“Botones cometió el último crimen nueve meses después de muerto;
mientras vivió y anduvo suelto por Colombia asesinó a trescientos veinticuatro
ingenuos que tuvieron la mala suerte o el atrevimiento de cruzarse con la
rabia, las ambiciones o las armas que el bandolero siempre escondió bajo la
ropa”. Así comienza ‘35muertos’ la
nueva novela del escritor colombiano Sergio Álvarez, editada por Alfaguara, la
reconstrucción de treinta y cinco brutales años de la historia de Colombia a
través del narrador, un tipo que hace lo que no debe y que siempre está donde
no le toca.
Don Sergio, ¿qué es para usted escribir?
Es tomar una
parte del tiempo de la vida para recrear historias ciertas o imaginadas que me
sirvan a mí y a quienes me leen para divertirse y recordar la poesía que nos
persigue y, si el trabajo está bien hecho, reflexionar sobre lo que somos y
vivimos.
Desde su anterior obra, ‘La lectora’, hasta
este ’35muertos’ han transcurrido ocho años, ¿por qué tanto tiempo sin dar
señales de vida?
No creo en el
capitalismo, no creo en la productividad ni creo que un escritor deba escribir
si no tiene algo grande que contar o algo importante que decir, el “silencio”
no fue silencio, fue simple responsabilidad.
Nos presenta ahora '35muertos', una novela
de quinientas páginas, más o menos, en cuya introducción dice que cualquier
parecido con la realidad es “pura, purita
coincidencia”. Sin embargo, tantas historias juntas no vienen solas, ¿de
dónde las sacó?
Sale de mi
mismo y de un largo recorrido que hice por Colombia para intentar entender a
nivel humano y literario qué nos pasa a los colombianos, porqué vivimos siempre
inmersos en la violencia.
¿Cuál fue la primera imagen o la primera
noticia que le movió a escribir esta
historia?
Fueron muchas
imágenes que fui recolectando desde la infancia, imágenes de ladrones
apaleados, guerrilleros muertos, madres llorando, soldados abusando de su misma
gente, noticias y noticias siempre llenas de sangre y dolor. Fue tal la
acumulación de imágenes que tuve que escribir la novela, si no la escribía no
hubiera podido exorcizar tanta violencia.
La acción se inicia en la Colombia de los
años sesenta del siglo pasado, ¿la escritura de esta novela es un intento de
contar la historia de su país en aquel periodo?
Sí, la novela
recoge 35 años de historia del país, desde 1965 hasta 1999.
Dicen que la Historia la escriben los
vencedores pero la cuentan los vencidos, ¿es por eso que todos los protagonistas
de la novela pertenecen a clases humildes?
En parte sí
pero, más que ello, un escritor debe hablar de lo que conoce. Crecí entre gente
sencilla y son las historias de esta gente las que más conozco y me interesa
contar.
Tiene usted buena memoria, o le han
informado bien, cuando habla de los polos Lacoste, los del “lagarto” como les
llama en el texto, ¿los polos y los bluyines eran las señas de identidad de la
época entre la juventud?
Todas estas
referencias son referencias de mi adolescencia, son la muestra de cómo
soñábamos, que queríamos tener cuando empezábamos a asomarnos a la vida adulta.
"Botones
cometió su último crimen nueve meses después de muerto; mientras vivió y anduvo
suelto por Colombia asesinó a trescientos veinticuatro ingenuos que tuvieron la
mala suerte o el atrevimiento de cruzarse con la rabia, las ambiciones o las
armas que el bandolero siempre escondió bajo la ropa", así comienza su
novela, ¿en la Historia de Colombia la violencia forma parte de su documento
nacional de identidad?
Colombia se ha
construido de forma violenta y se sigue construyendo de la misma manera, la
novela construye un testimonio de esta cultura e intenta concienciarnos a todos
de lo negativo del sistema. Espero que sirva como un golpe necesario para
superar tan estúpido método, que sirva para replantearnos el presente y nuestra
manera de construir el futuro.
Secuestros, muertos, disparos, peleas,
navajazos, narcos, guerrilla, maderos, paramilitares, ¿el objetivo de cada
colombiano, a lo largo del día, es regresar a casa sano y salvo?
Es triste
aceptarlo, pero es así.
En alguna entrevista suya, le he leído
decir que hay que perderle el miedo a García Márquez y su realismo mágico, ¿lo
dice porque cree que el realismo mágico sirvió para ocultar la realidad
violenta de su país, a cambio de proporcionar entretenimiento al público lector
para subsistir?
Sí, el realismo
mágico es un gran descubrimiento literario pero una pésima herramienta para
explicar una realidad tan atroz. Lo celebro en los libros, pero lo critico como
justificación de la injusticia.
Excepto en un capítulo, los puntos y aparte
no existen en el texto, solo seguidos y finales, ¿no teme que alguien que tome
el libro para hojearlo entre las novedades de las librerías se asuste al no
encontrar huecos para respirar en cada página, no lo compre y se pierda una
magnífica novela como es '35muertos'?
Los párrafos
largos son una metáfora de la manera vertiginosa como tenemos que vivir la
mayoría de colombianos, se leen casi sin respirar porque así nos ha tocado
vivir a muchos de nosotros. Sé que son un riesgo para un lector temeroso, pero
estoy seguro que para un lector atrevido serán una agradable sorpresa.
Tampoco encontramos los guiones de los
diálogos. Ya sé que no es nada nuevo, otros autores también los suprimieron de
su escritura, ¿a la hora de escribir, el hecho de no utilizarlos le reporta
alguna ventaja?
La falta de
guiones en los diálogos ayuda también a construir de manera vertiginosa las
historias.
La novela tiene una estructura coral, los
personajes cuentan sus experiencias, ¿por qué decidió organizarla de este modo?
Porque la
mayoría de colombianos construyen memoria de manera oral, la apuesta formal de
la novela es un homenaje a esta manera de mirarse y pensarse.
Sergio Álvarez (fotografía cedida por Ed. Alfaguara) |
En la página 158 leemos: “En la calle,
uno aprende que debe cambiar su propio destino porque a este mundo no lo cambia
nadie”, la calle fue la universidad de muchos colombianos en aquel
entonces, ¿todavía lo sigue siendo en 2013?
Sí, la calle es
la universidad de la mayoría de latinoamericanos.
Rubén Blades, Héctor Lavoe, Willie Colón,
Pérez Prado, Celia, Tito Puente, Pablo Milanés, Serrat y algunos más suenan en
estas páginas. Cada capítulo lo encabeza el fragmento de una canción popular,
¿qué significa la música en la novela? ¿Qué significa la música para un colombiano?
¿Qué significa la música para Sergio Álvarez?
La música es el
único espacio donde lo occidental, lo indígena y lo africano que conforman a
América latina han conseguido armonizarse. Este logro sumado a la naturaleza
emocional y profunda de la música ha hecho que América latina respire cada
momento inmersa en la música. Es imposible contarnos sin referencias o
recuerdos musicales, la novela se estructura a partir de versos de canciones
porque sería imposible encontrar una estructura mejor.
Manes, bluyines, disyey, basketbolista y
otras muchas son palabras que nos tropezamos en el texto, ¿tan fuerte es la
influencia del inglés en el castellano que se habla en Colombia?
En Colombia y
en el mundo.
La última, ¿cuál será su próximo proyecto o
todavía no se ha planteado nada nuevo?
Tengo muchas
ideas en la cabeza y el corazón, estoy esperando a ver si mueren por sí mismas
o si crecen lo suficiente para tener la fuerza de salir de allí y convertirse
en libro.
Herme Cerezo/SIGLO XXI, 20/05/2013
SOBRE SERGIO ÁLVAREZ
Sergio Álvarez Guarín (Bogotá, 1965) ha combinado el gusto por los libros con las aventuras vitales y literarias. Trabajó en publicidad, televisión y cine, y, finalmente, escribió ‘La lectora’. Luego publicó ‘Mapaná’ (Alfaguara, 2006), una novela juvenil sobre los sueños de la adolescencia, la selva y la voracidad ambiental del narcotráfico. Los últimos diez años los ha dedicado crear guiones cine, colaborar para medios nacionales e internacionales y a la investigación, la escritura y los viajes que fueron necesarios para documentar ‘35 muertos’, su nueva entrega.