poco más. Así que, aunque la mente de los
escritores nunca descansa, Eva García Sáenz de Urturi no tiene todavía ningún
futuro proyecto en ciernes. «Podría decir que ya estoy trabajando en algo,
porque la inspiración y las ideas me impulsan cada mañana a saltar de la cama y
ponerme a trabajar, pero no es así. Eso no es realista. A pesar de que ahora
las editoriales y los lectores aprietan más que antes, para sentarse a escribir
algo nuevo ha de transcurrir un tiempo de reflexión, soledad y estructuración,
hasta que llega el momento de decidir en qué vas a invertir los próximos dos
años de tu vida. De momento, me voy a dedicar íntegramente a la promoción de ‘Aquitania’».
Herme Cerezo/Diario SIGLO XXI, 23/11/2020