‘El año en que me enamoré de
todas’ es la novela, editada por Espasa, con la que el escritor barcelonés Use
Lahoz ha ganado el Premio Primavera 2013. Es la historia de Sylvain Saury, un
joven parisino adicto a la vida que se acerca peligrosamente a los treinta y
que sufre el síndrome de Peter Pan. Tiene muchas virtudes: es sensible,
bilingüe y sabe hacer amigos, pero también tiene grandes defectos: en
cuestiones de amor no consigue pasar página, tiende a meterse donde no le
llaman y el verbo ‘madurar’ le asusta. Cuando recibe la propuesta de un trabajo
mal pagado en Madrid no se lo piensa: prefiere vivir allí a salto de mata que
hacerse adulto en París. Además en la capital de España vive Heike Krüger, su
exnovia alemana, a quien no ha conseguido olvidar. Con el ganador del premio, a
media tarde, pude conversar durante unos minutos en la cafetería del Hotel
Astoria de Valencia.
Use,
¿tú cuándo escribes?
No soy como esos escritores
que llevan su ordenador a cuestas y teclean en cualquier parte. Me levanto a
las cinco de la mañana y me pongo a trabajar. A las diez de la noche ya estoy
durmiendo. Escribir es esfuerzo continuo, método, constancia, rutina, la
inspiración está pasada de moda, es una gilipollez. Me siento muy feliz de
levantarme tan temprano para ponerme a escribir.
¿Siempre ha sido importante la literatura para ti?
Sí, la literatura me despierta, me hace ver la vida de otro modo, me abre los ojos y me proporciona equilibrio. Cuando tenía quince años yo era un desastre. Suspendía todo, no sabía qué hacer. Mi madre sufría por mis malos resultados hasta que una profesora escribió en la pizarra: ‘Zalacaín el aventurero’ de Pío Baroja, lectura obligatoria. Me compraron la novela, la leí y me cambió la vida.
¿Siempre ha sido importante la literatura para ti?
Sí, la literatura me despierta, me hace ver la vida de otro modo, me abre los ojos y me proporciona equilibrio. Cuando tenía quince años yo era un desastre. Suspendía todo, no sabía qué hacer. Mi madre sufría por mis malos resultados hasta que una profesora escribió en la pizarra: ‘Zalacaín el aventurero’ de Pío Baroja, lectura obligatoria. Me compraron la novela, la leí y me cambió la vida.
A
propósito de esto, en algún lado he leído esta frase tuya: “la literatura es un ajuste de cuentas con la vida”.
Sí, no se escribe para
exorcizar ni otras cosas por el estilo, sino para ajustar cuentas contigo mismo
y con la vida. En ‘El año que enamoré de todas’ hablo de todo lo que he
perdido.
¿Qué
sensación produce ganar un premio tan importante como el Primavera?
No sé, al principio sientes
un subidón, mucha ilusión, todo el mundo te llama y no te lo esperas, aunque
seguro que dura más el deseo de ser premiado que el hecho de ganar en sí. Es
como hacer el amor, el orgasmo dura poco y los preliminares, el ansia, mucho más. Si encima el premio lleva un
nombre tan bonito como este, Primavera, mejor todavía. La felicidad real de este oficio está en el
proceso de creación, en la escritura de la novela. También es genial poder
llegar a más lectores y que los compañeros que forman parte del jurado, a
algunos de los cuales tú has leído con anterioridad, reconozcan tu trabajo.
¿Y
el dinero?
Es importante pero no tanto,
porque uno no escribe por dinero. El problema viene después, cuando te enteras
que tu agente y Hacienda se llevan lo suyo, pero aún así, con la que cae, mola.
¿Al
premio te has presentado o te han presentado?
Me presenté yo, me dije vamos a probar y envié
el texto. Luego me llamaron para decirme que había ganado. ¡Fenomenal!, pensé.
Pero hay que tener los pies en el suelo. En esto de los premios nadie es mejor
que nadie, todos somos iguales. Si un libro no funciona, la editorial no vendrá
después a echarme una mano, solo lo harán mis amigos.
Un
curioso personaje de la novela, Mr. Tatin, recompone corazones, pero
exactamente qué es: ¿un cardiólogo, un mecánico, un “mecacardiólogo”…?
“En esto de los premios nadie es mejor que nadie, todos somos iguales”.
Hablabas
de la felicidad del proceso creativo, ¿qué significa para ti crear?
Durante la escritura nunca
sé lo que va a ocurrir. Dispongo de un mapa pero no uso brújula. No preparo
fichas ni nada por el estilo. En este caso sabía que empezaría a hablar de un estudiante obsesionado por vivir en
Madrid pero que reside en París. Este personaje ya aparecía en mi novela ‘La
estación perdida’, es de mi generación y
tengo muchas cosas en común con él. Buscaba construir una novela
optimista, distinta de las anteriores, que eran muy duras, y que deseaba contar
el proceso de maduración del protagonista. También ignoraba que aparecería un
manuscrito, pero pronto me di cuenta que, si no lo introducía, la narración sería
una sucesión de anécdotas y poco más. He conseguido que la evolución de Sylvain
se vertebre en torno al manuscrito, lo que constituye mi particular homenaje a
la literatura.
Pero
Sylvain no es el único personaje de tus novelas que repite papel, por decirlo
así.
Como he pasado muchos ratos
junto a mis personajes, formamos un mundo y como los tengo tan interiorizados,
pienso que les debo algo. Los conozco mejor que a algunas personas. Por eso les
hago guiños que a mí me divierten y que hacen que todavía me crea mucho más lo
que escribo.
¿Por
cierto, Use Lahoz está en todos los personajes, diluido, o concentrado en uno
solo?
Con el personaje con el que
más parecido tengo es con Sylvain, el narrador, que siempre tiene mucho que ver
con el autor. La experiencia acumulada en la vida es una de las herramientas
que el escritor tiene a su alcance.
¿La
aparición del manuscrito ha supuesto la introducción de una novela dentro de la
novela, o sea, escribir dos novelas a la vez?
Bueno, en realidad se trata
de una nouvelle escrita por un
artesano, porque para mí la novela es más producto de un artesano que de un
artista. Por eso hago que el escritor sea un pastelero, ya que así me permite
describir la magia de este oficio que es mayoritariamente autodidacta.
Ambos
textos, novela y nouvelle, están
escritas en primera persona, ¿qué tal la experiencia?
El reto es complicado, pero
divertido. Este es el libro con el que mejor me lo he pasado, porque escribir
en primera persona es lo más difícil a la vez que lo más honesto. Es la novela que
mayor esfuerzo me ha exigido, porque una historia está escrita con prosa ágil y
líquida y la otra con estilo clásico y decimonónico. Ambas, además, confluyen
en un mismo punto. La estructura también era complicada porque se desarrolla en
un solo año, en un mismo espacio y termina redonda, ha fluido sola. Si la
hubiera planificado así, no me habría salido.
Atendiendo
a una respuesta anterior tuya, ¿no se puede aprender a escribir asistiendo a
talleres literarios?
Este oficio creo que se
aprende leyendo, escribiendo y equivocándote. En mi primera novela lo contaba
todo, fui demasiado explícito. Sin embargo, su escritura me enseñó lo que no
había que hacer, porque el arte de narrar consiste en saber callar a tiempo.
¿Y
las lecturas de un escritor no pueden llegar a condicionarle su trabajo?
Uno nunca escribe con la
intención de copiar a otro. Al leer nunca pienso en eso, lo que ocurre es que
conservas el poso de todo lo que has leído y eso no se puede evitar. Leer es
bueno aunque mientras escribo no leo o no leo mucho. En la novela hay un
personaje que se pasa todo el tiempo diciendo “Pobre Jocelyn, pobre Jocelyn”. Esa frase, que surgió
espontáneamente, la pronuncia Quimet, uno de los protagonistas de mi novela favorita,
‘La plaça del Diamant’ de Mercé Rodoreda. Gracias a ese detalle me di cuenta de
lo interiorizado que tengo yo ese libro.
Tu
prosa mezcla frases que suenan clásicas, pero rematadas con giros que solo
podría escribir un autor de 2013.
Siempre me dicen que soy un
escritor muy clásico. ‘Los Baldrich’ era una novela clásica y, de repente, en
la página 90 aparecía el narrador que era yo. Me salió así de espontáneo. Me
gusta jugar con eso porque mis referencias son Galdós y Flaubert, pero también Paul Auster.
“Este es el
libro con el que mejor me lo he pasado, porque escribir en primera persona
es lo más difícil a la vez que lo más honesto. Es la novela que mayor
esfuerzo me ha exigido”.
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¿’El
año en que me enamoré de todas’ es una novela dedicada a la generación de los
Erasmus?
Los protagonistas de la
novela en realidad pertenecen ya al posterasmus. Son tipos que no han superado
el hecho de gozar de tanta libertad para viajar. El Erasmus también ha creado
muchos dramas: te enamoras de quien no debes; te vas y vives en Alemania pero
no eres de allí; vuelves con una holandesa que has conocido en Portugal…
¿Es
también una novela viajera?
El viaje siempre está
presente en mis novelas. El amor, la muerte, el exilio, la infancia y la
familia, que por otro lado son los grandes asuntos de la literatura universal,
son mis temas y me muevo entre ellos. Pero no soy escritor gracias a que he
viajado mucho. Pla y Proust no viajaron y, sin embargo, nos legaron unos
relatos maravillosos.
Para viajar hace falta una
estación y en la página 24 encontramos esta frase que invita a la reflexión: “Ella opina que en las estaciones puede
pasar de todo, que son como ciudades a menor escala, un mundo por el que
transitar con los ojos abiertos y predispuesto a las sorpresas porque una vida
sin estaciones no es nada”.
Las estaciones son muy
importantes en mi vida, me sugieren la idea de lo desconocido, de comenzar de
cero. Las estaciones son un tópico, pero es cierto lo que se dice de ellas y
los momentos que vives allí, los nervios que pasas y la inseguridad que
sientes, son únicos.
Tal
y como anticipa el título, ¿Sylvain se enamora de todas?
Sylvain no se enamora de
todas. Eso es un truco del título que solo se comprende al llegar al final de
la novela. Además, clínicamente, sería imposible hacerlo. Con lo que se sufre
con una mujer, imagínate con todas, acabarías en un manicomio. No es más que un
juego que está ahí, en el libro.
“La
experiencia acumulada en la vida es una de las herramientas que el escritor
tiene a su alcance”.
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Mr. Tatin es una metáfora. Solo
es una buena persona, un buen amigo, un buen consejero ante el que Sylvain se
desnuda. Mis personajes son siempre gente sensible, humilde que precisan el
afecto y la ayuda de los demás.
La
última: ¿qué nuevo proyecto literario bulle ya en tu cerebro?
Tengo una cosa nueva aunque
todavía no sé si la voy a seguir desarrollando o no. Es un proyecto que comencé hace tiempo pero
que lo he parado porque no me gusta escribir a rachas, prefiero despachar toda
la promoción de una vez, hacerla bien y, después, encerrarme y sentarme a
escribir de un tirón.
Herme Cerezo/SIGLO XXI, 15/04/2013
SOBRE USE LAHOZ
Use
Lahoz nació
en Barcelona en 1976. En 2009 publicó su obra ‘Los Baldrich’, con la que fue nombrado
Talento FNAC y que tuvo una excelente acogida por parte de los lectores y la
crítica. Es autor también de las novelas ‘Leer
del revés’ (2005),
distinguida en el Festival du Premier Roman de Chambèry y ‘La estación perdida’ (2011), así como
de los libros de poemas ‘Envío
sin cargo’ (2007) y
‘A todo pasado’ (2010).
Es colaborador habitual en
El Viajero de El
País y en otros medios nacionales y latinoamericanos