Lara Síscar Peiró es de
sobra conocida por su faceta como periodista de los servicios informativos de
Televisión Española. Sin embargo, y como muchas de sus colegas, ahora ha
decidido dar un paso adelante en su carrera e introducirse en el mundo de la
literatura a través de su primera novela, ‘La vigilante del Louvre’, editada
por Plaza&Janés. A través de sus páginas, la escritora gandiense da rienda
suelta a su imaginación, movida por las impresiones que le produjo un cuadro mítico,
‘El origen del mundo’, obra del pintor Courbet. Las protagonistas de su
historia, Diana, Claudette e Isabelle, son tres mujeres en cuyas vidas, de una
u otra forma, también está presente este lienzo. Enigmático e inquietante, el desnudo femenino retratado por el artista francés, de un realismo desbordante, arrastra hasta nuestros días la leyenda de ser, por méritos propios, el cuadro más escandaloso de la historia del arte.
Lara,
¿qué os ofrece la literatura a las profesionales de los medios de comunicación que
os sentís atraídos por la escritura de ficción?
La literatura, por una parte, nos proporciona la oportunidad de demostrar que somos algo más que un rostro frente a una cámara, un aspecto que para las personas que tenemos otras inquietudes resulta importante. Y por otra, para los que además de trabajar como presentadores somos periodistas, como es mi caso, significa dar un paso casi natural para pasar de la realidad de las historias del día a día a la posibilidad de inventarlas.
La literatura, por una parte, nos proporciona la oportunidad de demostrar que somos algo más que un rostro frente a una cámara, un aspecto que para las personas que tenemos otras inquietudes resulta importante. Y por otra, para los que además de trabajar como presentadores somos periodistas, como es mi caso, significa dar un paso casi natural para pasar de la realidad de las historias del día a día a la posibilidad de inventarlas.
Este
paso del que hablas, ¿tiene también un componente de refugio para vuestra
intimidad personal?
No lo había pensado nunca,
pero es posible que sí tenga algo de refugio, porque la ficción te permite
escribir para ti, hacia dentro, al tiempo que te proporciona un altavoz tan
personal que es como el descanso de la realidad del día a día. El proceso de
creación literario es de lo más íntimo y solitario con que te puedes encontrar.
¿Cómo
te tropiezas tú con la historia que sirve de punto de partida a ‘La vigilante
del Louvre’?
Esta historia tiene un personaje
claro, que no es una persona sino un cuadro: ‘El origen del mundo’ del pintor Gustave
Courbet. Aunque ya lo conocía, hace un par de años me tropecé de nuevo con esa
imagen. La pintura es de 1866 y en aquel momento me pregunté cómo era posible
que, a pesar del tiempo transcurrido, todavía me impactara y que a algunas
mujeres les violentase verse enfrentadas a ella. Comencé a tirar del hilo y a
partir de ahí nació esta historia y sobre todo surgió el personaje de Diana,
que de las tres protagonistas de la novela, es la que reacciona con más fuerza
ante el cuadro.
A
Diana, la protagonista que citabas antes, guardiana de sala del Louvre, le
irrita que la gente que acude a ver La Gioconda solo tenga una obsesión:
fotografiarse delante del cuadro, sin prestarle demasiada atención.
Sí, en 1995 ya estaba en el Museo del Quai d’Orsay y es curioso que el día de la inauguración de la exposición, el ministro francés que acudió al acto se mantuvo todo el lado mirando al cuadro de frente, evitando a toda costa tenerlo a sus espaldas para que nadie le hiciera una fotografía en esa posición. ¡Y estamos hablando del año 1995! Había miedo a escandalizar y no es el único caso porque, por ejemplo, ‘La maja desnuda’ de Goya también se exhibió durante algún
tiempo en una sala más discreta.
En ‘La vigilante del Louvre’ hablas de las distintas miradas sobre el desnudo femenino y dices que los pintores son capaces de abstraerse y de trocear el cuerpo humano para pintarlo.
Si
tuvieras que adscribir la novela a un género literario, ¿con cuál te quedarías?
La verdad es que hasta para
mí misma resulta difícil encuadrarla en un género determinado. Creo que la
definiría como novela de personajes, incluyendo en este término al propio
cuadro, ya que es una historia que no está sujeta a ninguna norma, que no se
espera nada de ella y que, al fin y al cabo, lo importante es la personalidad
de cada una de las protagonistas de la narración.
Las
tres protagonistas, como hemos dicho antes, son mujeres y la novela está
escrita en primera persona, ¿en qué rincón de ‘La vigilante del Louvre’ se
esconde Lara Síscar?
Estoy un poco en todas ellas, mejor dicho, un mucho, porque hay bastante de mí en esta novela. Pero aunque así sea no se trata de una confesión, porque no todo lo que sucede en el libro me ha pasado a mí. Aunque es mi primera obra, me he preocupado mucho para que los personajes resulten verosímiles. Unos piensan como yo y otros todo lo contrario o exhiben argumentos que conducen a formas de entender la vida que no entiendo ni comparto.
Estoy un poco en todas ellas, mejor dicho, un mucho, porque hay bastante de mí en esta novela. Pero aunque así sea no se trata de una confesión, porque no todo lo que sucede en el libro me ha pasado a mí. Aunque es mi primera obra, me he preocupado mucho para que los personajes resulten verosímiles. Unos piensan como yo y otros todo lo contrario o exhiben argumentos que conducen a formas de entender la vida que no entiendo ni comparto.
Sí porque más allá de que la
historia de ‘El origen del mundo’ es real, como también lo es la de la modelo y
su relación con Courbet, defiendo la ficción como una herramienta apta para tratar
temas reales. Me interesa mucho inventar una situación para expresar
sentimientos.
Existe un personaje del que no hemos hablado y que también tiene mucha
presencia en la novela, me refiero al Museo del Louvre.
Sí, es muy importante. Solo he visitado dos veces el Louvre y no soy ninguna experta, pero Rubén Darío escribió ‘Azul’, una obre donde habla de París sin haber estado nunca en la capital francesa. El Louvre guarda una gran parte de la Historia de la Humanidad y es imposible retraerse a todo lo que allí se exhibe.
Sí, es muy importante. Solo he visitado dos veces el Louvre y no soy ninguna experta, pero Rubén Darío escribió ‘Azul’, una obre donde habla de París sin haber estado nunca en la capital francesa. El Louvre guarda una gran parte de la Historia de la Humanidad y es imposible retraerse a todo lo que allí se exhibe.
Sí, le irrita porque es
cierto que eso es lo que hacemos. Y me parece terrible. En este mundo hemos
llegado a un punto en el que lo que menos nos importa es observar. Nos interesa más
hacernos esa foto para demostrar a nuestros amigos que hemos estado allí, junto
al cuadro de Leonardo. Nos perdemos las maravillas que nos ofrece la vida y
también las que el Louvre guarda en su interior.
En
el fondo, lo que nos importa realmente somos nosotros mismos y en este sentido
solo nos faltaba las redes sociales.
Las redes sociales tienen
una cara A muy obvia e interesante, que nos permite entablar relaciones con los
demás, pero también tiene otra cara, la B, en la que todas las voces suenan
igual de fuerte y hay individuos que no saben gestionar bien estas cosas y
luego surgen problemas.
Definitivamente el cuadro pasó a poder del estado francés, su actual
dueño, en el año 1995.
‘El
origen del mundo’ es un cuadro que ha tenido una vida muy azarosa. Su último
propietario antes de que pasara al estado francés fue Jacques Lacan, un
psicoanalista. Menuda oportunidad para fantasear.
Sí, es un cuadro para fantasear y eso es lo que él hizo. Lacan era una persona muy instruida, con ideas originales, avanzadas para su tiempo, un auténtico humanista, pero con esta obra se comportó del mismo modo que su anterior propietario. La escondió para lucirla únicamente ante sus amigos en momentos de intimidad y camaradería.
Sí, es un cuadro para fantasear y eso es lo que él hizo. Lacan era una persona muy instruida, con ideas originales, avanzadas para su tiempo, un auténtico humanista, pero con esta obra se comportó del mismo modo que su anterior propietario. La escondió para lucirla únicamente ante sus amigos en momentos de intimidad y camaradería.
Sí, en 1995 ya estaba en el Museo del Quai d’Orsay y es curioso que el día de la inauguración de la exposición, el ministro francés que acudió al acto se mantuvo todo el lado mirando al cuadro de frente, evitando a toda costa tenerlo a sus espaldas para que nadie le hiciera una fotografía en esa posición. ¡Y estamos hablando del año 1995!
En ‘La vigilante del Louvre’ hablas de las distintas miradas sobre el desnudo femenino y dices que los pintores son capaces de abstraerse y de trocear el cuerpo humano para pintarlo.
Sí, el pintor trocea el
cuerpo humano para retratar la parte que le interesa y hay que ser un gran
artista para hacerlo así o, al menos, intentarlo. Cuando una modelo se desnuda
para ser pintada al natural, los pintores han de conseguir que no se sienta
agredida, que sepa que no hay ninguna intención de desearla sexualmente.
Isabelle, otra de las protagonistas de la novela, que es prostituta y modelo,
percibe esa diferencia entre la mirada de los retratistas y la de los hombres que la
frecuentan.
Estamos
finalizando la entrevista y no hemos hablado de tu estilo: capítulos cortos, frases
cortas, lectura rápida.
He estructurado la novela de
esta manera precisamente porque buscaba eliminar todo lo que fuera puramente
ornamental. A veces intentamos demostrar que sabemos escribir muy bien y para
eso usamos frases muy largas y recargadas. Los escritores, cuyas lecturas
frecuento y a los que más admiro, no hacen eso, sino que narran mediante frases
cortas. Es verdad que al escribir dispones de todo el espacio que necesites,
pero creo que es mejor hacerlo con la menor extensión y la menor cantidad de
palabras posible.
Y la última por hoy: ¿tienes ya algún proyecto literario nuevo en mente?
Sí que lo tengo, aunque no son más que varias ideas muy deslavazadas aún. Desde luego mi intención es escribir una nueva novela, porque haber publicado una ya, te da alas para hacerlo. Otra cosa es que luego surja alguna editorial interesada en publicarla o no.
SOBRE LAURA SÍSCARY la última por hoy: ¿tienes ya algún proyecto literario nuevo en mente?
Sí que lo tengo, aunque no son más que varias ideas muy deslavazadas aún. Desde luego mi intención es escribir una nueva novela, porque haber publicado una ya, te da alas para hacerlo. Otra cosa es que luego surja alguna editorial interesada en publicarla o no.
Lara Síscar Peiró (Grao de
Gandía, Valencia, 1977) es periodista de los servicios informativos de
Televisión Española desde 2007. Antes de eso, ha recorrido redacciones y
productoras por Madrid, Valencia y Barcelona donde ha sido ayudante de
producción, redactora, reportera y presentadora. ‘La vigilante del Louvre’,
editada por Plaza&Janés, es la primera novela de una autora que ha escrito
toda su vida y a la que solo la impaciencia le ha impedido publicar.
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