Flavia Company tiene obra nueva en las librerías, ‘Por
mis muertos’, un libro de relatos, editado por Páginas de Espuma, que ha
tardado cinco años en acabar porque “no
quería traicionar el espíritu oral de la tradición”. La escritura forma
parte de Flavia, que vive para construir novelas, cuentos, microrrelatos, poesía
y literatura infantil. Es su obsesión. Guarda en su mochila la pulsión de la
palabra, oral y escrita, y eso se trasluce en cómo fluye la narración y también
su discurso.
Flavia, escribes poesía, novela, cuento… ¿cómo clasificas
las ideas que te surgen para cada género?
Es un proceso interesante sobre el que reflexiono a
menudo. A veces me ayudan vuestras preguntas o las de mis alumnos. Lo cierto es
que no pienso nunca en cuentos ni en novelas, sino en unidades de sentido más
amplias, que son los libros. A la hora de escribir necesito otros puntos de
vista y por eso, en ocasiones, en lugar de capítulos escribo relatos. Como
ocurre en ‘Por mis muertos’, donde buscaba una visión prismática sobre el hecho
de contarnos, de relatarnos y de inventarnos a nosotros mismos. En realidad,
toda mi obra es un solo libro y cada nueva publicación que hago es una parte
más, un capítulo añadido. Todo eso tiene que ver con mi concepción del mundo y
de la literatura que es circular. Me siento como una estructuralista. Las
historias que cuento las pienso primero como estructuras y, a partir de ahí,
decido si va a ser novela o relato corto.
En otras
palabras, con tu obra estás creando un universo literario propio.
Exacto. Siempre lo hago, me fascina, vivo para esto.
El tema de las historias de ‘Por mis muertos’ podía haber constituido una
novela, pero no habría tenido tantos puntos de vista, porque la novela te ata a
uno solo y a mí me interesaba que todos estos relatos tuvieran un contexto.
Pero también es verdad que se observa una sensación de unidad.
La has
utilizado antes e insistes en ella, poliédrica es la palabra clave para ti,
¿no?
Efectivamente, las historias giran como si formasen
parte de un tiovivo. Todas están en la misma plataforma, dando vueltas, pero
cada una se agarra a su palo.
El hecho de
que alternes la primera y la tercera personas ¿tiene algo que ver también con
esa visión poliédrica?
Sí y además obedece al hecho de que tampoco quería que
fuese solo la historia de Andrea. Hay varias voces y no todas se identifican
con ella. En cada caso era importante encontrar una voz que ofreciera
información de los demás personajes. Para eso necesitaba la tercera persona.
Después de
lo hablado, preguntarte en qué género te sientes más a gusto suena absurdo.
Sí, totalmente, porque en realidad no los diferencio.
Los distingo desde el punto de vista de la técnica y de los recursos que voy a
emplear en cada uno de ellos. Pero a la hora de elegir el sistema de escritura
me guío más por la estructura que por cualquier otro elemento.
¿Por mis
muertos’ fue escrito de un tirón o los cuentos surgieron en momentos distintos?
Jamás tengo nada suelto. Nunca. Cuando escribo algo me
doy un tiempo para encontrarle un contexto porque sé que va a surgir. La
concepción de este libro nace de mi deseo de desaparecer. Aunque pueda parecer
contradictorio es así. Yo quería escribir unas historias que se contasen a sí
mismas, poniéndome al servicio de lo que es realmente la literatura, algo que
se cuenta a sí mismo, sin necesidad de que exista un creador. En esta ocasión
he avanzado un paso más hacia la realidad y me ha dado por pensar en la épica y
en la transmisión oral. La transmisión del conocimiento a través de la oralidad
es lo que me interesaba. Pero hoy en día ya no quedan grandes aventureros y la
épica surge a partir de héroes domésticos. Ocurre también que tengo la
sensación de que sí recupero la función catártica de la literatura, en el sentido
de que en estas historias existe una justicia poética literaria, que restablece
el orden universal en todos esos pequeños mundos.
Los relatos,
supongo que de modo consciente, están intercomunicados, con referencias de unos
a otros.
Sí, es totalmente consciente. Pero eso pasa en este y en
todos mis otros libros. El primer fragmento, el del abuelo, que está fuera de
la narración, pertenece a una novela anterior mía. Lo único que he hecho es
cambiar el nombre de Matías por el de Andrea. En mi actividad escritora me robo
a mí misma, porque mi concepción literaria es ese cúmulo de cosas, que se
repiten y se descontextualizan y vuelven a contextualizarse pero de otro modo.
“La realidad es la ficción que cada cual elige,
Andrea, y por eso hay que elegir muy bien las mentiras que uno se cuenta y le
cuenta a los demás y es importante que coincidan tanto como sea posible, ¿me
entiendes?” Este párrafo pertenece
al fragmento del abuelo que citabas antes. Es toda una declaración de
principios. ¿La realidad es la mentira que nos contamos cada mañana para salir
a la calle?
Totalmente y mi propuesta es que reconozcamos que
todos, absolutamente todos, mentimos, sin complejos, que nos vemos obligados a
rehacer nuestras historias a partir de nuestro aprendizaje. La escritora Grace
Paley dijo que “La verdad, cuando
encuentra su nivel, flota”. Es una frase total. A lo largo de nuestra vida
somos capaces de enfrentarnos a muchas verdades, verdades cada vez más comprometidas. Cuanto más nos
acercamos a la realidad menos necesitamos suplirla con palabras y, si en lugar
de mentirnos nos aceptamos, estamos en el buen camino. Somos pura ficción
cuando nos contamos, solo somos realidad cuando nos vemos. El gran reto de la
vida es llegar a ser. Si lo conseguimos, siempre estaremos aquí y ahora.
¿Mentimos inconscientemente?
Sí, pero adornamos la mentira y no sé si eso es tan
inconsciente. Si lo fuera, ¿por qué elegimos lo que contamos? Todos deseamos
que los demás nos quieran y por eso construimos una imagen. Estos cuentos
exploran la necesidad de tener esa imagen delante de los otros y la creamos
porque no somos felices, porque no somos sencillos. ‘Por mis muertos’ es una
defensa, tranquila y calmada, de la sencillez.
La idea de
que somos lo que somos ahora mismo, en cada instante, quizá entroncaría con la
postura que mantuvo a lo largo de su carrera Sergiu Celibidache, el célebre director
de orquesta, que no grababa discos porque afirmaba que el momento del concierto
era único e irrepetible, que nacía y moría en la sala de conciertos, compartido
entre la orquesta y el público.
Es algo muy parecido, pero yo he traicionado ese
espíritu. Soy consciente de que cada uno nace con un don. En mi caso es la
oralidad. Y debo agradecer ese don y darlo a los demás. Ocupar el tiempo y el
espacio, que es algo muy musical, solo se produce en un lugar y un tiempo
determinados. Una grabación es traicionar el momento y el lugar en que se dio
el concierto. En mi caso es una impostura porque es una representación de la
realidad, pero ahí está mi intento por desaparecer, por hacer que las historias
fluyan por sí solas y conseguir que el lector crea o sienta que no hay nadie
que se la cuenta.
En algunas
páginas has incluido códigos QR que nos remiten a una web o a una página de
Internet, ¿la lectura del libro queda incompleta sin este acceso a la Red?
El libro se puede leer sin los códigos QR. Ese dibujo
a pie de página crea en el lector una inquietud que a mí me sirve, porque le
lleva a preguntarse qué hay ahí. Si el lector los abre puede ver que le
trasladan a un lugar de Internet, otra realidad. Pero, ¿qué realidad? Una
realidad virtual. Yo le propongo un juego, el de preguntarle por qué se va a
creer lo que cuento en mis historias y no lo que hay en la Red. Con eso consigo
algo maravilloso para cualquier escritor: que la literatura se proyecte sobre
la realidad y que no solo sea verosímil, sino también real.
¿Esos
códigos QR desempeñan un papel similar al de las notas a pie de página?
Sí, son el complemento de la narración, son un juego
como te decía, un guiño al lector inteligente que busca más y quiere jugar.
Todo esto ya sé que da para pensar y para escribir un ensayo, pero ¡que lo
escriba el lector!
En el cuento
titulado ‘El destornillador de Texas’ tratas del miedo, ¿qué es el miedo para
ti?
El miedo es el antídoto de la vida, lo contrario. Yo
diría que la vida contiene la muerte y la muerte a la vida. El miedo es la
proyección de nuestra mente mal utilizada. Es una forma de hacernos infelices. Cuando
oyes un ruido en casa, en lugar de pensar que es una cañería que cruje, crees
que es un ladrón. El miedo es también el discurso del poder, la gran arma y la
gran baza del fascismo para crear intolerancia y cualquier tipo de fobia.
Otro relato,
‘¿Qué habrá sido de Moya?’, trata sobre la venganza.
Es lo que te decía sobre la justicia poética: la
justicia llega. Es un cuento que me gusta especialmente. Es como decir tú
confía. Si crees, todo guarda un orden. Hay un orden universal que es justo y
si tú ocupas un lugar que no te corresponde te expulsarán. Si te vas tú, serás
honrado, si no te deshonrarán. Creo de verdad en ello. Para mí Dios es la
justicia poética, el orden natural de todas las cosas.
En algunos
relatos juegas con una sorpresa final que, muchas veces, ofrece dos
posibilidades.
Me lo paso bien haciendo eso. A los lectores que les
gusta es porque disfrutan con que les cuenten historias, como me ocurre a mí.
Me interesan los cuentos de estructura clásica: planteamiento, nudo y
desenlace, un desenlace que incrementa la tensión para que al final suene una
última nota que te deje relajado.
La última
por hoy: ¿cuál será tu próximo proyecto?
Estoy escribiendo un libro, un libro complicado. Creo que
estructuralmente será una novela. El tema general girará sobre el hecho de por
qué no vemos lo que vemos sino lo que queremos ver. Está ubicado en dos épocas
distintas y tiene también un punto de conexión con estos cuentos.
SOBRE FLAVIA COMPANY
Nacida en Buenos Aires, Flavia Company (1963) regresó
a la tierra de sus abuelos, Barcelona, a muy corta edad. Francia, Holanda,
Brasil, Polonia, Alemania, Portugal, Italia y Estados Unidos han sido los
países que han traducido su extensa obra que abarca desde la novela (‘Saurios
en el asfalto’, ‘Luz de hielo’, ‘Dame placer’, ‘Ni tú ni yo ni nadie’,
‘Melalcor’, ‘La mitad sombría’, ‘La isla de la última verdad’ y ‘Que nadie te
salve la vida’) hasta el microrrelato (‘Trastornos literarios’), pasando por la
poesía (‘Volver antes que ir’) y la literatura infantil. El relato (‘Viajes
subterráneos’, ‘Género de punto’ y ‘Con
la soga al cuello’) es también uno de los géneros que domina, como demuestra en
‘Por mis muertos’, su último
título publicado.