El pasado miércoles, 18 de noviembre, pasaron por
Valencia los triunfadores del Premio Planeta 2015. En esta edición resultó
ganadora la novela ‘Hombres desnudos’ de Alicia Giménez Bartlett (Almansa,
Albacete, 1951), escritora de género policial, conocida por los casos protagonizados
por la inspectora Petra Delicado y su fiel escudero, Fermín Garzón. La obra
finalista ha sido ‘La isla de Alice’, escrita por el director cinematográfico Daniel
Sánchez Arévalo (Madrid, 1970), cuya première
en el territorio de las letras no ha podido arrancar con mejor pie.
Conquistar un premio
literario, más si es el Planeta, siempre resulta importante no solo por el
monto económico, sino también por la gran repercusión mediática que conlleva.
Para Alicia Giménez Bartlett este galardón le permite «encontrar nuevos
lectores, gente que piensa que solo escribo novela negra y que, de repente, descubre
que también publico otras cosas». Por su parte, Daniel Sánchez Arévalo destaca
la posibilidad que ofrece el Planeta «de posicionarse en el medio literario, de
que el público se entere de que has escrito un libro. Tras proclamarme
finalista, me ha felicitado mucha más gente que cuando estreno una película,
incluidos mis vecinos, que constituyen mi barómetro particular».
‘HOMBRES DESNUDOS’ DE ALICIA
GIMÉNEZ BARTLETT
La obra ganadora, ‘Hombres
desnudos’ es una novela sobre el presente que vivimos, donde hombres
treintañeros pierden su trabajo y pueden acabar haciendo estriptis en un club y
donde cada vez más mujeres priman su carrera profesional sobre cualquier
compromiso sentimental o familiar. En esta historia, esos hombres y esas
mujeres, Iván, Javier, Genoveva e Irene, entran en contacto y en colisión, y lo
harán con unas consecuencias imprevisibles.
Como escritora que cuenta
con una legión de seguidores, Alicia Giménez Barlett se adentra en la obra con
tranquilidad, despacio. «Si quisiera captar la atención del público enseguida,
incluiría una escena de sexo duro en la primera página. A los lectores de
verdad no les importa familiarizarse paso a paso con los personajes hasta
formar su propia opinión sobre ellos. De todos modos, cada historia es distinta.
En otras novelas he sido más directa, pero en esta ocasión me ha salido así,
porque el tema me exigía abordarlo de este modo».
Aunque ‘Hombres desnudos’ pueda parecer basada en un
hecho real, lo único cierto que hay en ella es el contexto donde transcurre la
acción. «Todo lo que se escribe en una novela es ficción, pero es verdad que
hay un sustrato palpable, en este caso la crisis económica, que padecemos, y los
cambios personales y las humillaciones psicológicas que ha provocado en la
gente». Por lo tanto, carece de sentido entretenerse en localizar similitudes
con personas conocidas. «Algún lector puede solidarizarse, pensar que tiene
puntos en común con los personajes o sentirse cómplice suyo. Incluso tal vez
conozca alguna persona que atraviese por una situación similar a la que viven
Irene, Genoveva, Javier o Iván, pero nada más».
'LA ISLA DE ALICE' DE DANIEL SÁNCHEZ ARÉVALO
‘La isla de Alice’, novela finalista, nos acerca a Alice, una mujer cuyo esposo, Chris, muere en un accidente de automóvil sospechosamente lejos del lugar donde debía encontrarse. Alice, con una hija de seis años, Olivia, y otra en camino, se desmorona. Incapaz de asumir la pérdida y con el temor de que tal vez su relación perfecta haya sido una mentira, se obsesiona con descubrir de dónde venía Chris y qué secreto escondía. A través de las cámaras de seguridad de los establecimientos por donde su marido había pasado, reconstruye su viaje hasta llegar al epicentro del misterio, Robin Island, en Cape Cod, Massachusetts, una pequeña y, solo aparentemente, apacible isla cuyos habitantes tienen todos una cara b.
Una característica peculiar
de ‘Hombres desnudos’ es la ausencia de voz narrativa: los personajes acceden
al lector por sí mismos. «Uno de los grandes dilemas que se presentan a la hora
de escribir es el punto de vista. Elnarrador omnisciente, según como
sea, se antoja algo trasnochado, decimonónico. La primera persona, que
suelo utilizar en mis novelas de Petra Delicado, también tiene sus limitaciones,
porque no puedes contar la historia desde todos los ángulos. Por eso aquí he tratado
de que el lector viera a los personajes sin su descripción física y que los
reconociese a través de su forma de hablar y pensar. Como además son tipos
contradictorios, ignoramos a dónde nos va a conducir la acción». La forma
escogida supone un gran esfuerzo creativo, casi experimental y, por supuesto, es
un procedimiento arriesgado. El lector pasa de un protagonista a otro sin
transición, de una línea a la siguiente, sin separación de capítulos aunque sí
con algunas pausas. «Este trabajo suponía un reto literario, especialmente
porque he incluido la opinión que a cada uno le merecen las palabras de su
interlocutor. Esto ya sucedía en el teatro clásico y me parecía un recurso
interesante, así que me planteé cómo podría trasladarlo a una novela y
conseguir que resultase atractivo para el público».
Resulta imprescindible
terminar hablando del escenario: la crisis, escenario a la vez que también
personaje, un personaje terrible, invisible, cuyos efectos devastadores todos
conocemos y padecemos. Su presencia se palpa en las páginas de ‘Hombres
desnudos’ y condiciona la vida de los protagonistas, especialmente la de Javier,
que se prostituye para defenderse de sus dentelladas. «Quería
escribir sobre la crisis, pero no pretendía hacer un ensayo, prefería una
novela. En estos momentos creo que lo que vemos a nuestro alrededor no es nada
bueno. Las consecuencias de la crisis han sido muy duras. Nos dicen que tenemos
que reinventarnos, pero yo digo que sin dinero es muy difícil conseguirlo. No
me creo eso de que todos somos imaginativos, es algo que me pone de los
nervios, es un engaño más, como tantos otros que sufrimos y hemos sufrido. Aparcando
el aspecto económico, la crisis ha afectado a la autoestima de las personas, a
sus relaciones y eso no se puede olvidar de repente. La gente terminará
cobrando dos duros por un trabajo asqueroso y aún tendrá que dar gracias de que
no la azoten. No sé si cambiará este paisaje, pero de momento lo que vivimos no
es como para lanzar cohetes».
'LA ISLA DE ALICE' DE DANIEL SÁNCHEZ ARÉVALO
‘La isla de Alice’, novela finalista, nos acerca a Alice, una mujer cuyo esposo, Chris, muere en un accidente de automóvil sospechosamente lejos del lugar donde debía encontrarse. Alice, con una hija de seis años, Olivia, y otra en camino, se desmorona. Incapaz de asumir la pérdida y con el temor de que tal vez su relación perfecta haya sido una mentira, se obsesiona con descubrir de dónde venía Chris y qué secreto escondía. A través de las cámaras de seguridad de los establecimientos por donde su marido había pasado, reconstruye su viaje hasta llegar al epicentro del misterio, Robin Island, en Cape Cod, Massachusetts, una pequeña y, solo aparentemente, apacible isla cuyos habitantes tienen todos una cara b.
El inicio de ‘La isla de
Alice’ es diametralmente opuesto a la novela de Giménez Bartlett. Daniel
Sánchez Arévalo tiene claras las causas. «Este arranque tiene mucho que ver con
cómo me comporto yo como lector y espectador. Soy muy impaciente y no soporto
aburrirme a mí mismo. Necesito que la acción esté continuamente avanzando y me
gusta que ocurran muchas cosas en un breve espacio de tiempo. Cuando ruedo una
película, aunque no dirijo cine de acción, tengo presente la imagen del
comienzo de las aventuras de Indiana Jones: un tipo corriendo al que persigue
una bola». Siempre que un escritor
debuta, y más si es una novela premiada, tratamos de descubrir dónde está en la
obra, detrás de qué personaje o de qué situación se oculta el yo del escritor.
«‘La isla de Alice’ no es autobiográfica, en primer lugar porque yo no soy
mujer. Además he pretendido que se alejase mucho de mí y por eso la he contado
en primera persona y a través de una mujer. Ahora bien, si tuviera que decir en
qué personaje me encuentro representado yo diría, sin dudarlo, que en la
pequeña Olivia. En ella viven mis obsesiones, mis frustraciones y mis miedos». También nos gusta mucho saber el género en el
que podemos clasificarla. «Me interesaba que contuviera una cierta dosis de
thriller, pero lo más curioso es que cuanto más me alejaba de la historia, lo
que escribía me salía de mis entrañas y me vaciaba. La novela está llena de
pequeños homenajes a cosas que giran a mi alrededor cada día».
‘La isla de Alice’ es una
novela muy visual, cinematográfica. Teniendo presente la profesión de Daniel esta
circunstancia parece natural. «Toda la peripecia de Alice para averiguar qué
hacía Chris en la isla es muy cinematográfica. Pero tan importante como ese
viaje o más, es el otro, el viaje interior, porque ella bucea en sí misma, en
sus miedos, en ese acercarse y alejarse de una realidad que teme. Su concepto
de la isla se ha hundido y ha de construirse una nueva imagen a la que
aferrarse para salir a flote. Eso solo puede contarse en una novela. En una
película resultaría cursi, porque no queda bien escuchar los pensamientos del
personaje».
Antes de concluir, Daniel
Sánchez Arévalo explicó que su interés al escribir la novela era retratar a la sociedad
norteamericana. «He vivido en Estados Unidos durante cuatro años y los conozco
muy bien. Con este novela he intentado sumergirme en la clase social
estadounidense media y alta, haciéndolo no como un europeo, que escribe sobre
ellos, sino como un norteamericano más. Esta historia no funcionaría si la
ubicara en otro lugar como España, por ejemplo. Solo me la creo allí. Me
fascina la obsesión que tienen por las apariencias, por la fotografía perfecta
de la pareja, de los hijos… Compiten por ver qué familia es la mejor y la más
educada y cada vez que veo esto, me entran ganas de rascar un poco y ver la
realidad, porque lo que ocurre fuera no tiene nada que ver con lo que sucede de
puertas adentro».
Herme Cerezo/Diario SIGLO XXI, 23/11/2015
Herme Cerezo/Diario SIGLO XXI, 23/11/2015