‘Por si se va la luz’, de Lara Moreno, editada por Lumen, nos habla del regreso al
campo como forma de supervivencia, tema absolutamente vigente en plena crisis, y de la relación entre los distintos
personajes de la novela, sus sistemas de dependencia humana y los cambios que
surgen por los inevitables roces de la convivencia. El argumento sitúa la
acción en un pueblo abandonado en un lugar desconocido de nuestro país al que llegan
Martín y Nadia, una pareja de treintañeros urbanitas que han decidido romper
con todo para intentar sobrevivir lejos del complejo sistema urbano y
neoliberal en decadencia en el que se han convertido las ciudades. Ambos se
enfrentan al pequeño pueblo como si hubiesen retrocedido un siglo: hay luz
eléctrica y hay agua corriente, pero no mucho más. Desde hace mucho tiempo lo
habitan tan solo tres personas. La llegada de los nuevos habitantes traerá
luces y sombras a la comunidad, hasta llegar a un sorprendente final. Con Lara
Moreno compartí la sobremesa en un céntrico establecimiento de la ciudad de
Valencia, hablando de su primera novela y de lo que para ella significa el
mundo de la literatura.
Lara, aunque ya has publicado cuentos y poemas, ahora debutas con una novela, ¿qué es para ti escribir?
Podría decir algo tan básico como que escribo
porque no tengo más remedio, pero ahora lo hago como consecuencia directísima
de mi amor por la lectura. Escribo mejor que hablo, con lo que no quiero decir
que escriba bien sino que es una forma de expresión con la que siempre me he
sentido muy cómoda, que me sale de modo natural. Escribir ha sido siempre mi
gran pasión, mi gran deseo. La experiencia de hacer una novela ha sido
satisfactoria y estimulante. He pasado cuatro años escribiendo y corrigiendo.
¿Te ha resultado
muy difícil publicar tu opera prima,
cosa complicada en estos tiempos?
La verdad es que yo no he sufrido la aventura
de publicar. He tenido mucha suerte porque no me ha costado nada, lo cual me
sorprendió mucho.
‘Por si se apaga
la luz’ no viene recomendada por críticos literarios, sino por los
profesionales del libro, por los libreros, ¿qué significa este aval para ti?
Nunca había visto a libreros hablar de
libros. Me parece algo muy original, cercano y real en el sentido de que los
libreros son elementos esenciales del mercado literario, son los que están a
pie de calle y conocen a sus clientes. Todo partió de una estrategia de la
editorial Lumen que allá por el mes de mayo hizo una edición del libro y la
movió únicamente entre ellos. Ahí comenzó la difusión de la novela.
Dice una librera que “Lara irrumpe, ansiosa y atrevida, con
frescura de tintes clásicos… Sería un pecado perderse esta nueva voz”. Eso
huele a literatura pura, ¿eso es bueno o malo?
Entiendo que la literatura como cualquier
otra cosa pura poco tiene que ver con el mercado. Es verdad que ha habido gente
que ha vivido de su literatura pero, en mi caso al menos, tengo completamente
fuera de mi cabeza que no voy a vivir de escribir y lo hago con libertad
absoluta.
El libro habla del
regreso de la gente al campo. En España la gente vive mayoritariamente en
ciudades pero también lo hace en pueblos.
Desde el principio hay que tener bien claro
que no es una cosa tan rara. De hecho hace veinte o treinta años todo el mundo
hacía lo contrario y se iba a vivir a las ciudades. La vida sigue en los
pueblos como siempre. Comparan mi libro con el de Jesús Carrasco, que no he
leído, porque también transcurre en un pueblo, pero en mi novela la propuesta
es un poco más radical, porque se desarrolla en un lugar abandonado que solo
habitan tres personas. Mi análisis va más allá y la acción se plantea en un
futuro, suponiendo que entonces las ciudades estén un poco más devastadas.
¿‘Por si se va la
luz’ es una novela reivindicativa?
Esta escrita con intención literaria. Todo lo
que atraviesa la literatura es un discurso a posteriori. Mi intención era hacer
literatura, escribir una novela, hablar de unos personajes y de un círculo
cerrado. Quizá puede haber algo, no totalmente intencionado, relacionado con el
malestar y el desasosiego que existe con respecto al sistema que nos toca
vivir. Como no se me ocurría cómo combatir ese desasosiego desde dentro, decidí
hacerlo escribiendo la novela e imaginándome un mundo “ideal” aunque sea un
poco sórdido.
¿De dónde sale el título: ‘Por si se va la
luz’?
El título de la novela es una frase que
aparece en el primer capítulo, aunque cuando la escribí no sabía que sería el
título. A partir de la amenaza de que se vaya la luz, de que se acaben los
recursos, empieza toda la cadena de metáforas que están contenidas en la luz.
Veo también la luz como algo que todos llevamos dentro.
En la narración alternas la primera y la tercera
personas, ¿por qué?
Al principio yo estaba acostumbrado a escribir
cuentos, un género en el que escoges el primer narrador que te sale. Pero en
una novela has de plantearte varias posibilidades antes de comenzar y la primera
persona es una de esas posibilidades porque te ofrece mucha libertad. Tenía
claro que pretendía que fuese una novela coral, porque acababa de leer un par
de ellas y me habían gustado mucho. Me interesaba que cada capítulo tuviese una
voz distinta, así me daba la impresión de que cada vez se abría y cerraba algo.
Además se parecía un poco a la técnica del cuento. Empecé con la primera
persona, luego la alterné con la tercera para darle un poco más de distancia a
la narración y espontáneamente salió el resto.
No es una novela autobiográfica. A priori
nunca he escrito nada que sea técnicamente autobiográfico, excepto cuando hago
poesía que es un género más personal. Sin embargo, una vez pasado el tiempo, he
releído mis relatos y me reconozco en ellos. En esta novela, quizá por ser la
primera, ningún personaje soy yo, pero sí que hay una gran parte mía en ellos.
Yo vivía en un pueblo de la Sierra de Madrid y de allí he captado el frío, el
olor y el calor de este territorio, pero nada más porque a los personajes he
buscado colocarlos en situaciones que jamás me habían sucedido a mí.
En el libro hay
mucho silencio, es una novela que no suena.
Me interesaba mucho el silencio, la soledad,
la radicalidad del aislamiento que viven los personajes. Cuando viví en la
Sierra allí nevaba mucho y la nieve tiene un silencio espectral. Creo que
cuando agudizas los sentidos descubres mucho silencio.
La última: ¿esta novela solo es un paso más
en tu evolución como escritora?
Sí es un paso más, pero me apetece mucho
escribir novela y ya he comenzado otra. El género de la novela es muy absorbente
y requiere mucha disciplina, así que mientras escribía ‘Por si se va la luz’ no
hacía relatos.
Lara Moreno (Sevilla, 1978) ha publicado los libros de relatos ‘Casi todas las tijeras’, ‘Cuatro veces fuego’ y los poemarios ‘La herida costumbre’ y ‘Después de la apnea’. Sus cuentos están recogidos en varias antologías, entre las que hay que citar ‘Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual’ y ‘Antología del microrrelato español. El cuarto género narrativo’. Es editora free lance e imparte talleres de escritura.