Transgresora y
ultrasofisticada, la jueza Gabriela Aldama es una rara avis en los juzgados de
plaza de Castilla. De familia acaudalada, Gabriela destaca entre sus colegas
por su independencia y por hacer las cosas a su manera, precisamente las mismas
razones que le han convertido en uno de los miembros más inclasificables y
envidiados de la clase judicial. Permanentemente criticada, se enfrenta ahora a
un caso complicado: el asesinato de una pareja de desconocidos. Durante la
investigación, Gaby habrá de exponerse al límite y no solo profesionalmente.
Estos son los parámetros en los que se mueve la novela ‘Peaje de libertad,’
escrita por Elisa Beni y editada por Escasa, sobre la que tuve la oportunidad
de conversar durante unos minutos con la escritora riojana, sentados alrededor
de una mesa en el Hotel Astoria de Valencia a primera hora de la tarde. En una
pantalla gigante, al fondo, el murmullo enlatado y estridente de los goles de
los partidos de fútbol del Mundial de Brasil.
Elisa, habituada a los medios de comunicación, a participar en tertulias y programas informativos, ¿qué te ha llevado a escribir ficción?
En mi caso, cuando tenía
ocho años me preguntó mi madre qué quería ser de mayor. Y yo le respondí que
novelista famosa. Ella me dijo que eso no era una profesión y que tendría que
estudiar una carrera. Cuando estudiaba periodismo yo me preguntaba cómo se
podía ganar la vida una persona escribiendo. Pero, mira, el periodismo me
envenenó y en ese momento el folio en blanco pasó a ser como un santuario en el
que solo podía escribir la verdad. Por esa costumbre, hacer clic, cambiar y
escribir ficción me cuesta mucho. Pero al final, supongo que por la madurez
profesional, al fin de cuentas los periodistas también contamos historias
aunque reales, me puse a escribir. Comencé esta novela en el año 2009 y la
guardé. Fueron mis editoras las que me animaron a terminarla y ahora que la he
publicado me siendo como si entroncase con aquella niña que quería ser
escritora.
Decía Onetti que la principal obligación del escritor es mentir. Supongo que como periodista en algún momento también te habrá tocado hacerlo, ¿dónde cuesta más mentir: en la realidad o en la ficción?
No soy consciente de haber mentido nunca ni en el periodismo ni en la ficción. Como periodista hay un peaje que pagar por la libertad y la independencia y yo lo he pegado. Y me ha costado dinero. Hay medios de los que yo he salido porque lo que digo no les gusta y no pienso cambiar de opinión porque a ellos no les parezca bien. A fin de cuentas, cuando me contrataron ya sabían lo que yo pensaba. En periodismo, conscientemente, no he mentido nunca y en la ficción ha procurado desarrollar una literatura honesta. Soy muy lectora de novela negra y cuando un escritor engaña al lector, le plantea un problema y lo resuelve de modo un poco tramposo, me molesta mucho.
No soy consciente de haber mentido nunca ni en el periodismo ni en la ficción. Como periodista hay un peaje que pagar por la libertad y la independencia y yo lo he pegado. Y me ha costado dinero. Hay medios de los que yo he salido porque lo que digo no les gusta y no pienso cambiar de opinión porque a ellos no les parezca bien. A fin de cuentas, cuando me contrataron ya sabían lo que yo pensaba. En periodismo, conscientemente, no he mentido nunca y en la ficción ha procurado desarrollar una literatura honesta. Soy muy lectora de novela negra y cuando un escritor engaña al lector, le plantea un problema y lo resuelve de modo un poco tramposo, me molesta mucho.
Entre
los “escritores puros”, no parece ser demasiado bien recibida la gente que,
procedente de la tele, escribe y publica novelas, ¿qué opinión te merece a ti
esa postura?
Me parece absurda porque
escribir, lo hagas mejor o peor, es una forma de exteriorizarte. Es verdad que
yo tengo un cierto prurito y que la gente puede pensar que escribo y vendo la
novela porque salgo en la televisión. Eso me conturba porque creo que mi novela
está bien escrita, no es una obra de encargo y mi vocación escritora no tiene
nada que ver con trabajar en un medio u otro. Pero es cierto que existe una
tendencia a pensar que, si no vas a escribir el ‘Ulyses’ de Joyce, es mejor que
no te pongas. En líneas generales, creo que la literatura es una forma de
narrar historias y que los periodistas tenemos una magnífica base para hacerlo.
Eso sin olvidar que ahora mismo los grandes escritores antes fueron periodistas
y se reivindican como tales.
Gabriela
no es la primera juez femenina que protagoniza una novela en nuestro país, ¿por
qué has elegido precisamente esa profesión para ella?
Sencillamente porque conozco
muy bien el mundo judicial. Fui directora de comunicación de los ochocientos
jueces que hay en Madrid y estuve casada con uno de ellos. El mundo judicial me
parece un terreno decisivo para el sostenimiento de la democracia y es lo
suficientemente hermético como para sumergir al lector en un ambiente
desconocido, especialmente si lo haces a través del género negro, que tiene ese
componente de denuncia social que viene muy bien para escribir sobre estos
temas, para coger al lector por la solapa y llevarlo a donde tú quieres.
¿Tenemos
una serie a la vista con Gabriela de protagonista o se trata tan solo de un
episodio aislado?
El personaje de la jueza, de
Gabriela, es tan potente que la concebí como protagonista de la novela, pero adquirió
tal dimensión que, de repente, dio sentido al libro. Es como si su presencia lo
llenase todo. Nadie me pregunta por los demás personajes, sino solo por ella. El
otro día, un lector me pedía su número de teléfono, como si fuera de carne y
hueso. Tengo el presentimiento de que Gaby todavía guarda cosas que contar y yo
estoy dispuesta a permitir que lo haga.
O
sea que se te ha escapado un poco el personaje.
Se ha engrandecido mucho, es
verdad. Esto en el periodismo no te ocurre, pero cuando creas, las cosas crecen
tanto que no te das cuenta y ves con sorpresa que los personajes han cobrado
vida propia, se han enriquecido, se han hecho redondos… Todo eso forma parte de
la belleza que conlleva el oficio de creador.
A lo largo de la novela,
Gabriela habla varias veces con amigos suyos, que también son jueces, y en esas
conversaciones se desgranan un poco las dudas y las soledades del oficio de
juzgador porque la profesión de juez es muy dura y exigente. Por supuesto que
he vertido en la obra la visión que tengo de lo que es y significa ser juez. No
puedes escribir una novela sin que tenga relación contigo mismo.
¿’Peaje
de libertad’ está basado en un caso real, debidamente disfrazado?
No, la novela es verosímil y
no está basada en ningún caso real.
Gaby es una mujer joven,
atractiva, moderna, liberada y autosuficiente gracias a su trabajo de jueza,
¿conoces a muchas de su especie?
No, no conozco ningún personaje como Gaby, es una figura puramente literaria.
Con
el riesgo que siempre entraña generalizar, en la realidad, ¿existe buen rollo
entre los jueces?
Creo que como en todas
partes, en la carrera judicial hay relaciones entre personas. La relación entre
un juez con experiencia y una jueza más joven es perfectamente posible. Dentro
de la judicatura hay personas que tienen una gran entidad humana y el hecho de
pasar la vida en contacto con el mal y con los individuos les conforma como
grandes conocedores del ser humano. También es verdad que la profesión de juez
conlleva un componente narcisista muy importante en algunos casos, porque están
acostumbrados a ser omnipotentes desde muy jóvenes. Desde luego es una
profesión peculiar y que imprime carácter.
¿Una
investigación policial depende de la iniciativa de un juez o es fruto de un
trabajo en equipo?
No, es un trabajo muy
individual, muy personalista. Están acostumbrados a trabajar en soledad. Los
jueces, incluso cuando están en tribunales de tres, no forman un equipo sino
que son tres entidades jurídicas en lucha y deliberación, dispuestos a
escuchar, enjuiciar y votar.
‘Peaje
de libertad’ habla también del asunto de las filtraciones a la prensa. Cuando
fuiste directora de comunicación del Tribunal Superior de Madrid, ¿te resultaba
sencillo mantener a raya a tus colegas y suministrarle la información justa para
evitar “interferencias”?
Creo que tuve una relación
buena en aquel tiempo con mis colegas. De hecho, cuando me cesaron recibí
muchos correos de periodistas interesándose por mí. Fui la primera directora de
comunicación que conseguí que se pagase un sistema de televisión para
retransmitir los juicios más importantes. Por mi cargo, estaba al servicio de
los jueces y de su imagen, ahora creo que los gabinetes de comunicación de los
tribunales se han convertido en una especie de adláteres para conseguir más
rápidamente la información para los periodistas.
En
la novela también aparece un forense que es una mujer, ¿hay un intento
reivindicador de la figura femenina en ‘Peaje de libertad’?
Yo soy feminista y creo que
dentro del peaje de libertad que la sociedad nos exige a todos, porque en la
sociedad todo conspira contra nosotros, las mujeres hemos de pagar un peaje
todavía peor. De hecho hago aparecer una magistrada en la Sala Segunda del
Tribunal Supremo que, cuando escribí la novela, no existía. Ahora hay una pero
todo tiene que cambiar porque no podemos
olvidar que el cincuenta y cuatro por ciento de jueces en este país son
mujeres.
La
última por hoy: hemos hablado de jueces y de juezas, ¿dónde queda Elisa Beni en
‘Peaje de libertad?
Le he pasado a Gabriela algunas
manías propias, como la de escuchar a Enrique Bunbury mientras conduzco y
también un kimono de seda como el mío. Esta novela no es autobiográfica y creo
que es producto de que en la vida existe un momento, después de que la realidad
y el periodismo te han madurado, en que destilas algo que tiene mucha fuerza y
usas un lenguaje muy ágil y visual porque has acumulado una experiencia que no
tenías a los veinte años.
SOBRE ELISA BENI
Elisa Beni (Logroño), licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, tras cursar el Máster en Seguridad y Defensa por la UNED, se especializó en comunicación política y judicial. Fue directora de prensa del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y ha participado en programas como ‘El gran debate’ (Tele 5), ‘Las mañanas de Cuatro’, ‘Al rojo vivo’ (La Sexta) y ‘El debate’ (CNN+). Actualmente colabora en ‘Más vale tarde’ y ‘La Sexta Noche (La Sexta), ‘Julia en la onda’ (Onda Cero), y ‘Más claro agua’ (13TV), ‘Sin ir más lejos’ (ETB) y ‘De buena ley’ (T5). Ha sido también columnista en ‘La Razón’ y ‘Tiempo’ y actualmente lo es en ‘eldiario.es’.