Álex, una escritora de libros de
autoayuda que necesita ayudarse a sí misma, decide hacer un viaje al corazón
de Bali. En su camino, conocerá a una maestra espiritual, a dos hermanas muy
distintas y a una enigmática pintora de diosas. Y se topará con la sorpresa de
un asesinato. A grandes, grandísimos rasgos, este es el perfil argumental de
‘Reír al viento’, editada por Suma de Letras, la primera novela de Sandra
Barneda, escritora y periodista barcelonesa con la que compartí unos minutos de
la sobremesa de un día cualquiera del mes de mayo, mientras ácaros y pólenes campaban
por sus respetos en el ambiente primaveral de la capital del Turia.
Sandra, dicen que la opera prima
de un autor es la más autobiográfica, ¿es este tu caso?
No lo sé porque soy novata en esto. Como
también soy rebelde y hago las cosas al revés, a lo mejor me sale más
autobiográfica la segunda, cuando ya me sienta un poco más autora. Lo que sí
tiene esta novela es mucho de utópica y también de sincera, en ella planteo mi
universo del que no me escondo y que te puede gustar o no.
‘Reír al viento’
es una novela reciente, pero ¿la historia viene gestándose de antes?
Sí, la historia la venía madurando desde hace
tiempo. Tenía claro que quería transmitir un viaje circular, con una
protagonista femenina de unos cuarenta y pico años, porque en la literatura
española, y también en la estadounidense, es una franja de edad poco
representada y creo que es muy interesante. Conozco personas a las que, después de cumplir los cuarenta,
sus vidas les han hecho ¡crack! Lo que resulta indudable es que no hubiera
podido escribirla con veinte años, porque requiere conocer ciertas vivencias y
sensaciones para plasmarlas después en los personajes.
Sin duda el proceso y el hecho de haberla
acabado. Con esta novela he vivido un viaje interior, necesitaba ponerme a
escribir ya, tenía que superar mi pudor y mi miedo a la escritura. Me ha
costado dos años hacerlo y lo he conseguido a través de una enorme disciplina,
ateniéndome a unos horarios muy estrictos incluso en Navidad.
Sé que te interesa
mucho el cine, ¿‘Reír al viento’ es un primer paso, un ensayo, para dirigir
después una película?
Deseaba que ‘Reír al viento’ fuese una novela
y, además, construida con una voz costumbrista muy contemporánea. Creo que en
España no valoramos la literatura de este tipo, tan espontánea. En Estados
Unidos grandes autores utilizan este de lenguaje popular, que no se detiene
tanto en la descripción de detalles accesorios que luego no sirven para nada
más. Mi escritura está encaminada a generar imágenes en el lector. El siguiente
paso sí que podría ser producir una ficción, porque soy una enamorada de la
ficción cinematográfica desde hace muchos años.
¿La historia la
propusiste tú a los editores o ellos a ti?
A lo largo del tiempo hubo editoriales que me
ofrecieron la posibilidad de escribir. Siempre me pedían un ensayo y les
respondía que no. Pero llegó un momento en que dos me lo pidieron a la vez.
Entonces, por esto de las señales de la vida, les dije que sí, pero que
escribiría ficción. Finalmente me decanté por Suma de Letras, pero dejándoles
claro que no quería cobrar ningún anticipo hasta que no acabase la novela. Les
envié el primer capítulo, les planteé el resto de la historia, les gustó y tiramos
adelante. Lo peor es que ellos me dijeron que iba bien y no me hicieron
recomendación alguna, lo que me aterró.
Llevas ya tres
ediciones en la calle, ¿el hecho de ser una persona mediática ha influido
favorablemente a la hora publicar el libro?
Mira, nunca lo sabes, pero a mí me ha venido
bien. Jamás he podido saber si, cuando me ofrecieron el primer programa de
televisión, lo hicieron porque valoraban mis aptitudes o mi físico. A la hora
de escribir, me muevo por una motivación más romántica que económica. Pero lo
que es evidente es que si te buscan no lo hacen para perder dinero, sino porque
piensan que pueden ganarlo y eso hay que aceptarlo. En el fondo lo que me
importa es por qué yo acepto hacerlo. Por otro lado, desde el punto de vista
industrial, las ventas de los escritores “mediáticos” permiten que otros
autores que no lo son puedan publicar también.
Álex es una
escritora de libros de autoayuda, que paradójicamente necesita ayuda, supongo que está hecho adrede.
Sí, por completo. Creo que el sentido del
humor hay que practicarlo, precisamente de ahí viene el título. Me parecía muy
conveniente que la protagonista escribiera libros de autoayuda y que, además,
renegase de ellos, pero eso no significa que me esté riendo de este tipo de publicaciones.
Ahora la pregunta interesante sería
conocer qué libro escribiría Álex tras su experiencia en Bali.
Como acabas de
comentar, la protagonista vuela a Bali, un lugar muy solicitado para
viajar, ¿estamos ante un canto generacional?
No, no es un canto generacional. Bali no es
un lugar tan caro, lo realmente caro es el billete porque allí vives con cuatro
duros. Comer y alojarse es barato. Y me venía bien porque te vas al otro
extremo del mundo y se presta como
escenario de novela de aventuras. Evidentemente, no es lo mismo marcharse a
Bali que al pueblo del Ampurdán donde viven mis padres. Al lector no le atrapas
igual. Bali tiene más hechizo, junto a la espiritualidad del budismo, tan
pintoresco, encontramos la frivolidad del surfismo que practica mucha gente,
sin olvidar sus paisajes salvajes. También me parecía interesante que el libro,
arranque dentro de un avión con veinticinco horas de vuelo por delante y sin
saber muy bien a dónde va. Viaja porque se lo ha recomendado un amigo, solo por
eso.
En realidad, este
viaje no es más que una excusa para detenerse, mirar y analizar, ¿estamos en un
buen momento para hacer un alto en el camino y observar?
Totalmente convencida de que sí. Estamos en
un buen momento, en un punto de inflexión económico-social, que se traducirá en
un cambio en nuestra forma de vivir. Es un proceso que irá despacio y en el que
se están generando una serie de movimientos que van más allá. Hay un montón de
gente desconocida que hace cosas y a la que no le estamos dando voz y creo que
es el instante de decir que las cosas no las estamos haciendo bien. Se trata de
un fenómeno global que supera a España y en el que, a pesar de que Alemania e
Inglaterra se sostienen, en estos países, si los visitas, descubres que la
gente ha empezado a comportarse de otro modo.
Al comienzo de la novela citas a Séneca, a
Susan Sontag a Van Gogh...
Cito a Van Gogh porque es un tipo que me
apasiona y cuando leí su frase me dije
que, si algún día escribía, la pondría en el libro porque me define mucho. Es una
voz que explica muy bien el proceso que he vivido. Si tú quieres pintar y oyes
una voz que te dice que no pintes, entonces pintas y la voz se va. La frase de
Susan Sontag la he puesto porque me gusta como escritora y porque me llamó la
atención el final tan desgarrador de su vida. Por último, a Séneca, lo he
incluido porque me parece uno de los grandes pensadores a los que hay que
releer de vez en cuando. Su frase, además, define el leitmotiv de mi novela.
En ‘Reír al
viento’ hay fragmentos en inglés, traducidos a pie de página.
Al principio no estaba incluida la traducción
e hice que la incorporaran. Pero no la he puesto como señal de incultura del
lector, sino porque pienso que si una mujer o un hombre de sesenta años quieren
leer bien la novela, deben enterarse de todo lo que he escrito y para conseguir
ese objetivo la traducción es necesaria. No podemos saberlo todo.
Acabamos, una vez concluida
la lectura del libro, ¿sacan las mismas conclusiones los hombres que las
mujeres?
Creo que sí. No hemos hablado de los
personajes masculinos y me preguntan poco por ellos. Y son muy desengrasantes y necesarios. Tengo
mucho cariño a Gonzalo, que está presente sin estar, un tipo que representa al
padre por antonomasia. Incluso la protagonista llega a decir que no hubiera
sido madre sin él y cuenta que cuando descubrieron su embarazo, mientras ella vivía
muy asustada, él estaba muy emocionado y lo contaba a todo el mundo. En las
cuestiones existenciales, la crisis de la edad o el tema de la muerte, hombres
y mujeres estamos igual de perdidos, pero cada uno las afronta de una manera
distinta. Por eso a la protagonista, Álex, le he puesto un nombre neutro que
llega a despistar, para que unos y otros se sientan identificados con el
personaje.
SOBRE SANDRA BARNEDA
Sandra Barneda (Barcelona),
licenciada en periodismo por la
UAB. Ha vivido en Los Ángeles y en Nueva York. Empezó en el
periodismo muy joven en una emisora de radio. Actualmente es una de las caras
de Mediaset España y presenta ‘El
Gran Debate’ y ‘De
Buena Ley’ en Telecinco. Es productora ejecutiva de Desalmados Producciones,
S. L., donde ha producido documentales, publicidad y cortometrajes. Ha
trabajado en Catalunya Ràdio, Antena 3, Telemadrid, 8tv, TV3, TV2 y Telecinco.
Y ha colaborado con artículos en Smoda
de El País, El
Periódico de Catalunya, Elle y Zero.
Viajera incondicional, en cuanto puede coge la maleta y corre a
vivir otras realidades para aprender de ella.