Que a Inocencio, “Chencho”, Arias
le gusta el fútbol, no es ningún secreto. Y que es del Real Madrid, tampoco.
Fue director general del club blanco entre los años 1993 y 1995, lo que le
permitió vivir in situ las bambalinas
y tramoyas futboleras. Ahora acaba de reunir todos sus recuerdos sobre los
campeonatos del mundo en el libro ‘Mis mundiales. Del gol de Zarra al triunfo
de la Roja’, editado por Plaza&Janés, en el que no solo repasa todo lo
acaecido en los campeonatos del mundo que ha vivido, sino también los
acontecimientos históricos que los rodearon y de los que, en algunos casos, el
propio Chencho Arias fue partícipe desde las embajadas españolas en diversas
capitales del mundo.
Chencho, su libro sobre los mundiales de fútbol abarca desde los años
1950 a 2010, ¿por qué ha escogido precisamente es periodo?
1950 es el año del primer mundial
que yo viví de un modo muy intenso a través de la radio. Conservo de él un
recuerdo exultante con el inolvidable gol de Zarra a la pérfida Albion. Y 2010
es el año en el que España conquistó su primer mundial.
Sí y ésa es una parte fundamental del libro,
observar cómo ha cambiado el fútbol en España y en el mundo, sin olvidar las
transformaciones sufridas también por las personas. Hemos visto perder cosas impensables y nacer otras que tampoco
esperábamos, como la desaparición de la influencia de la cultura francesa en
nuestro país o la transformación en las relaciones hombre-mujer.
Entre esos cambios, por desgracia en nuestro país ha aparecido la
corrupción, ¿el fútbol se ha mantenido al margen de ese fenómeno?
En el fútbol español ha habido
corrupción, pero hasta ahora menos que en otras esferas. Y en nuestro país hoy
existe más corrupción que en la época de Franco. Entonces también había pero se
tapaba. Es espectacular lo que ha ocurrido con los eres andaluces o el caso
Blasco, un escándalo total. En el fútbol pienso que algún partido de ascenso o
descenso y algún árbitro se habrán comprado. Incluso llegaron a circular las
tarifas que cobraban algunos equipos, pero sinceramente creo que son la
excepción. Si se han producido, desde luego los clubs grandes han quedado al
margen, los protagonistas siempre han sido clubs pequeños.
Usted ha vivido el fútbol desde dentro, fue director general del Real
Madrid, ¿su experiencia en la vida diplomática le sirvió de algo en ese
cometido?
En el fútbol de mi época, subraye
lo de mi época, por favor, había bastante más cinismo y sobre todo más
informalidad que en la diplomacia. Faltar a la palabra en la directiva de entonces
no era extraño ni infrecuente. Sin embargo, en la diplomacia si se falta a una
palabra ocurren cosas muy series. ¿Por qué ahora los países occidentales, al
percatarse que Crimea quiere ser rusa, tienen argumentos morales y jurídicos
para atacar a Putin? Muy sencillo: porque Putin esta faltando a su palabra.
Y a la hora de escribir ‘Mis mundiales’, ¿ha sido muy diplomático?
Alguna cosa no he contado y
alguna otra la he suavizado, pero pienso que he sido bastante franco. He
ensalzado a quien lo ha hecho bien y he criticado a quien creo que lo ha hecho
mal. Aunque yo sea del Madrid, he alabado a Xavi Hernández porque creo que es
el mejor jugador de fútbol español de los últimos años.
Por su libro nos enteramos de que le gusta mucho el fútbol tanto que,
por comprar entradas para el España-Rusia de 1964, guardó más de tres horas de
cola y fue capaz de estudiar al mismo tiempo.
¡Y si hubiera hecho falta, habría
estado más tiempo! Entonces yo tenía veintitrés años y quería ver la final de
la Copa de Europa. Me llevé dos temas de las oposiciones, dos temas de historia
y allí los estudié. Y me los aprendí mejor que otros porque eran de los más
amenos. Luego tuve suerte y me tocó una localidad en la portería donde
Marcelino marcó el gol del triunfo.
Mi primer mundial fue el de 1966 y lo vi en un bar rodeado de
abuelitos. Uno de ellos, entendido él, decía que las siglas CCCP, que llevaban
los rusos escritas en sus camisetas, significaba “tres veces comunistas
populares”, ¿de dónde salió eso?
[Risas] No sé de dónde saldría
esa leyenda, porque entonces su buscaban todas las chirigotas posibles para
escarnecer al comunismo. Esas tres letras son las iniciales de Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, escrita en caracteres cirílicos.
Hoy en día, ¿el fútbol es más pan y circo, el panem et circenses de los romanos, que nunca?
No creo en la teoría del fútbol
como pan y circo. Pero puestos a considerarla, hay que dejar claro que el
fútbol es un deporte de masas en muchos lugares, es una locura que abarca a
países muy heterogéneos, desde Brasil a Alemania, pasando por Inglaterra,
Italia, Noruega o Francia. Es cierto que, en ocasiones, los gobernantes han
intentado utilizarlo en su beneficio, pero ni siquiera lo han conseguido a
medias. En los años sesenta, la izquierda decía que el fútbol era el opio del
pueblo, pero yo creo que en España la gente se interesó por este deporte porque
acababa de salir de una guerra civil, sufría penurias y necesitaba agarrarse a
algo con lo que disfrutar. Y el fútbol prendió con tanta fuerza que desplazó
del pedestal incluso a los toros. En mi opinión, el régimen de Franco se dio
cuenta tarde de esas posibilidades y trató de subirse al tren del Real Madrid.
Pero una vez más, la teoría de la izquierda falla, porque no fue el régimen
quien creó al Real Madrid para entretener a la gente, sino que fue al revés
porque el Real Madrid era quien entusiasmaba a los españoles y a los
emigrantes, un detalle este último muy importante.
El escritor peruano Santiago Roncagliolo, en una entrevista reciente, manifestaba
que antes del partido decisivo del Mundial’78, Argentina-Perú, el dictador
Videla bajó al césped y saludó a los jugadores, ¿saludo o advertencia?
En ese partido si hubo algo, cosa
que no sabremos nunca, fue fluido, dinero. No parece posible que Argentina le
metiese seis goles Perú que era un equipo bastante entonado en aquel mundial.
Quizá le prometieran favores para el día de mañana a la Federación Peruana,
pero lo de Videla no creo que fuese una coacción.
En ‘Mis mundiales’, cita una frase muy interesante de Jean Paul Sartre:
“En el fútbol, a pesar de las previsiones
tácticas, una vez sobre el terreno las cosas acostumbran a complicarse por la
presencia del equipo contrario”.
Efectivamente, tenemos muchos ejemplos
de que muchos olvidan eso porque lo previsible es una cosa y el fútbol, que es
imprevisible, es otra. Normalmente los equipos que tienen más dinero son los
que ganan aunque no siempre. En España tenemos el duopolio Madrid-Barcelona y el
hecho de que el Atlético Madrid se haya llevado la liga esta temporada y haya
roto esa hegemonía, demostrando que se les puede vencer, creo que es bueno.
Helenio Herrera afirmaba que el mejor mundial fue el de México 1970,
¿opina igual?
No solo lo decía Helenio Herrera,
hay críticos que también afirman lo mismo. En conjunto, fue un mundial bello,
jugado con intensidad, en el que Brasil estaba pletórico, todo lo contrario de
lo que le había ocurrido cuatro años antes en Chile.
Ya que habla de Brasil, ¿los cariocas son el ejemplo claro que en el
fútbol son más importantes las individualidades que el conjunto?
No soy un técnico, pero en el término
medio está la virtud: hay que mezclar. En un equipo como el español no hay
jugadores malos, la selección tiene y ha tenido estrellas como Xavi Hernández,
Iniesta, Casillas, Busquets o Villa, junto con futbolistas que saben pasarla y
tocarla bien. Quizá ninguna de estas individualidades fuera tan determinante
como Maradona en el Mundial de 1986, cuando inclinó la balanza hacia Argentina,
o Pelé con Brasil en el Mundial de 1970, pero eran y son grandes jugadores.
Su libro proporciona un sinfín de anécdotas, noticias y detalles que, para
el aficionado siempre resultan atractivos, como el hecho de que el aeropuerto
de Belfast se llama George Best, ¿el fútbol es capaz de unir en esfuerzos
comunes a personas de muy distinto talante político?
Irlanda del Norte, por ser un
país pequeño, tiene una historia futbolística mediocre y se le puso ese nombre
al aeropuerto porque, aunque Best no participó en ningún mundial, fue un
jugador que consiguió unir a la población irlandesa, católicos y protestantes,
en un objetivo común. El fútbol y el rugby también han sido capaces de hacer lo
mismo en países con disensiones internas como Israel o Sudáfrica.
Usted lo conoce bien, ¿cómo se las apaña Del Bosque para manejar un
vestuario como el español, cuajado de estrellas y egos particulares?
Bueno, yo siempre he dicho que la
gran virtud de Vicente no ha sido solo heredar el sistema de Luis Aragonés,
sino su capacidad para mejorar el ambiente. Aunque tiene ideas fijas, es
diplomático y logra transmitir una sensación de solidaridad y espíritu de
equipo a los jugadores, que también son sabios.
Juegue un poco a pitoniso, Brasil es el gran favorito para el próximo
mundial, pero ¿hay algún tapado?
Desde luego el gran favorito es
Brasil, aunque no podemos olvidar a España porque a los brasileños yo no les
doy el doble de posibilidades que a nuestra selección. Quizá Bélgica, que tiene
un buen equipo, pueda optar también al título. Argentina podría sorprender
aunque es previsible, igual que Holanda. Veo en un escalón inferior a Alemania
e Inglaterra, pero el fútbol como decía antes es tan imprevisible que puede
surgir cualquier otro, como Francia o Dios sabe quién, y llevarse el gato al
agua.
El hecho de ser un país pequeño, como Uruguay, que ha ganado dos
mundiales, ¿revela que en ese tipo de estados el sentimiento nacional es más
intenso que el que se da en España?
En España el sentimiento nacional
está desmadejado, eso está claro. Incluso una persona como Casillas, tras ganar
la décima, dijo que conquistar la Champions era igual o mejor que un mundial.
Si eso lo dice Xavi Hernández o un jugador vasco, se habría liado
parda, ¿no?
Sí, probablemente se hubiera
montado una más grande. Lo que está claro es que aquí el sentimiento patriótico
no es tan fuerte como en otros lugares. Pero yo creo que, cuando los jugadores
salen a jugar, tampoco tienen totalmente muerto ese sentimiento tribal y el
orgullo de ser campeones del mundo. Hoy nadie cree la tontería que se decía en
los años cuarenta, cuando se afirmaba que España ganó a Inglaterra porque los
jugadores tenían en mente satisfacer a Franco. Tampoco pienso que ahora ocurra
exactamente todo lo contrario. La diferencia con un país más pequeño es que si
ellos ganan un partido, al terminar, se alegran no solo por ser los mejores
sino también por representar a una bandera determinada.
Herme Cerezo
SOBRE INOCENCIO ARIAS
Inocencio F. Arias (Almería, 1940) cuenta con una de las carreras diplomáticas más destacadas de la historia reciente de nuestro país. Ha desempeñado su cometido en distintos continentes y ocupado puestos relevantes con varios gobiernos de la democracia: secretario de Estado y subsecretario con el de Felipe González, embajador en la ONU con el de Aznar y portavoz de Exteriores, repetición insólita, con los de UCD, PSOE y PP. En la ONU fue presidente del Comité Mundial contra el terrorismo. Ha sido director general del Real Madrid. Desde 2010 está jubilado, pero colabora en prensa (El Mundo, Cadena Cope y El Periódico, entre otros), radio y televisión. Tiene un blog, ‘Crónicas de un diplomático jubilado’, en elmundo.es. Ha publicado los libros ‘Confesiones de un diplomático’, ‘Los tres mitos del Real Madrid’, ‘La trastienda de la diplomacia’ junto con Eva Celada y ‘Los presidentes de la democracia. Me acosté con Suárez y me levanté con Zapatero’.