Javier Puebla llevaba seis años sin pasar por Valencia. La última vez lo hizo en septiembre de 2009. Después de tanto tiempo,
sin avisar, con premeditación y sin anestesia, se descuelga con una visita para
presentar su nueva novela, que lleva por título ‘El hombre que inventó Madrid’,
publicada por Algaida, la historia de José de Salamanca (1811-1883), un noble,
truhán, generoso, trapacero, caprichoso y ecuánime sujeto, capaz de arruinarse
y hacerse inmensamente rico en varias ocasiones. Salamanca participó de grandes
negocios, como la bolsa o el ferrocarril, fue un mecenas de las artes, capaz de
intuir el futuro desarrollo urbano de Madrid, uno de cuyos barrios más famosos fue
obra suya y por ello lleva su nombre.
Los que conocen la trayectoria de Javier Puebla
aseguran que esta es su mejor novela. «Sí, mucha gente dice que es lo mejor que
he escrito. La verdad es que a mí me gustan más otros títulos como ‘Sonríe
Delgado’ o ‘Tigre Manjatan’, porque yo me siento como un escritor ginebra y
esta novela es como un gin tonic,
porque cuando la ginebra se mezcla con la tónica resulta un combinado más comercial
y que se vende mejor. No es que la ginebra sea mala, pero sin aditamentos
resulta más brutal. Hay gente que bebe ginebra sola, pero para el público es
mejor que esté mezclada, resulta más suave».
Cuenta Puebla que ‘El hombre que inventó
Madrid’ es casi un encargo. Existía un cierto interés en que alguien novelase la
historia de José de Salamanca y él se ha encargado de hacerlo. «El Marqués de
Salamanca siempre soñó en convertirse en un personaje, quería que Alejandro
Dumas la escribiese una novela y le contaba historias para documentarlo. Yo me
he limitado en hacer realidad su deseo». Cuando alguien se centra tanto en un
personaje, siempre se suscita la misma pregunta: quién eligió a quién. «Tengo
claro que Salamanca me eligió a mí y lo que hice fue meterme en su piel,
convertirme en él hasta tal punto que todo lo que he narrado es como si lo
hubiera vivido yo mismo. Tras terminar la escritura, consulté la documentación
histórica de que disponía y vi que no me había desviado en lo más mínimo de la
realidad». José de Salamanca nunca llevó una vida normal y corriente. Desde el
principio parecía predestinado a ser un tipo especial porque, entre otras
cosas, “resucitó”. «Es cierto que resucitó porque le habían dado por muerto. Y
ahí fue cuando descubrió la urgencia de la vida. Tenía veinticinco años entonces
y decidió aprovechar su existencia a tope. Desde ese momento pisó el acelerador
a fondo y ya no levantó el pie hasta el final». Por supuesto, toda la narración
ha sido construida dentro del territorio de la ficción y mezcla datos reales
con otros inventados. «Yo he inundado esta historia con agua y nadie puede
demostrarme qué cosas son verdad y cuáles no. Solo yo lo sé».
En las librerías, ‘El hombre que inventó Madrid’
la encontramos aparcada en la sección de novela histórica. «En realidad, yo no he escrito una novela
histórica, sino una novela sobre el hombre que inventó Madrid. Para el lector
convencional de este género puede resultar algo chocante, pero lo cierto es que
mi libro es más novela que novela histórica». Y al leer el texto, comprobamos
que Javier no se ha limitado a escribir una obra de ficción al uso,
tradicional, en la que resultaría fácil caer en un tono laudatorio descarado,
sino que muestra al lector la cara b del protagonista. «Precisamente la cara b
del personaje es la que más me interesa, porque es la que conozco mejor, ya que
al convertirme en Salamanca su sufrimiento por la muerte de su padre fue el mío
propio. Recuerdo perfectamente cada una de las escenas, me veo dentro de ellas
y localizo a mi hermana, la de José de Salamanca, y percibo lo que ella siente
en cada momento, igual que observo el rostro de mi madre, que era la suya». Para
terminar de romper esquemas, la novela tiene otros matices diferenciales: «Es
mucho más que una novela histórica, porque tiene un toque de thriller, de
género negro…».
Durante el proceso de escritura y, como no
podía ser de otro modo, el escritor madrileño ha respetado las peculiaridades
del protagonista. «Todas las cosas se pueden mirar desde dos puntos de vista
distinto. Cualquier otro autor lo denostaría, pero en mi caso me he llevado muy
bien con Salamanca, un tipo muy leído y buen conversador. Lo acepté como era y
así lo he contado». El resultado final de todo su trabajo ha satisfecho plenamente
a Javier Puebla. «El libro ha sido un borrador cambiante, porque como con todas
mis otras obras, trato de mantenerlas vivas hasta que se publican. De vez en
cuando las revisito de nuevo y les introduzco pequeños cambios. En esta ocasión
he trabajado con tres correctores a la vez y le ofrezco al lector un producto muy
bien acabado».
José de Salamanca, además de político, era un
sujeto emprendedor, alguien que olía el dinero con facilidad. «Era un gran
negociante y como me ocurre a mí en este mismo instante, en el que estoy encarnado
en él, veía negocios por todos lados». Si tuviéramos que equipararlo con algún
personaje de la actualidad, quizá no resultase fácil encontrar alguno. «En su
momento, Mario Conde se le pareció un poco, y también Botín cuando entró en la
Fórmula 1 o José Manuel Lara con el negocio de las televisiones. Si tuviera que
compararlo con alguien, creo que elegiría a Ruiz Gallardón, que tuvo errores y
también grandes aciertos, como los túneles de la M-30 de Madrid. Salamanca fue
un producto de su momento, que se enriqueció en un momento de crisis y que tuvo tiempo para arruinarse». En esto de la
corrupción, el escritor madrileño piensa que todos somos iguales, pero con matices.
«Creo que el poderoso no es más corrupto que el hombre de la calle. Todos
hacemos lo que podemos. El pobre, si puede, no pone la moneda de la ORA, pero lo
que es indudable es que tiene más repercusión cuando roba un rico, porque las
cantidades son mucho mayores. La presión del estado es un poco ficticia y cada
uno, como animales libres, trata de evadirla lo mejor que puede».
Concluimos con algo que llama la atención en ‘El
hombre que inventó Madrid’: la costumbre de ofrecer al público espectáculos
crueles, como la pelea entre un tigre y un oso, a los que acudía la alta
sociedad madrileña, incluida la realeza. «Bueno, entonces eso era algo
completamente normal. Ahora tenemos otro tipo de entretenimientos como Internet
o la televisión. Aquella sociedad procedía de un tiempo en el que se torturaba
a la gente tranquilamente. Si nos comparamos con cien años atrás, hoy nos hemos
vuelto muy blandos».
SOBRE JAVIER PUEBLA
Javier Puebla (Madrid, 1958) ha sido galardonado con diversos premios, tanto en prosa –Premio Nadal por ‘Sonríe Delgado’; Premio Berenguer por ‘La inutilidad de un beso – como en poesía: Premio Vicente Presa por ‘El gigante y el enano’. En 2010 recibió el Premio Cultura Viva por el conjunto de su obra. Es el primer escritor en la historia de la literatura que ha escrito un cuento al día durante un año. Este esfuerzo creador fue recogido en el volumen ‘El año del cazador’. En 2005 fundó el taller 3Estaciones y la editorial Haz Milagros. Cineasta, escritor, columnista y viajero, también ejerció funciones diplomáticas en Dakar durante cuatro años, y allí escribió ‘Pequeñas Historias Africanas’, ‘Belkís’ y ‘Blanco y negra’. Gusta de afirmar que nació para contar historias.
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