de Minerva, Mercedes Rosende debuta en España con su última novela publicada
en Uruguay y que lleva por título ‘Mujer equivocada’. En ella, la escritora
uruguaya cuenta la historia de Úrsula, una mujer de mediana edad, encerrada
entre cuatro paredes y aparentemente inofensiva, una mujer que se siente
humillada por su familia y por la sociedad que le rodea. A lo largo de las
páginas del libro, Úrsula irá desnudándose, mostrará su gusto por la comida y
los perfumes; desplegará sus odios y también algunas pasiones menos frecuentes,
pero no por ello menos inquietantes como su voyeurismo. ‘Mujer equivocada’ es
una propuesta de juego de equivocaciones, un hilo que nos conduce desde la
comicidad inicial a un final en verdad sorprendente, a través de un camino
serpenteado por luces y sombras.
Mercedes, ¿de dónde arranca la idea de escribir ‘Mujer equivocada’?
La idea inicial procede de una
frase de Borges, que ahora mismo no recuerdo con exactitud y que hablaba
justamente de mirar desde afuera, de balconear la vida de los otros.
La protagonista de la novela es Úrsula, un personaje en verdad singular,
¿qué te atrajo tanto de ella para moverte a escribir la novela?
Úrsula me llegó a través de las
historias que me contó un amigo sobre una conocida suya. Me explicó cómo era y
en ese mismo momento descubrí que sentía mucho interés por ella. Nunca antes me
había visto impelida a transformar un personaje real en otro de ficción. A la
vez que me atraía, aquella mujer me daba asco, así que le cambié una serie de
cosas que desembocaron en Úrsula.
Úrsula vive apartada, pero esa marginación suya ¿es buscada o producto
del rechazo de los otros?
Estoy segura de que es buscada,
la gente no la rechaza. Nadie le obliga a vivir en la casa que habita ni a ser
un personaje gris. Al final de la novela se descubre que no todo es lo que
parece, sobre todo la propia Úrsula.
Mirar sin ser vistos, como hace ella, ¿es uno de los mayores placeres
del ser humano?
Eso habría que preguntárselo a la
propia Úrsula [risas] porque yo no soy voyeurista, aunque a veces me gusta
espiar la vida de la gente. Me ocurre cuando viajamos en un bus y escuchamos la
conversación de algún viajero por teléfono y comenzamos a imaginar qué le están
diciendo al otro lado de la línea. Lo de Úrsula en la novela alcanza límites
patológicos, porque ella sí que obtiene placer mirando a los demás y no solo en
situaciones sexuales, sino también husmeando sus existencias.
¿Cómo llamaríamos a una persona que observase al observador?
Buena pregunta, sería interesante
conocer cómo vemos al que mira a otro mirón. Sin duda sería un segundo mirón.
¿Ese segundo mirón sería el lector?
Seguramente y vería a una mujer
de mediana edad, con una vida poco interesante, que habita una casa muy gris y
que quiere abandonar esa situación, pero que también se encuentra a gusto de
ese modo. Úrsula se queda en el balcón mirando a los demás, hasta que una
noche, de madrugada, suena su teléfono y, como habitualmente no le llama nadie,
duda en atender la llamada. Finalmente contesta y le dicen que alguien ha
secuestrado a su marido. Ella no está casada, pero es la mujer equivocada que
recibe la llamada equivocada. Y justamente en ese momento decide llevar una
vida de verdad. A partir de ese punto se desarrolla la novela.
Continuemos con la mirada, ¿qué ve una novelista en una persona que
transita por la calle para transformarla en un personaje de ficción?
Yo no voy mirando a las personas
en búsqueda de personajes para mis novelas de modo consciente, pero a veces
saltan solos y eso me ocurre, por ejemplo, en aquellos instantes en los que la
gente está relajada y no se siente observada. En ese sentido y como decía antes,
un trayecto en el bus es perfecto para localizar personajes, porque la gente
viaja con la guardia baja. En una fiesta, en cambio, no es posible porque todo
el mundo sabe que lo están contemplando.
‘Mujer equivocada’ está escrita alternando la primera y la tercera
personas.
Siempre medito mucho las
estructuras y me divierto con ello. Me ocupa bastante tiempo organizarlas y nunca
sé si es suficiente la planificación que hago o no. A partir del secuestro, el
libro se convierte en una novela policial. Unos capítulos están escritos en
primera persona y otros simplemente son diálogos entre personajes que no digo
quienes son. Eso es un poco peligroso, pero me gusta que el lector imagine su
propia narración, porque a veces es un poco perezoso y no quiere poner
demasiado de su parte. Me apetece lanzar ese desafío y quien quiera puede
agarrarlo y quien no puede leer la novela linealmente, aunque se le escaparán
cosas.
Tiene mucho que ver con la
estructura, obviamente. No me gustan las novelas que no son claras para el
lector en lo referido al tiempo que transcurre en ellas. Por eso armé el libro
en una semana y un capítulo último, que sucede un mes después. Cuando lo
terminé, me di cuenta de que en mis anteriores novelas había hecho lo mismo, a
causa de esa obsesión de dejar claro al lector cuál es la duración de la
historia.
El momento del secuestro al que aludías, y que conduce a la novela a
ser adscrita al género policial, ¿fue consciente o la propia escritura te llevó
a ello?
Bueno, nunca me propuse escribir
una novela negra o policial, palabra que me gusta más. Me enteré de que lo era
porque al enviar el manuscrito a una editorial, la editora lo calificó así.
Cada uno hace su propia reflexión sobre lo que lee y es probable que un
escritor sea lo mismo que fue cuando era lector. Quizá por eso, sin que yo me
apercibiera, me salió así porque yo había sido una lectora prolija de novela
policial. También me planteé escribir sobre el odio, la envidia y el rencor familiar, esos detalles
que transforman cualquier hogar en una especie de ring de boxeo. Como me
parecían temas difíciles de tratar, recurrí a narrar desde el punto de vista
del humor. Es por eso que la propia Úrsula, que es la narradora y tiene un
pasado bien negro, reconoce sus propias taras a través del punto de vista del
humor. Con ello he pretendido establecer una cierta empatía entre el lector y
la protagonista.
Ya sabemos por qué Úrsula recurre al humor, pero ¿qué significa el
humor para ti?
El humor es una militancia, lima
asperezas. Es algo muy importante para mí, no sólo desde el punto de vista
literario, sino también como forma de plantarme ante la vida. Si no tuviera
humor, no sabría elegir amigos, no podría caminar por el mundo. Lo más
importante es aprender a reírse de una misma para que la realidad no nos
aplaste.
«Si uno comienza por permitirse un asesinato pronto no le da
importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del Día del
Señor, y acaba por faltar a la buena
educación y por dejar las cosas para el día siguiente». Con esta cita de Thomas
de Quincey comienzas ‘Mujer equivocada’.
Thomas de Quincey siempre me
pareció que era un escritor maravilloso y, en cualquier novela negra que tenga
que ver con el humor, echa bastante luz, porque los temas trágicos tratados
desde un punto de vista humorístico aparecen más cercanos. Incluí esta cita
porque vierte información directamente sobre lo que es Úrsula, aunque no quiero
ser más explícita para no desvelar demasiado.
Terminamos por hoy, ¿llevas algún proyecto nuevo entre manos?
Siempre fui una gran lectora y
pueden decirme que otros leyeron lo mismo que yo, pero es muy difícil que
alguien me diga que leyó más. He leído y pienso seguir leyendo durante el resto
de mi vida. En algún momento supe que escribiría y hacerlo me fue muy bien y me
produjo satisfacciones, pero no sé si continuaré con la escritura. Me gusta la
vida dinámica, la que se va formando poco a poco, no me interesa pensar que
dentro de unos años tendré diez u once novelas escritas. Hoy soy escritora,
mañana ¿quién sabe?
SOBRE MERCEDES ROSENDE
Mercedes Rosende es uruguaya y con residencia actual en Montevideo. Es licenciada en Derecho, Posgrado en Políticas de la Integración y ejerce la profesión de Notaria Pública. Ha colaborado en diferentes medios de comunicación y como escritora es autora de ‘Demasiados blues’ (Premio Concurso Intendencia Municipal de Montevideo 2005), ‘Historias de mujeres feas’, ‘La muerte tendrá tus ojos’ y ‘Mujer equivocada’. Su escritura ha ido inclinándose del thriller hacia el policial negro, escrito con humor ácido en un intento de parodiar el propio género.
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