Juan Gómez-Jurado tiene nueva novela en el mercado. ‘Cicatriz’ es el
título. El autor y la propia editorial, Ediciones B, llevan a gala esconder su
contenido. Cuantas menos pistas disponga el lector sobre el argumento mejor,
más sorpresa. Las únicas referencias que conocemos a este respecto aparecen en
la contraportada del libro: «Una historia de amor. Algunas mentiras. Una
enigmática cicatriz en la mejilla. ¿Conoces de verdad a la persona con la que
duermes» Luego, y antes de varios comentarios elogiosos de prensa, solo se añade:
«La mejor novela del autor español de thriller
más leído en todo el mundo, aclamada antes de su publicación». Así que la conversación
que mantuve en Valencia con el escritor madrileño bordea ‘Cicatriz’, sin
adentrarse mucho por sus vericuetos. No hay que delatar al autor ni prevenir a
los lectores.
Juan, después de los éxitos anteriores, ¿con qué
ánimo se aborda la escritura de una nueva novela?
Siento un miedo tremendo, continuo. Vivo con terror, preguntándome qué
demonios voy a escribir. Cuanto mejor van las cosas, más miedo tengo, un miedo
cerval, ¿pero cómo no voy a sentirlo? Es un reto que aceptas tú solo y que tú
solo te comes.
¿De dónde nace la idea de escribir ‘Cicatriz’?
Venía de entrevistar a Patrick Rothfuss y, para regresar a España,
tenía que pernoctar en Chicago. Salí a cenar fuera del hotel y al volver, mientras
caminaba bajo un frío tremendo, pasé por la puerta de un gimnasio, un gimnasio
feo, moderno, que tenía todas las luces apagadas excepto un foco que iluminaba
un saco, a cuyo alrededor bailaba una mujer que lo golpeaba con ganas. Me llamó
mucho la atención su mirada. Era muy intensa, con mucha fuerza. Pensé que le
había ocurrido algo, así que me llevé su mirada conmigo. En el avión desarrollé algunas ideas que se me ocurrieron
y de ahí surgió el personaje de Irina. Imaginé que, sin duda, aquella mujer
llevaba una cicatriz en su alma y así brotó la novela.
Además de lo que has explicado, sabemos que Irina
tiene una cicatriz en su rostro, pero ¿’Cicatriz’, el título, esconde también
un sentido metafórico?
Sí, es un título metafórico por completo. No se trata solo de la
cicatriz que tiene Irina debajo del ojo izquierdo. Si miramos la definición de
cicatriz en el DRAE, su segunda acepción, más o menos, cito de memoria, dice
«huella que deja en el ánimo un suceso luctuoso del pasado». Y esa es la idea que
guió la escritura de la novela. El libro juega con la dualidad de las mentiras
de Simon, el otro protagonista, y de las de la misma Irina, porque el amor se
construye a base de mentiras, una detrás de otra. La propia vida y la
supervivencia requieren de la mentira como un elemento esencial, la de creer
que vamos a vivir eternamente. Si estuviéramos pensando a todas horas en la
muerte, seríamos incapaces de avanzar.
Tras incursionar en la vida de Cervantes y en la de
Shakespeare en una de tus novelas anteriores, con ‘Cicatriz’ insistes en el thriller, ¿este es el territorio
literario donde te desenvuelves más a gusto?
No sé si el thriller es mi
territorio literario predilecto o no. Lo mío es contar historias, ponerme a su
servicio. En los hoteles, mientras me ducho, es cuando más ideas me vienen a la
cabeza y, si eso ocurre, no puedo dejar de darle vueltas. Una historia te
escoge, se presenta sin avisar, y tú has de plegarte a ella, cortejarla,
trabajarla y plasmarla en el libro lo mejor que puedas. Desde ese punto de
vista, creo que no me puedo ceñir a un género concreto, porque siempre los
mezclo e incluyo cosas que he ido aprendido a lo largo de mi proceso como
escritor. Y no me niego a que etiqueten mis novelas, aunque creo que ‘Cicatriz’
es una historia de amor.
¿Alguna vez te has visto obligado a escribir alguna
novela condicionado por la moda?
Evidentemente, lo más arduo, y tal vez lo que mejor caracteriza la
labor del escritor, es reconocer qué historia ha de contar. A la hora de
abordar un proyecto, puedes pensar que vas a escribir sobre algo que está de
moda o demandado por la editorial y los lectores. En ese caso, lo mejor es
saltarte esos condicionantes y ponerte al servicio de la historia. Luego saldrá
mejor o peor, pero al menos trabajas de forma honesta.
¿Y por encargo?
No, yo escribo lo que me apetece en cada momento. Y eso los editores
lo llevan mal, porque están pendientes de las modas que llegan. Todo fluye
mucho más natural si te sale de dentro. Si eligiera temas por encargo, me
resultaría mucho más fácil escribir. Los escritores norteamericanos lo hacen y
por eso escriben esas sagas tan largas. Yo no escribo series, no me mola.
¿’Cicatriz’ tiene algo de terapéutico?
Mis novelas siempre son terapéuticas. A través de ellas borro los demonios
del pasado. Los que hemos vivido historias chungas somos capaces de reconocer
las miradas que reflejan esas mismas circunstancias. Quién lo ha pasado mal
sabe de qué hablo y los libros, evidentemente, te hacen sentir mejor y calmar
los demonios que llevas detrás.
¿Has escrito la novela en primera persona y en
tiempo presente por algún motivo especial?
La he escrito así porque soy gilipollas. Si me hubiera atenido a las
reglas clásicas del thriller jamás lo
hubiera hecho. Los thrillers no se
cuentan en presente sencillamente porque es muy difícil y resulta mucho más fácil
hacerlo a través de un narrador omnisciente. Pero si te sale bien, si lo
consigues, empatizas mucho mejor con el lector. Además, en ‘Cicatriz’ existe
otra razón para hacerlo: Simon miente constantemente y al lector le gusta
descubrir que las cosas no son tal como las cuentan, aunque al final se enfade
un poco con el escritor, porque se la ha colado hasta el fondo.
Al principio iba a escribirla de otro modo, pero me aburría poner
tanta descripción entre una cosa y otra y, si yo me aburro, es que algo no
funciona bien. Así fue como comprendí que tenía que construirla como un guión
cinematográfico e incorporé, como suelo hacerlo, elementos no habituales en las
novelas, algo que les gusta a mis lectores. En ‘Cicatriz’ se trata de una
conversación entre dos policías y un detenido que, como ha visto muchas pelis, sabe
ya lo que le viene encima y me pareció que era bueno darle una vuelta a todo
eso. Al lector no puedes perderlo nunca, cada vez es más inteligente y te
obliga a buscar nuevos modos para demostrarle que lo que cuentas es verdad.
¿Sigues un guión rígido o, en algún momento, te dejas
arrastrar por la acción o por algún personaje? ¿Conoces el desenlace de
antemano?
Depende de cada caso. Las novelas negras y el thriller tienen características distintas. En el thriller lo que importa es la empatía
con el personaje y saber si será capaz de superar la situación en la que está
metido. En la novela negra, por definición, lo que importa es quién lo ha
hecho. A mí el género negro no me satisface plenamente, porque en el noventa
por ciento de los casos nada más comenzar la lectura conozco el desenlace, ya
que el escritor usa los mismos trucos que yo. Creo que el thriller posee más recursos que la novela negra, en la medida que
es capaz de incorporar más elementos a la trama y que las trampas están puestas
a la vista del lector.
¿’Cicatriz’, como historia, funcionaría igual en
España que en Estados Unidos, donde la has ubicado?
No, no funcionaría igual en España. Las historias hay que contarlas en
el lugar donde merece la pena hacerlo. Si la hubiera insertado en un contexto
más cercano, habría incluido muchas más subtramas y obstáculos que el lector
habría tenido que superar.
La última por hoy. En la contraportada reza esta
frase «¿Conoces de verdad a la persona con la que duermes?» ¿Internet, presente, cómo no, en 'Cicatriz', ha propiciado este desconocimiento?
Las nuevas tecnologías y las redes sociales nos permiten camuflarnos a través de una identidad falsa. Gracias a ellas proyectamos una imagen al exterior de algo o de alguien que no existe, que no somos. Simon, al enamorarse de Irina, parte de aquí, pero su miedo a la soledad es tan fuerte que está dispuesto a tragar con un montón de mentiras con tal de alimentar su ilusión de que su historia de amor funcione.
Las nuevas tecnologías y las redes sociales nos permiten camuflarnos a través de una identidad falsa. Gracias a ellas proyectamos una imagen al exterior de algo o de alguien que no existe, que no somos. Simon, al enamorarse de Irina, parte de aquí, pero su miedo a la soledad es tan fuerte que está dispuesto a tragar con un montón de mentiras con tal de alimentar su ilusión de que su historia de amor funcione.
SOBRE JUAN GÓMEZ-JURADO
Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977) es periodista. Ha pasado por las redacciones de algunos de los principales periódicos españoles. Sus novelas se publican en más de cuarenta países y se han convertido en best sellers mundiales con millones de lectores. Entre sus títulos más destacados cabe señalar ‘Espía de Dios, ‘Contrato con Dios’, ‘El emblema del traidor’ (Premio de Novela Ciudad de Torrevieja 2008), ‘La leyenda del ladrón’, ‘El paciente’ y ‘Cicatriz’. Como escritor de no ficción es el autor de ‘La masacre de Virginia Tech. Anatomía de una mente torturada’.
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