'El guardián invisible', la nueva novela de Dolores Redondo, es una apuesta fuerte
de la editorial Destino. El lanzamiento promocional es apabullante a todos los
niveles. Pocas veces un libro se edita casi al mismo tiempo en siete países
(España, Francia, Alemania, Italia, Holanda, Portugal y Noruega) y en diez
idiomas distintos. Además, tiene ya sus derechos cinematográficos comprometidos
antes de conocer la respuesta del público lector. La historia de la inspectora
Amaia Salazar y la investigación de los crímenes que se suceden en el Valle del
Baztán constituyen el argumento de esta novela en la que, además, confluyen
tintes de magia, tradición y una consistente evocación del pasado. Con la
escritora donostiarra conversé durante unos minutos, dentro de su visita
promocional a Valencia.
Dolores, ¿ya has asimilado el aluvión
de buenas noticias en torno a ti y tu novela?
Esto
parece una montaña rusa, va por oleadas. Cuando tienes la impresión de que se
va a frenar me lanzan por otra pendiente. Hoy mismo la novela sale en Italia y
en breve aparecerá en Francia y Holanda y eso me encoge un poco el estómago. Es
tan grande el cúmulo de buenas noticias que casi no me da tiempo de
celebrarlas. Todo va demasiado deprisa porque, además, yo sigo escribiendo,
llevando mi vida normal y organizándome con un cierto orden.
Tu caso es especial porque ‘El guardián invisible’ se publica casi simultáneamente en muchos países, algo que no suele ser frecuente por estos lares.
La
explicación de este hecho tiene mucho que ver en el modo cómo empezó todo. Yo
envié mi novela a un agente que la llevó a la Feria de Frankfurt de 2011. En los primeros días,
la editorial Destino la compró. Entonces el rumor se extendió y como Silvia
Sesé es una profesional de reconocida reputación, los demás editores comenzaron
también a interesarse y finalmente fueron seis los que adquirieron los
derechos. De todos modos, hasta que la novela no llegue al público y los
lectores no emitan su veredicto nunca sabes qué va a pasar. Su opinión es
realmente la que vale.
También han comprado
los derechos para llevarla al cine.
‘El
guardián invisible’ es una novela muy visual, no podría ser de otro modo porque
estamos muy influenciados por el cine y la televisión. Y eso ha debido pensar
también Peter Nadermann, el productor de las versiones cinematográficas de ‘Millenium’
y de las novelas del inspector Wallander, que es quien ha adquirido todos los
derechos para rodar la película. Solo espero que la adaptación sea todo lo fiel
posible a mi texto. La intención inicial es rodar en el escenario real, con lo
que ya tenemos ganado el noventa por ciento porque el escenario pesa mucho en
la historia.
¿Desde un principio
concebiste tu obra como una trilogía?
Inicialmente
la concebí como una novela, desde luego policiaca y que trataría el tema del
matriarcado. Pero cuando decidí enclavarla en el Valle de Baztán, encontré mucha
información y todo comenzó a crecer porque también quería que apareciese la
naturaleza, la historia del lugar, la magia y la mitología, con lo que el ritmo
policiaco quedó relegado a un espacio más corto. Entonces me di cuenta de que
con un solo volumen no era suficiente. Sin embargo, la idea de escribir una
trilogía partió de la editorial.
¿Cuál fue el flash, la
imagen que te dio pie para sentarte a escribir?
El
punto de partida arranca de mi anterior novela, una obra muy pequeña en la que
había un crimen incidental que quedó sin investigar y que deseaba desarrollar
con mayor profundidad.
Estudiaste
restauración, ¿esa afición por la gastronomía la has trasladado a la novela?
Sí,
en la novela aparece este detalle. Los policías, por ejemplo, se sientan a la
mesa para comer, algo que no suele suceder en la realidad ya que lo hacen de
pie y muy deprisa. El hecho de ubicarla en una zona con una notable gastronomía
y que los Salazar, la familia protagonista, regenten una industria de
repostería me incitaba a ello.
¿Podemos decir que el
proceso de un buen guiso se parece a la forma de escribir una novela?
Pienso
que escribir tiene más cosas en común con hacer algo por los demás que con preparar
un guiso. Quizá ahí radique la similitud. Nunca se cocina para uno mismo sino
para los otros. Tampoco tiene demasiado sentido que alguien escriba para
guardar sus libros en un cajón, aunque personalmente me produce un cierto pudor
saber que mi novela la está leyendo mucha gente a la que no conozco.
‘El guardián
invisible’ está protagonizado por la inspectora Amaia Salazar, ¿qué tiene ella
de ti?
En
Amaia hay mucho de mí y de muchas mujeres de mi entorno, algunos de cuyos
aspectos he volcado en ella. Para dar la visión del matriarcado que pretendía
era fundamental que la protagonista fuese una mujer y que tuviese cosas mías,
porque al escribir ficción es muy importante contar cosas personales
auténticas, de esas que llevas grabadas en la piel. El lector ha de creerse la
parte emocional de la novela, si no la identifica con cosas reales, apaga y
vámonos. Hay que escarbar en esas emociones que al final son comunes a todos
los seres humanos.
A los lectores les gusta clasificar,
¿cómo etiquetarías tu novela?
Etiquetarla
es muy difícil porque toca varios planos. Es innegable que tiene tintes de
novela criminal, porque hay unos policías cazando a un asesino, pero toda la
parte intimista, la mitología, el pasado y los secretos familiares la convierten
en un libro de difícil catalogación. Como me gusta mucho la novela americana,
tipo Chandler, Miller o Mailer, sobre todo este último que indagaba en la
oscuridad del alma de los personajes, es posible que tenga algo en común con
él, aunque en mi novela la perversión no trate de drogadictos o alcohólicos
sino de las partes oscuras de la protagonista.
Como dices Amaia
Salazar tiene un profundo miedo interior que procede del pasado, ¿es el miedo el tema central de la novela?
Sin
duda que sí. Todos tenemos un miedo interno y sabemos qué es lo que nos puede
destruir. Es distinto en cada caso. Para unos será la falta de amor, vivir en
la absoluta miseria o la soledad. Si el miedo proviene de la infancia, ese
tiempo en el que estamos a merced de otros, aunque ya de adultos tomamos el
control y hacemos con nuestra vida lo que nos apetece, ese temor sigue ahí,
escondido en un rincón, recordándonos que no está muerto y que puede regresar
en cualquier momento.
Tras escribir ‘El
guardián invisible’, el Valle de Baztán se ha convertido en un personaje, ¿hay
ahora dos valles: uno real y otro literario?
No,
es el mismo valle y eso es algo que siento siempre que voy por allí. Es verdad
que me informé mucho sobre su historia, pero la parte más importante de la
documentación la hice debajo de un paraguas, caminando entre los árboles
mientras llovía. El de Baztán es un bosque de miedo, idílico, es el bosque del
lobo porque percibes que allí es fácil perderse y que no te encuentren. Pero a
la vez es un lugar muy bonito, con mucha energía que emana del propio bosque y
también del río. No podemos olvidar al Baztán, porque cuando baja crecido lo
hace con mucha fuerza y desprende un olor peculiar.
En los años setenta,
el escritor Francisco García Pavón ubicó sus novelas policiacas en Tomelloso,
su localidad natal. Este hecho, entonces, no gustó mucho a las autoridades
locales, ¿no temes que ocurra lo mismo con tu novela en Elizondo?
En
toda Navarra durante el año pasado solo hubo cinco homicidios, una cifra muy
baja. Los pobladores de Elizondo lo llevan bien, son muy pacíficos y no creo
que mi novela sea propaganda negativa en absoluto. Al contrario, pienso que
puede beneficiarles y todavía beneficiará mucho a más a todos aquellos que
visiten el pueblo y prueben su gastronomía.
En la novela aparece
el Tarot, ¿este método de adivinación del porvenir se usa habitualmente en el
Valle de Baztán?
El
tema del Tarot lo introduje yo sin más y pretende ser un guiño a los videntes
para explicar cómo perciben ellos la realidad a través de su instinto. Eso mismo
les ocurre a los policías. Si los inspectores se ciñesen a su método, a ver
solo lo que tienen delante, no avanzarían en su investigación. Han de guiarse
también por su propio instinto que les permite descubrir lo que no está a la
vista. El personaje de la tía Engrasi, la que lee las cartas en Elizondo, está
inspirado en una vidente que vivía en San Sebastián, Maritxu Guller, y que
echaba las cartas cuando y a quien quería. Fue una médium tan famosa que
Heraclio Fournier llegó a fabricar una baraja de Tarot a la que puso su nombre.
¿Observo que el mundo
abertzale no existe en ‘El guardián invisible’?
No,
no aparece, quizá porque a mí tampoco me apetece ese mundo y no me interesaba
mostrarlo. Los pobladores de Elizondo, como decía antes, son muy tranquilos y
al llegar percibes en seguida que nadie te mira, que solo saludan a los conocidos.
Después, cuando van cogiendo confianza son muy majos, respetuosos y
trabajadores. A mí me han acogido estupendamente.
La última: ¿puedes
adelantar un poco el contenido de la segunda entrega?
En
la siguiente novela continúo en Baztán, prosigo con los mismos personajes y
profundizo en ellos y en sus comportamientos retrógrados. Quiero que el lector los
conozca bien porque ni todos son tan buenos ni tan malos como a simple vista
parece.
SOBRE DOLORES REDONDO
Dolores Redondo Meira (Donostia-San Sebastián, 1969) estudió Derecho y restauración y durante algunos años se dedicó a los negocios. Comenzó escribiendo relatos cortos y cuentos infantiles y en 2009 publicó su primera novela, Los Privilegios del Ángel