Si en ‘Españistán' y 'Simiocracia' analizaba
las causas y consecuencias de la crisis en España, el ilustrador Aleix
Saló estudia ahora el momento político y socioeconómico europeo en 'Europesadilla: Alguien se ha comido a la clase media', editado por DeBolsillo, retrocediendo hasta el neolítico para
ver cómo hemos llegado a la situación actual y las posibles salidas a la
crisis. Un libro en el que, una vez más, demuestra su inteligencia y facilidad para explicar con acierto temas económicos complicados y delicados. Si no
fuera por los necesarios tintes de humor que impregnan la obra, en otro tiempo ‘Europesadilla’
habría sido etiquetado como manual de divulgación.
Aleix, tu libro lleva varias semanas encaramado en todo lo alto de la
lista de libros de no ficción más vendidos, ¿cómo te sientes?
Hombre, estoy muy satisfecho
aunque todos estos datos son relativos. A mí lo que me importa es, primero,
vivir de mi trabajo, porque eso redunda en que me pueda dedicar por completo a
mi labor y aumentar su calidad; y, segundo, agradar a la gente, algo muy
importante en los momentos que atravesamos.
¿‘Europesadilla’ nace con ánimo didáctico o como sacudidor de mentes?
Pues, siguiendo mi trayectoria
anterior como dibujante de viñetas satíricas publicadas en los periódicos,
partí con ese ánimo, pero el aspecto didáctico llegó después, a medida que me
iba introduciendo más y más en el trabajo. Me di cuenta que necesitaba explicar
ciertos detalles y comprobé que lo que le gustaba a la gente es precisamente la
mezcla entre lo satírico y lo divulgativo, siempre teniendo en cuenta que mi
concepto de divulgación es de segunda división. Digamos que intento ser un
puente entre lo que se explica sobre la
crisis en el mundo académico y lo que percibe la calle.
¿Es indispensable el humor para enfrentarnos a estos tiempos tan
complicados?
Es una buena manera de verlo. En
la actualidad, el entretenimiento se ha convertido en un ingrediente válido
para enfrentarnos a la época que nos ha
tocado vivir. Hay más ejemplos que juntan crítica y entretenimiento, como son
la revista ‘Mongolia’, los programas televisivos del Gran Wyoming y ‘Salvados’
de Jordi Évole..
En el libro, para explicar Europa recurres a la técnica de compararla
con otros continentes.
He trabajado tanto los aspectos
históricos como los geográficos y no puedes definir a un hombre o a un
colectivo si no los comparas y contrapones con los demás. Gracias a esta
técnica, comienzas a saber qué no es Europa, un continente que no tuvo
conciencia de sí mismo, hasta que no apareció un factor externo de cohesión: el
mundo musulmán. Europa, hasta entonces, era un grupo de reinos sin nada en
común y que descubrieron que el vínculo que les unía era la religión. De ahí
arrancó el concepto de la Cristiandad. Hay un cierto paralelismo entre entonces
y ahora, justo cuando nos encontramos en otro punto de inflexión, cuando Asia,
gracias al mercado global, ha cobrado preeminencia y compite con nosotros. Es
necesario que Europa recupere su papel preponderante.
¿El feudalismo significó
el primer paso para establecer diferencias?
Sí, para mí el feudalismo es un
concepto clave para definir a cualquier sociedad: yo cedo libertad a cambio de
que tú me proporciones seguridad. Para mí ese es uno de los estira y afloja que
existen entre la sociedad y el estado. El estado, ahora, se está redefiniendo
para enfrentarse a la globalidad porque tenemos un estado europeo, para bien o
para mal, que es muy voluminoso e intervencionista. El mercado económico
español es poco competitivo. Nuestras empresas son oligopolios que no permiten
la competencia y que están bien tratadas por el estado.
Ahora que las cosas vienen mal dadas, ¿en España el sentimiento europeo
es igual al que existía en los tiempos de bonanza?
Esa es una buena pregunta que no
hemos respondido aún. La idea de la comunidad europea la cocinaron los de arriba
y después trataron de que llegara a la población. Y esto último no lo han
conseguido y no ha llegado a cuajar del todo. Creo que falta hacer más cosas todavía
lograrlo. Mi propio libro, aunque es una sátira un poco cruel, también es un
homenaje a esta Europa futura, porque está planteado para que pueda ser leído y
comprendido por todo el continente.
¿Cómo se conjugan en la actualidad los términos economía y democracia?
Para mí son dos asuntos
diferentes. La economía no tiene por qué marchar mejor dentro de una
democracia. El mejor ejemplo de todo lo contrario es China, que avanza y
progresa sin un sistema democrático de gobierno. Como digo, son dos asignaturas
que hay que trabajar separadamente. Habría que procurar una mejor participación
de la población en las instituciones, pero no a través de mecanismos nuevos
como se viene diciendo, sino con los de siempre. En España, los caminos
clásicos tienen una participación muy baja y eso provoca que el poder político
pueda desenvolverse con mucha autonomía y sin apenas control.
¿Vamos hacia una sociedad en la que la gran perjudicada es la clase
media y en la que su estratos sociales se extrapolarán más?
Está claro que la clase media es
la que aguanta porque es la más cumplida. Las clases más privilegiadas pueden
esquivar mejor los golpes, pero el aumento de diferencias entre ricos y pobres
no se ha demostrado todavía. En el caso español, creo que había más distancia entre
ricos y pobres durante la época de la burbuja que en la actualidad. La clase
media se defendía bien con proyectos a medio plazo: planes de ahorro, compra de
pisos, de coches, créditos, etcétera, pero ahora todo está yendo mucho más
rápido y comprobamos que el patrimonio resulta difícil de vender y que pierde
valor enseguida. Los que mejor están sobrellevando la crisis son todos los que
soportan una carga muy débil sobre sus espaldas. Este hecho está dinamitando
todo lo anterior y obligará a redefinirse a la clase media.
¿Abrir la puerta a la inmigración fue el primer paso para abaratar salarios
y menoscabar a la clase media?
No coincido con las teorías
premeditadas, es decir, no pienso que el caos en el que estamos inmersos ahora
haya sido diseñado, pienso que ha surgido de improviso. No creo que la llegada
de inmigrantes fuese provocada para cambiar la situación existente. Todos los
estados desean tener una población solvente, ninguno quiere que un país se
empobrezca porque eso no beneficia absolutamente a nadie.
En ‘Europesadilla’ estableces una curiosa e interesante comparación
entre la arquitectura y la evolución de la pujanza de los estados.
Estudié arquitectura y tengo la tendencia
de explicar cosas complejas a través de imágenes. En esta línea, comprobé, sin
que hubiera una relación de causalidad, que existía un paralelismo entre el
continente más hegemónico y el que construía los edificios más altos. Hasta la
Edad Media, Europa no levantó una catedral
más alta que las pirámides de Gizeh y coincidió justo con su periodo de
hegemonía. Y no perdió esta posición hasta que no despuntó Estados Unidos. Ahora
lo que me llama la atención es que, desde 1998, todos los edificios más altos
se han construido en Oriente, lo que nos da una idea de por donde van los
tiros.
En 2010 Alemania terminó de pagar las deudas contraídas con Europa
durante la II Guerra
Mundial, algo que coincide más o menos con el momento en que comenzaron a
apretar las tuercas al resto de países europeos, ¿cómo crees que se recordará a
Ángela Merkel?
Creo que será odiada y estimada a
partes iguales, pero todo el mundo le tendrá una gran consideración porque es
consecuente con sus ideas y se hace respetar. El problema es que lleva esos
planteamientos hasta los últimos extremos y ejecuta sus ideas pase lo que pase,
sin advertir que les falta un poco de mano izquierda para tratar que su plan
cause el menor daño posible. Pienso que Merkel no es consciente del mal que ha
causado a Europa.
La última: ¿veremos tiempos prósperos alguna vez?
Si viene la prosperidad, que
vendrá, será fruto de un contexto nuevo. Las recetas antiguas no volverán a
funcionar, ya no valen. Caminamos hacia un entorno de mucha libertad y
volatilidad, con multitud de oportunidades nuevas y la sociedad futura será una
mezcla de las de Asia y la de Estados Unidos.
SOBRE ALEIX SALÓ
Aleix Saló
(Ripollet, Barcelona, 1983) empezó muy joven a publicar sus viñetas en diferentes medios locales,
abandonando sus estudios de arquitectura para dedicarse
en exclusiva a dibujar. La dura realidad, sin embargo, le obligó a
compatibilizar su trabajo ilustrador con otros cometidos meramente
alimenticios. Durante 2008 trabajó en ‘El Jueves' y la editorial Glénat España
le editó su primer libro,’ Fills dels 80: La generació Bombolla.’ En
2011 publicó ‘Españistán. Este país se va
a la mierda’ y, avalado por la popularidad y el éxito alcanzado, Random
House Mondadori publicó su tercera entrega, ‘Simiocracia’
en 2012.