Como todos los años, una vez más Alba Fité presentó a los ganadores del Premio Planeta 2010 en Valencia. Su alocución fue muy breve, quizá más que nunca, y, tras agradecer nuestra presencia en el acto, señaló que le acababan de comunicar por teléfono que había entrado en prensa una segunda edición de ambas obras, lo cual significa que entre ‘Riña de gatos’, novela ganadora, de Eduardo Mendoza y ‘El tiempo mientras tanto’, novela finalista, de Carmen Amoraga, se han vendido ya más de 300.000 copias. Tras las intervenciones de los dos escritores, en las que explicaron los argumentos de sus obras y se mostraron muy contentos de estar en Valencia, especialmente Carmen Amoraga, que se encontraba en su tierra y en un acto en el que en ediciones anteriores ha oficiado como anfitriona, pude conversar con los galardonados durante unos breves minutos, pocos porque este año la organización andaba muy ajustada de tiempo, circunstancia a mi entender no imputable a la crisis, sino a la enorme expectación que el Premio Planeta sigue despertando en nuestro país.
Carmen Amoraga, escritora: “Valencia, como escenario de una novela, es tan válida como cualquier otra ciudad”
Herme Cerezo/SIGLO XXI, 28/11/2010
La novela finalista, ‘El tiempo mientras tanto’, narra la desafortunada relación entre una madre y su hija y el diálogo que se establece entre ellas a partir del momento en que María José sufre un accidente, entra en estado de coma y su madre siente la necesidad de recuperar el tiempo perdido. La novela habla del sentido de la vida, una vida que se precipita por un terraplén sin freno posible y de las segundas oportunidades, que siempre aparecen en momentos inesperados. ‘El tiempo mientras tanto’ es una novela de personajes, de cómo cada uno de ellos vive la historia y de su relación con los demás.
Periodista, escritora, tertuliana, jefa de prensa, madre, concejala, ¿te queda tiempo para escribir ... y para dormir?
Escribo no sé cuando, pero lo hago y lo he hecho. Ésta es la prueba -señala su novela con una sonrisa-. La verdad es que he tenido mucha ayuda porque la tata, que cuida a mi hija, y mi madre me permiten hacerlo. Y sí, sí que duermo.
Dentro de la escritura, ¿en qué registro te mueves más a gusto?
Es difícil de decidir porque es como si tuviera que elegir entre comer y beber. Son dos ocupaciones vocacionales que, a aveces, me cuesta llamarles trabajo. Si tuviera que quedarme con una sería escribir novelas, porque creo que es lo que hago mejor, pero sin desdeñar todo lo demás.
¿Es cierto que la noticia de tu premio no le ha sentado demasiado bien a alguien?
Mira, hay personas que tienen un techo muy bajo en esta vida y cuando alguien supera ese nivel le sabe mal. Pero este premio me ha servido, sobre todo, para darme cuenta de que hay mucha gente buena a mi alrededor que se ha alegrado con lo que me ha ocurrido.
¿Cuál es la primera imagen, el flash, que desencadena la escritura de ‘El tiempo mientras tanto’?
No fue una imagen, fue un pensamiento. Estaba embarazada y me puse a pensar cómo me gustaría que fuese mi relación con mi hija. Pensé que querría que fuera como la mía con mis padres, que no son mis amigos, porque yo creo que no han de serlo, pero siempre me han ofrecido su cariño y su presencia, nunca me ha faltado ni su apoyo, ni su aliento. Entonces me planteé que aunque fuera igual que mi relación con ellos, mi hija no podría saber cómo había sido la vida de su madre, o sea, la mía, antes de su nacimiento, porque es imposible. Di un paso más e imaginé que si esto era así, en caso de que se llevaran mal, la cosa sería horrible y de ahí surgió todo.
Aunque existen, las relaciones difíciles entre madre e hija no son demasiado frecuentes, ¿no?
En mis novelas, normalmente, las madres no tienen una buena relación con sus hijas. Yo quería que tuvieran una relación enfrentada, sobre todo porque ambas, sin saberlo, se parecen mucho entre sí. La madre es una mujer como muchas que nos encontramos por la calle, una señora amargada de esas que cuando te saludan parece que te están dando una bofetada.
En la novela, la relación está tan degradada que a la madre se le ha olvidado cómo hablarle a su hija.
Sí, a la madre le cuesta hablarle incluso a un cuerpo inmóvil, pero justo en ese instante es cuando las dos rompen su silencio, es cuando ella, de alguna manera, le cuenta a su hija lo que piensa y cuando María José hace lo propio aunque sea en silencio, porque está en coma, pero no muerta. Este diálogo permite que se conozcan un poco mejor, que reflexionen sobre sí mismas.
Desde pequeña, María José gozaba de mala salud, en cierto sentido parecía encaminada hacia un final trágico de su vida, ¿tu obra está basada en un hecho real?
Lo cierto es que María José, la protagonista, no tuvo suerte en la vida, como a mucha gente le ocurre. La novela no está basada en un hecho real concreto, sino en muchos hechos reales, como son los casos de Sonia, fallecida en un accidente de moto, o de Goumba, un senegalés tetrapléjico. Por supuesto, los nombres están cambiados.
En el libro, un sacerdote dice: “La diferencia entre la vida y la muerte es más difusa de lo que uno cree”, ¿es así en la realidad?
¿Cuándo muere María José realmente? A veces estar muerto o no sólo es cuestión de terminología médica. Cuando tienes muchos sueños en la vida vas rindiéndote, vas muriendo poco a poco, pero tienes que reinvertarte para seguir viviendo.
‘El tiempo mientras tanto’ también es un canto de esperanza, un canto a las segundas oportunidades.
Yo creo firmemente en las segundas oportunidades, reivindico el error como método de aprendizaje en la vida.
La novela se ubica en tu tierra, en Valencia
Me gusta mucho que una novela mía me genere a mí misma empatía como lectora. Efectivamente sale Valencia, El Perelló y el Hotel Astoria donde estamos ahora. Reivindico esta ciudad como escenario literario, porque es tan válida como Madrid, Barcelona, Londres o Nueva York.
Presentaste la novela al concurso bajo el seudónimo de Lord Jim, ¿por qué?
Lord Jim es el nombre de mi perro y le puse este nombre porque el primer día que llego a mi casa devoró esta novela completa. Me gustó y lo escogí como seudónimo.
¿El Planeta que vemos o intuimos desde fuera es muy distinto del Planeta real?
Ya había estado en la gala del Planeta en otras ediciones como periodista cubriendo el evento y la verdad es que se pasa bien. Acudí a la cena sabiendo ya que era finalista, lo supe esa misma tarde, y estuve muy tranquila todo el tiempo porque, además, te tratan fenomenal.
Terminamos. He leído por ahí que soñabas con ser finalista del Planeta, no su ganadora. Ya lo has conseguido, ¿qué viene ahora?
Cuando no podía dormir, soñaba despierta que era finalista, porque soy muy imaginativa. Creo que la carrera de escritor es muy larga y a mí no me gusta correr. Después del Planeta no viene nada, seguir escribiendo como lo he hecho siempre. Lo que ha cambiado es que desde el 15 de octubre soy consciente de que puedo ganarme la vida con ello y que, además, creo que cuento con el respaldo de una gran editorial.
Eduardo Mendoza, escritor: “Un protagonista extranjero da mucho juego, aporta un punto de vista libre y sin prejuicios”
La novela ganadora del Premio Planeta 2010, ‘Riña de gatos’, de Eduardo Mendoza, se centra en la visita a España de un súbdito inglés, Anthony Whitelands, experto en obras de arte, que viene a realizar la tasación de un supuesto cuadro inédito de Velázquez. Su llegada a Madrid se produce en marzo de 1936, cuando ya se estaba fraguando el golpe militar que desembocó en la Guerra Civil Española, cuando los ánimos comenzaban a exaltarse, cuando la capital de la II República era un hervidero de grupos de tendencias políticas opuestas, enormemente recelosos entre sí.
¿Por qué otra novela sobre la Guerra Civil?
La Guerra Civil tiene, ha tenido y tendrá un gran interés para todos nosotros. He querido tratar este asunto en clave ligera, bajo una perspectiva humorística, apartar nuestra perspectiva actual, demasiado personal, y dejar paso a un acontecimiento que cada vez más forma parte de la Historia, Historia con mayúscula. El libro lo he escrito en año y medio, pero su proceso de maduración ha sido mucho más largo, porque la primera idea me surgió en 1984.
Azaña y José Antonio aparecen en las páginas de ‘Riña de gatos, especialmente este último desempeña un papel importante.
Me interesaba algo muy español que hay en la figura de José Antonio. Pero no lo que él se creía de sí mismo, sino esa alegría tan nuestra con la que decidió que lo que le convenía a España era el fascismo, sin saber lo que significaba, y que valía la pena promover una guerra para imponer algo que no se conocía bien. Me apetecía hablar de alguien que pasó y resultó un mito vacío, que llenó calles y calles de las ciudades españolas con su nombre, un nombre que, finalmente, sólo sirvió para entonar gritos. José Antonio y Azaña eran como el Gordo y el Flaco: uno guapo, simpático y tontaina y el otro feo, antipático y verdaderamente inteligente.
En ‘La verdad sobre el Caso Savolta’, ‘Sin noticias de Gurb’ o en esta misma novela aparece un extranjero, ¿qué valor le aporta a sus obra el punto de vista de un foráneo?
Un personaje extranjero da mucho juego. Es como un detective que va alumbrando diferentes escenas y que llega a todas partes. Como técnica literaria resulta algo muy práctico. Además, como carece de prejuicios y se siente un poco desvalido, su punto de vista es interesante y libre y lo único de lo que puede valerse es de su propio talento.
En algún lugar he escuchado que a Vd. le gusta sentirse extranjero, ¿tiene algo que ver con esto?
No creo, aunque es verdad que me gusta sentirme extranjero. He vivido en Londres y Nueva York durante muchos años. Pero eso no quiere decir que sea un mal marido o un mal padre, no tiene nada que ver, únicamente significa que hay personas que son sedentarias y otras nómadas, y yo me siento nómada. Me gusta vivir fuera de casa.
Volvamos a la novela, ¿por qué precisamente un inglés como Whitelands?
Porque al estereotipo inglés se le supone una cierta imparcialidad y, aunque suene tópico, posee igualmente una connotación de tipo flemático poco dispuesto a dar la razón al primero que llega, un hombre imparcial, ni ignorante ni tonto, como buen inglés bastante golfo y que se pasa la mitad de tiempo juzgando con su mentalidad de Cambridge y la otra mitad borracho en casas de mala nota. Todo eso le proporciona un conocimiento bastante completo de la situación.
El humor, la ironía son un punto fundamental en sus novelas, en ‘Riña de gatos’ también.
El humor es un punto de vista del que un autor ya parte antes de escribir una obra. No es algo que yo utilice para aligerar la densidad de un texto, sino una postura previa que está presente en todas mis novelas, sobre todo cuando trato temas trascendentes.
Madrid, punto de agitación y de activismo, de comunistas, de anarquistas, de socialistas, de falangistas, de espías ... ¿hay un guiño a ‘Casablanca’ en su novela?
‘Casablanca’ siempre me atrajo por la intriga que la envuelve. La idea de hacer una novela de espías tipo Casablanca ha sido uno de los motores para escribir ‘Riña de gatos’. La intriga permite mover bien toda la acción, es un género muy agradecido, aunque también hay que llevar cuidado para que todos los cabos queden bien atados.
Vd. ha escrito mucho sobre Barcelona y ahora sobre Madrid, ¿qué diferencias literarias encuentra entre una y otra ciudades?
No es la primera vez que cambio de escenario. Cambiar de vez en cuando me parece estimulante. Al escribir de Madrid pretendía que fuese un escenario verdadero, pero no la protagonista de la novela como quería que ocurriese con Barcelona en otros libros. Deseaba contar la atmósfera que se vivía en Madrid durante aquellos meses de 1936. No es mi ciudad pero sí forma parte de mi vida personal porque tengo familia allí y acudo regularmente de visita. Creo que conozco bien sus barrios y me ha interesado mucho reconstruirla basándome en mis experiencias y mi imaginación, no siguiendo un mapa simplemente. Ambientarse en Madrid es parecido a documentarse sobre personajes, una experiencia enriquecedora.
Hablando de estas dos ciudades, el próximo lunes, a las 21.00 horas, el Barça y el Real Madrid se enfrentan, ¿qué va a pasar en este encuentro?
La verdad es que no lo sé, pero estoy preocupado, muy preocupado. Está abierto el partido, se admiten apuestas, no quiero pensar en una posibilidad sólo quiero pensar en la otra y estoy convencido de ella. En cambio, lo que ocurra el domingo me trae sin cuidado.