Nº 513.- Fue el último domingo de la
Fira del Llibre cuando estaba citado con Kirmen Uribe, recién llegado a
València la noche anterior, para conversar un rato sobre su última novela, ‘La
hora de despertarnos juntos’, editada por Seix Barral, en la que cuenta la
historia de Karmele Urresti quien, al concluir la guerra civil, debe abandonar
Ondarroa y partir a Francia, donde forma parte de la embajada cultural vasca.
Allí conoce al que será su marido, el músico Txomin Letamendi. A punto de caer
París, huyen juntos a Venezuela; pero la Historia interrumpe de nuevo su vida, a
partir del instante en que Txomin decide sumarse a los servicios secretos
vascos. Envuelto en este ambiente, Uribe narra los sucesivos exilios de esta
familia, al tiempo que dibuja el telón de fondo por el que discurren los
protagonistas: la posguerra, la II Guerra Mundial, la dictadura, los años
sesenta, la irrupción de ETA… El intenso sol del mediodía fue tan puntual como
Kirmen, así que, tras un choque de manos, breve, protocolario, sincero,
comenzamos la charla.
Kirmen,
pregunta obligada en tu caso, ya que es la primera vez que te entrevisto: ¿qué
significa escribir para ti?
La literatura me ha
permitido inventarme juegos paralelos y ser un poco niño de adulto. Al final de
todo, escribir es una forma de vivir, porque la verdad es que la escritura me
ha posibilitado ser yo mismo y trazarme un camino en la vida. Mi padre era
pescador de altura y trabajaba en Escocia, yo solía ir al puerto a recibirlo.
Cuando llegaba todo era tensión, ruidos y malas caras. Entonces me juré a mí
mismo que nunca iba a trabajar [risas] y la escritura ha sido la excusa
perfecta para hacer lo que me gusta sin depender de nadie, ganar dinero y no vivir
integrado en una maquinaria.
Algunos
escritores afirman que escriben para responderse una pregunta, algo que no
siempre consiguen, ¿qué pregunta te formulaste tú a la hora de escribir ‘La
hora de despertarnos juntos’?
La pregunta que encierra
esta novela es ¿cómo hemos llegado hasta aquí?, ¿qué es lo que ocurrió a lo
largo de todo el siglo XX para que se vivieran esos años tan duros y con tanta
violencia?
En
la página doce de la novela leemos que «La vida de una familia, sí, pero
también, ¿por qué no?, la historia de todo un pueblo», ¿éste era otro objetivo para escribirla?
El objetivo de un escritor
siempre es la literatura, escribir buenos libros, pero las novelas surgen de
las preocupaciones del propio autor y de su relación con el entorno. Hace seis
años me planteé escribir sobre el País Vasco, pero haciéndolo a través de tres
generaciones, las que vivieron los
grandes acontecimientos históricos: los años veinte y treinta, con su
ebullición cultural, la guerra civil, la posguerra, el exilio, los duros
tiempos de la dictadura, los años sesenta, el nacimiento de los movimientos
revolucionarios, el feminismo, ETA y su deshumanización… Todo eso es lo que
cuento en el libro.
Mientras escribo, cuento
cómo lo voy haciendo, pero también hablo de los personajes principales, que en
realidad son tres, y para eso necesitaba la tercera persona: Karmele Urresti,
que vivió en París y hubo de exiliarse; su marido, el músico Txomin Letamendi;
y Manu Sota, que es un tipo que me encanta, muy culto, hijo menor de uno de los
hombres más ricos de Europa, que se convirtió en asesor de imagen de José
Antonio Agirre, el lendakari en el exilio. Manu montó la oficina del gobierno
vasco en Nueva York y fue el primero en contactar con la administración
Roosevelt. Su condición de gay era ideal para que me sirviera como contrapunto
a una pareja más tradicional como la formada por Karmele y Txomin.
Además
de como narrador, ¿intervienes también en la novela como un personaje más?
No, no, yo estoy en el libro
como narrador e investigador, pero no cuento nada de mi vida. A mí lo que me
interesa es que el autor, al empezar, se encuentre al mismo nivel que el
lector, ya que conoce lo mismo que él, porque es humano y no lo sabe todo.
Ambos van a descubrir las cosas al mismo tiempo y a medida que crece la novela
van aprendiendo. Como está escrita en tiempo real, el texto cambia y da giros
en función de la información que va surgiendo. De forma anecdótica, aparece mi
madre y está presente porque lo que dice es importante y aporta información a
la narración.
En cada novela brota el eterno dilema sobre si
la forma y el fondo son independientes o están indisolublemente unidas.
A mí me preocupa más la forma, siempre. ‘Bilbao-New York-Bilbao fue un
ensayo, modesto eso sí, para plantear una literatura que introdujese las nuevas
tecnologías en la novela, por eso está narrada con un flujo de pensamiento
fragmentario y cuenta con una estructura de red inspirada en Internet. En ‘La
hora de despertarnos juntos’ ocurre exactamente lo mismo. Creo que es
importante contar la historia pero no de un modo convencional, sino al estilo contemporáneo
como Carrere, Cercas o Siri Hustvedt, que se basan en vidas, documentos o
cartas reales para luego hacer ficción. En este caso, Karmele y Txomin eran
personajes reales que tenían suficiente fuerza por sí mismos para incluirlos en
la novela y los he dejado funcionar tal cual en la historia.
Por
tanto, para ti no hay dilema.
Si los lectores me dicen que
lo que más les gusta es la forma de mi novela, me parece maravilloso. El
escritor no es más que un artesano y crea artefactos que han de captar la
atención del lector para que vea la realidad de un modo distinto. Si no le
interesa la historia, pero sigue leyendo, magnífico, es el deseo del autor. Como
dice Richard Ford, los novelistas siempre escribimos para aprender, por eso no
nos repetimos nunca.
Esta
novela, aunque trate de una historia de amor, nos brinda la oportunidad de preguntarnos
si la ficción histórica puede servir para recuperar esa historia real, que nos
han ocultado.
Sí, eso es fundamental, me
lo han dicho los propios lectores cuando me han dado las gracias por
devolverles un pasado que permanecía olvidado. La mayoría de vascos conocen
hasta Gernika, pero de los años cuarenta y cincuenta, época de enorme
represión, donde los intelectuales exiliados, no sólo vascos, fueron quienes
mantuvieron viva la llama de la cultura, lo ignoran casi todo. Personajes de
esta novela como el pintor Antonio de Gezala o Manu Soto habían quedado
enterrados en la desmemoria.
Por
lo que has contado antes, en ‘La hora de despertarnos juntos’ la documentación
tiene un gran peso específico, como escritor, ¿qué prefiere Kirmen Iturbe:
escribir o documentarse?
[Risas]. Buena pregunta. Me
encanta documentarme, pero también escribir. Aquí el proceso de documentación
ha sido brutal, me he entrevistado con mucha gente de Bilbao, de Barcelona, de
Nueva York y también de Caracas. Mucho trabajo, pero ha sido muy bonito porque
iba descubriendo aspectos nuevos de la historia. El gozo del escritor acaba
cuando el libro se publica y comienzan las presentaciones, las promociones y el
contacto con el lector, aspectos de mi profesión que también me gustan, pero el
escritor está hecho para escribir.
La
publicación de tu libro ha coincidido con el éxito de otra novela, ‘Patria’ de
Fernando Aramburu, ambas aportan una visión del mundo vasco desde Euskadi.
Esto que dices es importante
y muy positivo. Es verdad que, desde el cese de ETA en su actividad, han
aparecido varias novelas, ensayos y alguna obra de teatro, que tratan sobre lo ocurrido
en el País Vasco desde el propio País
Vasco. Y lo mejor de todo es que la crítica ha señalado que se trata de narraciones
complementarias y que los escritores están construyendo un relato compartido.
Es necesaria más comunicación, es mejor para todos que se lean estas obras, que
aportan una percepción mucho más compleja de todo lo que allí pasó. Estoy
seguro de que eso facilitará una mayor comprensión entre todos y favorecerá el
encuentro y el entendimiento entre la gente.
Y
la última por hoy, una vez finalizado el proceso creativo y entregado el
original a la editorial, ¿qué poso te queda de la escritura de la novela?
Me he quedado muy tranquilo,
creo que es la novela que quería hacer y he aprendido mucho durante su
escritura. Aunque mis padres lucharon contra la dictadura, en esto mi madre se
mostró especialmente activa, ha sido ahora al descubrir documentos y
trabajarlos, cuando me he dado cuenta de que fueron años muy duros y muy
difíciles.
SOBRE KIRMEN URIBE
Nació en Ondarroa (Vizcaya), en 1970. Es uno de los autores en lengua vasca más leídos y traducidos. Se licenció en Filología Vasca y cursó estudios de postgrado de Literatura Comparada en Trento (Italia). En 2008 publicó su novela ‘Bilbao-New York-Bilbao’, por la que obtuvo el Premio Nacional de Narrativa, el Premio Nacional de la Crítica en euskera, el Premio de la Fundación Ramón Rubial y el Premio del Gremio de Libreros de Euskadi. Traducida a quince idiomas, fue elegida en el Reino Unido como uno de los quince mejores libros del año por la cadena de librerías Foyles. La publicación en 2001 de su libro de poemas ‘Bitartean heldu eskutik’ (‘Mientras tanto dame la mano’, 2003), supuso, según la crítica, una «revolución tranquila» en el ámbito de la literatura vasca. Traducido al castellano, francés, inglés y ruso, el poemario fue galardonado con el Premio Nacional de la Crítica y elegido finalista al mejor libro de poesía traducido al inglés en 2007 por el PEN American Center. Su última novela, ‘Mussche’ (2012; ‘Lo que mueve el mundo’, Seix Barral, 2013), ha recibido el Premio Rosalía de Castro del PEN Club gallego y es la primera novela escrita en euskera en ser publicada en China. Ha traducido a Raymond Carver, Sylvia Plath, Anne Sexton, Mahmud Darwish y Wislawa Szymborska, entre otros, y sus textos han aparecido en publicaciones como The New Yorker, El País o Berria. Colaborador habitual en varios medios de comunicación, en 2011 recibió el Premio de Periodismo El Correo.