Son cinco años y medio los que llevo invertidos en la escritura de un libro sobre el balonmano valenciano. Fue un secreto durante mucho tiempo pero ahora ya no lo es. La cosa arranca desde 1942, cuando el balonmano se jugaba entre dos equipos de once jugadores que disputaban encuentros sobre el césped de los campos de Mestalla y Vallejo en Valencia; Bardín en Alicante; y Castalia en Castellón de la Plana. Construir un trabajo de este tipo tiene mucho de encajar piezas, de aficionado a los puzles, bastante de curioso y mucho más de paciente amanuense, porque las cosas no siempre avanzan con toda la rapidez que uno desea ni la información fluye en ocasiones con caudal suficiente. Sin embargo, en momentos puntuales recibes pequeñas recompensas como la que me proporcionó hace un par de semanas Hans Peter Fromm.![]()  | 
| P.D.Valencianista 1954. H.P.Fromm es el cuarto de la fila superior. | 
Hans Peter Fromm se cruzó en el camino de mi investigación, como ya he dicho antes, hace un par de semanas. Fue una llamada telefónica suya en la que preguntaba por la persona que estaba escribiendo un libro sobre el balonmano antiguo. De este detalle se había enterado a través de un recorte minúsculo que apareció en el diario 'Las Provincias'. Sin conocerme de nada y con propósitos absolutamente altruistas, se ofreció a charlar conmigo de su época balonmanística y a dejarme material que él había almacenado a lo largo de su vida por si me resultaba de utilidad. Concertamos un encuentro y una semana más tarde nos encontramos charlando el uno frente al otro sentados a una mesa de la Federación de Balonmano de la Comunidad Valenciana.
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| Año 1954, entrega de trofeos a la P.D. VAlencianista.  Fromm es el tercero desde la derecha.  | 
El refuerzo positivo que recibes al descubrir que alguien sobre quien has escrito algo, aunque solo sea su apellido, de repente cobre vida, exista y te cuente cosas pasadas no tiene precio. Muchos de los asuntos que había intuido por los documentos que manejo desde hace más de cinco años, a golpe de una llamada telefónica y de una charla vespertina, cobraron relieve, abandonaron las leyes que rigen la tinta y el papel para ponerse a bailar delante de mis ojos, adquiriendo todo el sentido que solo la palabra de quien vivió muchos de aquellos eventos, un testigo de carne y hueso, puede proporcionar. Esa sensación es algo que un escritor de ficción, en el ejercicio de su profesión pura, jamás podrá experimentar. Peter Fromm me describió una época de esfuerzo y sacrificio, gris, dura, pero también de una cierta felicidad y diversión: la de la gente joven de los años cincuenta y sesenta.
Gracias, Peter, seguimos en contacto.
Herme Cerezo


