«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

martes, 18 de diciembre de 2018

Santiago Posteguillo, ganador del Premio Planeta 2018: «Julia Domna y Septimio Severo formaron un equipo muy bien coordinado»


Nº 555.- Dos mil dieciocho ha visto como Santiago Posteguillo (València, 1967), el exitoso escritor de novelas históricas de romanos, conseguía el Premio Planeta gracias a su nueva entrega, ‘Yo, Julia’, en la que rescata del olvido la vida y memoria de la emperatriz más poderosa ab urbe condita, Julia Domna, esposa de Septimio Severo, una mujer que transformó su entorno y cambió el curso de los acontecimientos. Al conquistar un premio de literatura generalista tan importante como el Planeta, Posteguillo parece reivindicar la normalización de un territorio literario donde él se maneja con enorme acierto. «Soy consciente de que muchos lectores no se acercan a mis libros porque pertenecen al género histórico, pero esos mismos lectores sí leen la novela vencedora del Planeta y se quedan prendados de lo que escribo, tal vez se interesen por otros títulos. Además, este galardón también es importante para mis colegas, los escritores que cultivan la novela histórica, porque de alguna manera se está reconociendo el impacto social que posee y su calidad literaria. No podemos olvidar que en este género son tan importantes los hechos que se cuentan cómo la técnica que se utiliza para hacerlo. La Historia es aséptica, pero narrada del modo adecuado, resulta enormemente atractiva». Tampoco se puede obviar el poso del Premio Planeta, cuya primera edición data del año 1952, que viene avalado por una prestigiosa relación de ganadores. «Si miras el listado de autores, en el que entre otros muchos constan Vázquez Montalbán, Terenci Moix, Miguel Delibes, Camilo José Cela, Vargas Llosa o Ana María Matute, da un poco de vértigo, pero indudablemente te proporciona un cierto prestigio literario, que resulta muy estimulante para cualquier escritor».

JULIA DOMNA, UN HALLAZGO

Santiago Posteguillo, además de escritor de ficción y profesor de lengua y literatura en la Universidad Jaime I de Castellón, se ha convertido en un experto conocedor del mundo romano. Era inevitable. Sus novelas lo reclamaban. Y resulta interesante conocer cómo tropezó con la figura de Julia Domna. «La presencia de personajes femeninos en mis libros ha ido en aumento. Cuando iba a la búsqueda de una mujer para convertirla en protagonista de una nueva novela, me encontré con la biografía de Julia Domna, escrita por la profesora oxoniense Barbara Levick. Después descubrí una obra teatral referida también a ella, cuya autora era Katherine Bradley. Me prendé del personaje y no tardé en preguntarme cómo era posible que no existiese ninguna película, ni ninguna novela sobre esta mujer. Así que, como no podía rodar una película, pero sí escribir una novela, decidí hacerlo». Sin duda, ha habido muchas mujeres importantes en el devenir histórico, pero como en su gran mayoría los historiadores eran hombres, han permanecido solapadas, relegadas a un segundo término o ignoradas sin más. ¿Habrá llegado la hora de que los propios hombres sean quienes reparen el olvido y recuperen esas figuras femeninas olvidadas? «Creo que a estas mujeres hemos de sacarlas a la luz pública entre todos. En ese sentido, ‘Yo, Julia’, es mi contribución a esta tarea recuperadora».



PERFIL DE JULIA DOMNA

No es la primera vez que Santiago Posteguillo se introduce en una figura femenina para escribir sobre ella, pero sí es la primera vez que lo hace con un personaje protagonista. Ponerse en la piel de otro, o de otra, no parece  demasiado sencillo a priori. «Ya ha habido mujeres importantes en mis novelas como Tamura, Alana, Cornelia, Sofronisba y, sobre todo, Domicia Longuina, pero es verdad que hasta ahora ninguna había sido protagonista como Julia. Asumir su papel suponía un reto, un reto de empatía, de capacidad para introducirte en la piel de alguien que no eres tú y que, además, pertenece al otro sexo. Pero eso forma parte del oficio de escritor. Es preciso poseer esa capacidad para desenvolverse dentro de la mente de cualquier personaje. Quiero pensar que Agatha Christie no era una asesina, pero que sí fue capaz de colarse en la mente de muchos asesinos. De momento, las cosas parece que van bien y dedico libros firmados por igual a hombres y mujeres». No hace falta decir que el título, ‘Yo, Julia’, es un homenaje a Robert Graves, autor de la celebérrima ‘Yo, Claudio’. «Totalmente, Graves es uno de mis referentes literarios. En el año 2012 viajé a Deià, en la isla de Mallorca, para visitar su casa, porque no hay que olvidar que el escritor británico vivía allí. Su hijo me permitió sentarme a la mesa donde su padre había escrito ‘Yo, Claudio’ y pensé que, de alguna manera, aquel hecho conectaría con mis novelas. Graves contó la dinastía de Claudio y yo he contado de la de Julia. Por tanto, estaba claro: de ‘Yo, Claudio’, ‘Yo, Julia’».

Se dice que detrás de todo gran hombre siempre hubo una gran mujer, en este caso cabe preguntarse si Septimio Severo habría llegado a convertirse en emperador si Julia Domna no hubiera sido su esposa. «Septimio fue un hombre inteligente y yo no he intentado ensombrecer su figura. Creo que todo fue obra de ambos. De hecho, trato de mostrar que su relación funcionó como un engranaje perfecto, una especie de equipo bien coordinado, aunque es verdad que hubo momentos de distanciamiento. Era un gran tipo, pero si hubiera estado solo probablemente le hubiera faltado un empujón para lanzarse a la lucha por el imperio. Y fue Julia Domna quien se lo dio». En la obra de Robert Graves aparece Livia, la esposa de Augusto, una mujer con mucho poder que recuerda a Julia. «Existe un paralelismo entre ambas, pero yo suelo decir que Livia se dedicaba a la caza menor. Ella sólo se encargaba de despejar el camino hacia el trono cazando a sus herederos, mientras que Julia se enfrentó directamente con cinco emperadores, lo que evidentemente es caza mayor».

GALENO, ROMA Y LOS PRETORIANOS

Para escribir ‘Yo, Julia’, Santiago Posteguillo se ha valido de un intermediario: Galeno, médico de los emperadores Marco Aurelio, Cómodo y luego de Severo y su familia. Al comienzo de la novela, este observador privilegiado reflexiona sobre cómo narrar sobre Julia y lo hace como un escritor, como probablemente lo haría el propio Posteguillo. «Las reflexiones de Galeno son mis propias reflexiones. Necesitaba un narrador de una cierta capacidad intelectual. No me servía un esclavo, pero un tipo como Galeno, sí, porque pudo haber leído a Aristóteles como lo hice yo y llegar a mis mismas conclusiones. Así que le traslado mis ideas sobre cómo voy a organizar la historia que me dispongo a escribir». En la vida romana hubo un elemento militar que siempre destacó por su capacidad para proclamar y destronar emperadores. Me refiero a la Guardia Pretoriana, un cuerpo de élite encargado de guardar la seguridad del emperador y al que convenía mantener contento por lo que pudiera acontecer. «Evidentemente, lo mejor era siempre tenerlos a favor. A los pretorianos los reclutaba el jefe del pretorio a través de sus tribunos y muchas veces a petición del propio emperador. Los emperadores inteligentes se preocuparon de que su cuerpo de seguridad estuviera formado por soldados veteranos que habían estado en campaña bajo sus órdenes. Cuando llegó a Roma, Trajano cambió por completo la guardia pretoriana para obtener su absoluta confianza. También Septimio Severo hizo lo mismo. No obstante, en ‘Yo, Julia’ veremos que se intenta comprar su lealtad con dinero, lo que no siempre funcionó porque si el dinero no llegaba, no había lealtad. Era un asunto muy delicado». Quizá sea por esta o por otras cuestiones, pero da la impresión de que en ‘Yo, Julia’, la ciudad de Roma, como personaje, tiene más presencia que en otras novelas anteriores de Posteguillo. «Es posible que la tenga, pero yo diría que más que la propia ciudad y su aspecto físico, lo que cobra mayor relevancia es que allí ocurren más cosas que antes. El entramado de luchas por el poder en Roma casi se transforma en un personaje, porque el nivel de intrigas, cambios de bando, corrupción y traiciones es muy intenso en esta novela».

PASADO Y FUTURO

Tras el Planeta, la carrera literaria de Posteguillo se encuentra en su momento más álgido. Comenzó a publicar en 2006 y lleva doce años de éxitos y premios ininterrumpidos. Parece claro que sus expectativas se han cumplido en buena parte, pero ¿se han cubierto todas? «Como Julia, uno es ambicioso y estoy contento y satisfecho, particularmente con el Premio Planeta, incluso pienso que he superado las expectativas literarias que tenía cuando comencé. Ahora bien, a partir de ahí mantengo ciertas ambiciones como son llevar al cine alguna de mis novelas, conseguir una traducción al inglés que tenga impacto en el mundo anglosajón y avanzar en el incremento del prestigio de la novela histórica». También es posible que todavía veamos publicada alguna nueva novela suya sobre Julia Domna. «No lo sé. Concibo mis obras como muy extensas. Si quieres contar bien una historia has de hacerlo de ese modo. En cien páginas no se pueden explicar y he de hacerlo en setecientas, utilizando para ello un lenguaje dinámico y entretenido, cruzando historias, cambiando de tema, dibujando capítulos con final cargado de suspense, con una trama central atravesada por subtramas para mantener al lector enganchado y conseguir que lea trescientas páginas casi sin darse cuenta». Y todo sin abandonar la docencia, porque Santiago Posteguillo prosigue con su trabajo de profesor en la UJI de Castellón. «Regresé hace un par de días de México y ayer ya di clase de nuevo. Los alumnos no pueden esperar».

‘Yo, Julia’, el Premio Planeta de 2018, es toda una realidad. Como cada año por estas fechas, hace semanas que está en las librerías y ocupa los puestos más altos de las listas de libros más exitosos. Santiago Posteguillo ha cumplido con su parte. La decisión no ya de admirarse ante el personaje de Julia Domna, sino incluso de enamorarse de ella, depende sólo de cada lector, de cada lectora.