Herme Cerezo/SIGLO XXI, 01/03/2010
La mañana había resultado ciertamente cansada tras la presentación ante los medios de comunicación de su última obra, ‘Lo que esconde tu nombre’, Premio Nadal 2010, una novela que gira en torno al matrimonio noruego formado por Karin y Fredrik; Sandra, una joven embarazada, que atraviesa una etapa de crisis personal, y Julián, superviviente del campo de Mauthausen, un octogenario que llega a España con la clara intención de descubrir el pasado oculto de los noruegos. Clara Sánchez (Guadalajara, 1955), tras un divertido cruce telefónico – los celulares a veces gastan estas bromas –, conversó conmigo en la cafetería del Hotel Astoria de Valencia. Su verbo, claro, amable y, sobretodo, pausado, fue coloreando el contenido de cada una de mis preguntas.
Viviste en Valencia unos cuantos años, Clara, ¿qué recuerdos te trae volver por aquí?
Esta ciudad tiene mucho que ver conmigo y siempre que vengo me encuentro fenomenal. Viví aquí de los cinco a los once años, una parte importante de mi vida, ese tiempo de la infancia que parece eterno. Lo que ocurre es que Valencia ha cambiado tanto que es mejor no buscar las calles que frecuentaba entonces, porque no las reconozco.
Acabas de ganar el Nadal, para un escritor, hoy que se publica tanto en España, ¿concursar es el único camino que le queda para darse a conocer?
No, no es el único, estas cosas te llegan o no. Hay momentos que piensas una novela, la escribes, reflexionas luego sobre ella y crees que puede abrirse camino en un concurso. Entonces la envías a ver qué pasa. Este sistema lo he puesto en práctica dos veces en mi carrera literaria: primero, cuando gané el Premio Alfaguara y ahora, diez años después, con el Nadal.
Eliges bien.
Hay otros concursos que no cuadran con mi perfil, pero vi que el Nadal, que es un premio muy literario, sí podía encajar bien conmigo y yo con él. Por eso decidí participar.
¿Con ‘Lo que esconde tu nombre’, el Nadal recupera la senda de las novelas, porque el título ganador del pasado año, "stricto sensu", no era una novela.
Yo solamente me fijo en que mi obra disfrute de un buen camino, porque en ella hay mucho de mí. Ha sido un trabajo muy intenso y recoge lo mejor de todo lo que he venido escribiendo antes. Que tenga una buena acogida supone una gran compensación.
¿Por qué una historia de nazis?
Es que no es una historia de nazis exactamente. Lo de los nazis ya es como un género en sí mismo. Si la gente cree que ‘Lo que esconde tu nombre’ es una novela más sobre este asunto, se imaginará a los nazis jóvenes, haciendo de las suyas en plena Segunda Guerra Mundial y no es así. Los nazis de mi novela son mayores, viejos, y nos conciernen porque todavía queda alguno de ellos vivo entre nosotros. Precisamente lo que yo he querido es contar su última etapa, completar la historia de los nazis que vivieron en España, en nuestras costas, comprender qué pensaban, qué sentían, como se desenvolvían en un entorno distinto al que ellos habían perdido, rodeados de gitanos, judíos, homosexuales ... Me interesaba explicar cómo se habían adaptado a un mundo que ellos despreciaron y que querían convertir en otra cosa.
O sea que ¿todavía queda alguno con vida?
Sí, pero son ya muy mayores. Mi novela recupera también un tiempo que se está marchando, las secuelas de algo que ocurrió, es el reflejo no sólo de estas personas sino también el de todos aquellos que cometen abusos en cualquier parcela de la vida y que logran salir de esa situación sin pagar por ello.
¿Está basado en hechos reales?
La idea surgió de mi estancia en Denia, donde como en otros sitios de la costa, hubo nazis refugiados bajo el ala del franquismo. Me llamó la atención en los años ochenta, que es cuando yo anduve por allí, y me pregunté por qué nadie se había metido con ellos después, durante la democracia. Aquello quedó revoloteando en mi cabeza y durante mucho tiempo recogí noticias sobre este tema para explicar cómo viven actualmente. Seguramente, si yo no hubiera estado por allí, no se me habría ocurrido escribir sobre ellos porque, además, pensaba que a la gente no le importaba este asunto. Pero, por la acogida que ha tenido la novela, he comprobado con sorpresa que sí que interesa.
En la época de Franco, ¿España era una especie de paraíso para ellos?
Sí, creo que sí, de hecho aquí estaban muy bien y nadie les molestaba. Gozaban de una situación de privilegio. Franco, incluso, llegó a regalarle una villa a alguno de ellos por los servicios prestados.
¿Les resultó fácil asimilar la nueva situación lejos de su mundo?
Se adaptaron bien, incluso algunos estuvieron muy integrados en su entorno y, por lo que se sabe, no experimentaron ningún tipo de remordimiento. Seguramente, como se desenvolvían en un sistema que les permitía vivir con cierta tranquilidad, pensarían que habían hecho lo que tenían que hacer y eso les ayudó a adaptarse. Algunos, sin embargo, tuvieron que huir porque hubo gente que les buscaba.
En ‘Lo que esconde tu nombre’ utilizas dos narradores: un hombre mayor y una chica joven, dos voces muy distintas, ¿fue un planteamiento premeditado?
No, lo cierto es que salieron las dos voces por sí mismas. Empecé con Julián, un republicano confinado en Mauthausen que va tras los pasos de un matrimonio cuyo pasado nazi conoce, e inmediatamente vi a una chica en la playa, que es Sandra, que sólo ha oído hablar de los nazis de una manera muy lejana, muy remota, en documentales o en el cine. Desde este momento, Sandra se convierte en el motor de todas las dudas que pueden surgirle al lector. Así fue como nacieron estas dos voces, que se van combinando para ofrecernos una visión del mundo que les rodea: ella es el presente cargado de una cierta inocencia y él, el pasado, tremendo, duro, horroroso, que habla del bien y del mal. Julián representa el blanco y el negro, mientras que Sandra habita un mundo lleno de grises.
Sandra parece el prototipo de una buena parte de la gente joven de hoy.
Sí, pero he de decirte que también algunas personas mayores me han preguntado por qué me he preocupado por estos hechos. Son generaciones distintas, con puntos de vista históricos diferentes, pero que coinciden en ese distanciamiento, a pesar de que la II Guerra Mundial es más reciente que nuestra Guerra Civil.
Julián es poco dinámico no sólo por su edad avanzada, sino porque también tiene dudas en sus razonamientos.
Sí, él es un hombre que lleva una pesada mochila a cuestas, una persona maltratada, humillada y que reflexiona mucho sobre la vida, la muerte, los que le rodean, el amor, la culpa ... Es un tipo muy humano.
Fredrik y Karin, sin embargo, se mantienen mas frescos, con mayor capacidad de reacción.
Fredrik y Karin son personas que han estado huyendo y que ahora están más relajados porque atraviesan un momento idílico. Pero, en el fondo, ellos saben quiénes son y están permanentemente en estado de alerta. Aunque se camuflen en la sociedad, viven fuera de ella y en el momento que creen haber sido descubiertos se convierten en seres peligrosos. Además reciben ayuda del círculo que les rodea.
Terminamos, en el planteamiento inicial, Julián compartía su misión con otra persona pero, de repente, ha de enfrentarse a la responsabilidad de resolver la situación por sí mismo.
Sí, él ha de cumplir la misión que tiene en mente y de golpe se encuentra solo. En esta novela todos los personajes, no sólo Julián, han de ponerse en acción. La propia Sandra ha de decidir si se compromete o no. Decide que sí y de esta toma postura saldrá convertida en un ser más maduro, en una mujer más hecha.