«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

jueves, 12 de junio de 2014

Jesús Ferrero, escritor: “Cuando me encuentro con un narrador irónico, lo considero un regalo de los dioses”

Jesús Ferrero ha engrosado su ya considerable palmarés literario con el Premio Ciudad de Logroño de Novela, obtenido gracias a su obra ‘Dr. Zibelius’, editada por Algaida. “Los premios se han convertido en los nuevos mecenas de la literatura. Fueron los griegos quienes crearon las justas literarias y todo lo que ellos inventaron es duradero”. Sin embargo, los certámenes literarios, especialmente los mejor dotados económicamente, parecen gozar de mala prensa en los últimos tiempos. “A mí este premio me ha salvado el año, porque la vida de los escritores con la crisis se ha vuelto muy difícil, ya que el nivel de ventas ha bajado mucho. Y digo que me ha salvado la vida, porque los que más se han alegrado de que yo ganase este premio han sido mis acreedores”. Para Ferrero, aunque es importante el volumen de lectores que pueda aportarle un premio no es algo determinante “porque mis seguidores son siempre los mismos, muy fieles,  invulnerables, lo percibo cada vez que voy a firmar a alguna feria de libros”.
‘Dr. Zibelius’ nació después de madurar la idea durante varios años. El escritor zamorano anduvo investigando por Internet y descubrió gran volumen de información sobre un tema que la interesaba: los trasplantes cerebrales. Se imaginó entonces que lo más terrible que podría pasarle a una persona es amanecer un día dentro de otro cuerpo. Y eso es lo que ocurre al protagonista de la novela. ‘Dr. Zibelius’ se mueve, por tanto, en un territorio científico no demasiado explorado por la literatura, aunque no ignorado, al carecer de testimonios reales.  “El tema de los trasplantes es una ambición literaria que nos persigue desde Homero. Siempre estamos jugando con una cuestión fundamental en nuestra cultura: cómo librarnos de la muerte, cómo retardar su llegada, evitarla incluso a través de los procedimientos más rudimentarios y elementales, como por ejemplo los elixires de la vida eterna”. Pero esta aspiración, de momento, solo es una posibilidad, un anhelo más que otra cosa. “La medicina actual está encaminada hacia la conquista de la inmortalidad o, al menos, a que consigamos vivir 300 o 400 años. Cuando a finales del siglo XXI nuestra esperanza de vida sea de ese nivel, la pregunta surgirá inevitable: ¿qué ocurrirá en una familia cuando alguno de sus miembros menores de veinticinco años fallezca a causa de un accidente brutal? El drama será terrible, muy doloroso, porque de esa muerte no te libra ni Dios”. Jesús Ferrero se encuentra seguro de que en el futuro los trasplantes cerebrales serán una realidad inapelable". El trasplante de cerebro es algo que está a la vuelta de la esquina. Creo que antes del año 2020 será posible. Ya hay escuelas de neurocirugía que están a punto de hacerlo, que afirman haber superado el problema de la unión de los nervios de la columna vertebral con los de la cabeza. El día que eso se resuelva definitivamente, todos los paralíticos que hay por ahí, chavalas y chavales muy jóvenes sentados en sillas de ruedas, comenzarán a caminar sin mayor dilación”.

Al  regresar de las tinieblas al mundo de la vida, Claudio Esbembo, el personaje que sufre el trasplante cerebral en la novela, experimenta un enorme miedo a lo desconocido,  a una vida nueva, la de un cerebro insertado en un cuerpo distinto. “Partí de la idea de que quería narrar una escena limpia al tiempo que absolutamente terrorífica. De este modo, me plantee la posibilidad de escribir cómo sería el amanecer en un cuerpo distinto al suyo. Es, en mi opinión, el capítulo más bonito de la novela. Esbembo disfrutará de una oportunidad única: visitar su propia tumba, que es una fantasía muy común entre los seres humanos, porque todos hemos imaginado alguna vez nuestro propio entierro. No podemos olvidar que cada suicida se mata con la fantasía de que va a ver las actitudes de sus familiares y amigo durante el sepelio. Y más de uno se va a llevar una buena sorpresa”.

‘Dr. Zibelius’ presenta una estructura musical. El apellido del personaje principal, Dr. Zibelius, suena a compositor y su nombre, Juan Sebastián, también. Para completar el esquema, en la novela no hay introducción al uso sino una obertura y los capítulos llevan títulos, como los movimientos de una sinfonía. “No quiero que mis lectores tomen este detalle como un capricho cultural. Todas mis novelas tienen una estructura musical y no las concibo de otro modo. Con la obertura inicio la obra y luego paso al laberinto dramático de la acción”. Jesús Ferrero ha escogido la tercera persona como voz narrativa, aunque se trata de una tercera persona con ciertas peculiaridades. “Mi narrador en tercera persona nunca es el habitual y aunque es invisible, tiene personalidad propia. Por eso, en ocasiones, es irónico y también puede resultar patético o trágico. Cuando me encuentro con un narrador irónico, lo considero un regalo de los dioses. La ironía lo desarticula todo y cuando surge en nuestras vidas nos libra de cualquier tipo de mal, sobre todo del de la trascendencia”. Estas peculiaridades le confieren vida propia al narrador y lo convierten en otro personaje de la novela. “El narrador siempre ha de ser un personaje más y, cuando habla en primera persona y aunque no cuente su propia vida, todo lo ves bajo su filtro. La primera persona no es la mirada de Dios y por eso invita a humanizar al personaje. Desde su óptica solo puedes ver la escena con ojos humanos, mientras que con la tercera lo vemos todo desde cualquier lugar, incluso desde los ángulos más inverosímiles”. ‘Dr. Zibelius, por último, se inspira en el mito de Pigmalión. “Digamos que ante todo y sobre todo, Zibelius es un Pigmalión en el sentido clásico. Yo pretendía dar vida a un nuevo ser sin pasar por el sexo, imbuyéndole una conciencia nueva”.


Herme Cerezo

SOBRE JESÚS FERRERO
Jesús Ferrero (Zamora, 1952) Pasó su juventud en Pamplona, Barcelona, Ginebra, Madrid y París, donde se graduó en Historia Antigua. Se dio a conocer con la novela ‘Belver Yin’ (Premio Ciudad de Barcelona 1982) y ha escrito una veintena de obras más, entre las que cabe citar 'Opium', 'El efecto Doppler' (Premio Internacional de Novela Plaza & Janés), 'El último banquete' (Premio Azorín 1997), 'Las experiencias del deseo' (Premio Anagrama 2009), 'Las nubes rojas' (Premio Internacional Barcarola de Poesía 2003), 'Las trece rosas' o 'El hijo de Brian Jones' (Premio Fernando Quiñones). Ferrero, además, es profesor y colaborador puntual del diario El País.