Jorge Molist (Barcelona, 1951) tiene nueva novela en el mercado: ‘Prométeme que serás libre’, editada por Temas de Hoy. Desde que comenzó su carrera literaria, ha publicado ya varias novelas con éxito: ‘Los muros de Jericó’, ‘Presagio’, ‘El anillo’ y ‘La reina oculta’. Precisamente, de estos dos últimos títulos ha conseguido vender más de un millón de ejemplares, lo que le ha permitido dedicarse plenamente desde el año 2008 a la escritura, tarea que compatibilizaba hasta entonces con otras profesiones. “En este mundo las etiquetas son muy relativas. Ejercí de ingeniero industrial en una empresa antes de terminar la carrera, aunque procuré introducirme en el departamento de personal porque, de alguna manera, ya entonces huía de la técnica. Cuando tuve el título universitario en mi bolsillo, decidí dedicarme a otra cosa. Estudié negocios y trabajé en el área comercial pero, desde los catorce años, tenía claro que yo quería ser escritor. Y, mira por donde, en el invierno echas hojas verdes”. A veces la realidad del oficio que uno desea ejercer se confunde con la idealización del trabajo deseado. “En mi caso no ha sido así, yo ya sabía a dónde iba. Mi primera novela comencé a escribirla el 1 de enero de 1996 y, durante mucho tiempo, hasta que pude dedicarme por entero a la literatura la alterné con otras actividades”. Han transcurrido quince años desde 1996, tiempo suficiente para establecer los parámetros esenciales de una trayectoria literaria como la suya. “Mi estilo ha cambiado. Además de que haya aprendido y madurado técnicamente, creo que he evolucionado como escritor porque lo he hecho como persona. Si mi padre me hubiera apoyado desde pequeño, probablemente hubiera contado otras cosas y no hubiera podido escribir como lo hago actualmente. Ahora, quizá, soy capaz de reflejar sentimientos más profundos que antes y he podido experimentar con varias voces narrativas, primera y tercera personas sueltas o intercaladas”.
EL GÉNERO HISTORICO
Jorge Molist se ha especializado en el género histórico, un territorio en el que se encuentra cómodo y a gusto, y que le permite interrogarse sobre nuestro pasado. “La Historia me atrae porque ese dicho que dice que la realidad supera a la ficción es verdad. Por ejemplo, ahora estoy centrado en 1492 y en el Renacimiento y sucede un montón de acontecimientos: la Conquista de Granada, la Expulsión de los judíos, el Descubrimiento de América, un valenciano es nombrado Papa... Todas estas cosas son muy novelescas, pero el Descubrimiento de América aportó tanta luz que ocultó muchas páginas interesantes de nuestra historia”. Barcelona, su ciudad de nacimiento, desde el punto de vista literario ha alcanzado un nivel muy alto. Alguien ha escrito que la ciudad condal sí que tiene quien le escriba, cosa que no ocurre con otras capitales como Valencia, donde transcurre esta entrevista. “Barcelona empezó a ser conocida con motivo de las Olimpiadas de 1992. Yo trabajaba entonces en Estados Unidos y desde allí me daba cuenta de la proyección que iba adquiriendo. Compitió con otras ciudades muy importantes, como París, por ejemplo, para ser la sede de los juegos y eso le vino bien. Desde entonces, Barcelona se puso en el mapa y en la literatura adquirió un toque romántico que la hizo muy literaria. Yo creo que Valencia puede alcanzar un nivel similar en cualquier momento. Residí aquí durante dos años y estuve muy a gusto”. Jorge Molist se siente muy interesado por el esplendor de la Valencia del siglo XV. “A mí me atrae mucho la historia de los Borgia, pero bien contada, no la que han narrado los escritores italianos que han llenado de calumnias la vida de esta familia. Me indigna ver lo que ha hecho Mario Puzzo con los Borgia, porque abunda en la leyenda negra de España, en este caso concreto de estos papas valencianos. Hay que estudiar profundamente el tema y escribir sobre ello”.
‘PROMÉTEME QUE SERÁS LIBRE’
‘Prométeme que serás libre’ principia una mañana de 1484 cuando una galera pirata asalta la aldea de Llafranc. Ramón Serra muere defendiendo a su familia, pero no puede impedir que su esposa y su hija sean raptadas. En su agonía le dice a su hijo, Joan, de doce años: “Prométeme que serás libre”. Al perder a su familia, Joan, huye a Barcelona, una ciudad en principio hostil, donde conoce a Anna y trabaja como aprendiz en la librería de los Corró. Son tiempos convulsos, de guerras y revueltas en los que la Inquisición cambiará de forma dramática su vida. Cerdeña, Sicilia, Nápoles, Roma y Génova serán los escenarios por los que discurra la particular odisea del muchacho, siempre sumido en su lucha desesperada por el amor y por cumplir la promesa hecha a su padre. Molist ha escrito ‘Prométeme que serás libre’ en castellano. “Aunque soy catalán, llevo muchos años fuera de Catalunya y en mi época no se enseñaba el catalán en la escuela. De mis anteriores libros, he vendido proporcionalmente más fuera de Catalunya que en mi tierra. En esta novela ya veremos qué ocurre. A mí lo que me interesa es que la lea mucha gente”. El propio título de la novela proporciona indicios de los propósitos que se fijó el autor al escribirla. “El título tiene varias lecturas. Si nos fijamos, en la portada la palabra ‘Prométeme’ está escrita con caligrafía y trata un poco de la búsqueda de la libertad, no sólo física, sino también de trabajo, de lectura, incluso en algún momento el libro habla de libertad sexual. La libertad, de alguna forma, es muy peligrosa cuando se relaciona con el poder, que acostumbra a limitar la libertad de los demás. Prueba de ello es que la libertad que ha dado Internet a los países el Norte de África ha terminado por derribar al poder, que es lo mismo que ocurrió en su momento con la imprenta, con la Revolución Francesa… La libertad y el poder siempre se han llevado mal”.
LIBREROS ANTIGUOS
Los libros, “que tienen cuerpo y alma”, también ocupan un lugar importante en ‘Prométeme que serás libre’. Los Corró, una familia barcelonesa de libreros de gran raigambre, cobran relieve propio en la narración. “Los libreros de aquella época eran muy distintos a los de hoy. Generalmente tenían un taller de encuadernación, fabricaban libros en blanco para que se escribieran los textos sobre ellos, aunque también vendían libros impresos en imprenta o manuscritos. Tenían que saber latín, porque los libros que llegaban del extranjero estaban escritos en latín, que era la lengua franca. También había traducciones en lenguas vulgares, como las de la Biblia, que la Inquisición se encargó de quemar para que no pudiera ser leída. Algunos libreros terminaron en la hoguera por vender libros prohibidos por el Santo Oficio. Son personajes que merece la pena poner en circulación porque no encontraríamos tipos ficticios más interesantes”. Joan, el protagonista, comienza a trabajar como aprendiz en el negocio de los Corró y Jorge Molist debutó en el mercado laboral como aprendiz de imprenta, la similitud parece cantada. “Joan tiene bastante de mí en esa época. Cuando yo empecé a trabajar aún se montaban los libros letra a letra y los tipos se colocaban al revés. El espíritu de gremio y las novatadas que me gastaron a mí había que reflejarlos en el libro. Han pasado muchos años y todo ha cambiado mucho, pero aquella imprenta estaba más cerca de las imprentas del siglo XV que de las de ahora”.
INVESTIGACIÓN Y ESCRITURA
Todo libro histórico, casi por definición, requiere de un periodo de escritura y otro de documentación. Al autor barcelonés le entusiasman ambas fases del proceso creativo. “Me lo he pasado bien de las dos formas. Investigas mil y escribes cien porque, como escritor, has de exigirte un rigor a ti mismo. Por mucho que hayas investigado no puedes castigar al público con toda la información que posees, has de seleccionar. Para trasladarle todos los detalles al lector y contarle cómo se vivía entonces, he utilizado los ojos de un niño”. Durante la escritura, Molist no es un escritor que se deje llevar. Su trabajo obedece a un planteamiento más o menos preestablecido desde el principio.“Los ejes que tomo son el inicio y el final. Necesito saber dónde y cómo va acabar la novela. Si cambio el final he de cambiar el principio. Al lector debo darle un relato cerrado, sin divagar, en el que quede la menor cantidad posible de cosas sin resolver”. A pesar de la selección y de los recortes, de ese objetivo de contar lo imprescindible, ‘Prométeme que serás libres’ es un libro voluminoso, más de setecientas páginas. “En un libro puedes incluir muchas cosas, pero la novela ha de fluir, has de ser ameno. El peor pecado que puede cometer un autor es aburrir. El lector, que llega cansado a casa, ha de tener ganas de enfrascarse en la lectura del libro y olvidarse de sus problemas diarios”.