Jack el Destripador es una
figura legendaria dentro del mundo del crimen. ¿Quién fue? ¿Por qué lo hizo? ¿Se
oculta alguna trama oscura detrás de sus asesinatos? Son preguntas que han
quedado sin respuesta a pesar del tiempo transcurrido o, quizá, precisamente
por eso. En su nueva novela, ‘Yo también fui Jack el Destripador’, publicada
por Ediciones del Viento, Fernando García Calderón plantea la posibilidad de
que Lewis Carroll, diácono, matemático, fotógrafo y autor de ‘Alicia en el país
de las maravillas’, fuese en realidad el famoso asesino. Para ello, se vale de
un anónimo que contiene la confesión del propio Carroll y utiliza como
protagonista a John Riordan, un octogenario forense de Scotland Yard, que en su
tiempo fue ayudante del inspector Abberline, responsable de la investigación de
los crímenes.
Para García Calderón, “escribir es una necesidad, por una serie de
circunstancias y connotaciones la vida no es absolutamente placentera y cuando
escribo me evado y lo paso bien”. Durante un tiempo fue escritor de
cuentos, pero abandonó el género y dio el salto a territorios de mayor
extensión, a la novela. “Empecé dentro
del relato, participando en concursos literarios por toda España. Cuando sentí
la necesidad de pasar a la novela lo hice. En aquel tiempo yo era director de
una empresa semipública y decidí dejarlo y ponerme a escribir. En 1997 gané el
premio Félix Urabayen y después el Ateneo de Sevilla y, aunque ahora no
participo en concursos, afortunadamente continúo publicando.”
Jack el Destripador, en
inglés Jack The Ripper, es un personaje fascinante. A pesar del tiempo
transcurrido desde que sucedieron los hechos, continúa centrando la atención de
los aficionados a los relatos policiacos. “Jack
el Destripador resulta atrayente no solo por sí mismo, sino también por su
circunstancia. Actuó en la época victoriana, en el momento de la gran crisis
del Imperio Británico, un mundo con perspectivas de cambio y con los movimientos
sociales en plena efervescencia, sin olvidar sus crímenes enormemente teatrales”.
Para el escritor sevillano los asesinatos no fueron obra de una sola persona. “Estoy convencido de que los distintos
escenarios donde aparecieron los cadáveres estaban preparados. Por la
documentación que he manejado intuyo que no se trataba de un psicópata sexual
que mataba al azar y por impulsos. Los que lo hicieron estaban muy bien
organizados y la propia elección de las víctimas, prostitutas muy mayores, algunas
enfermas, parece indicar que fueron escogidas a conciencia. No quiero revelar
nada de la trama, pero por muy bueno y osado que hubiera sido Jack como
cirujano, teniendo en cuenta que el entorno donde sucedieron los hechos estaba
muy poblado incluso de madrugada, resulta sencillo pensar que una sola persona
no pudo hacerlo todo”. Los crímenes acontecieron en la zona de Whitechapel,
dentro del East End londinense, un barrio poco recomendable. “El East End era un espacio reducido, terrible,
en el que vivían hacinados dos millones de habitantes, gente que con lo que
ganaba en su trabajo no tenía para cenar cada noche. Las condiciones de
salubridad eran mínimas, carecían de casi todos los derechos que conocemos hoy y
la tasa de criminalidad era tres veces superior a la de cualquier ciudad
europea, como por ejemplo Madrid o Berlín de entonces, cuyos cifras de
población eran inferiores en número a las de este barrio”.
Como hacen muchas otras
novelas, ‘Yo también fui Jack el Destripador’ aúna ficción con datos reales,
pero a simple vista no es fácil adscribirla a ninguna etiqueta precisa. Es
probablemente un relato híbrido, fronterizo, a caballo entre varios géneros. “Bueno, tiene algo de híbrido, pero desde
luego es una novela que cumple con los patrones clásicos del género:
argumentación, escenario, personajes, entorno... La argumentación parte de
algunas connotaciones reales para desarrollar una ficción y emitir una tesis
sobre los crímenes”. Precisamente por esta mezcolanza y, qué duda cabe, por
el tema que maneja, resulta un libro que incita a leer más, a documentarse, a
buscar. “Quería que fuese una novela
estimulante, que despertase la curiosidad. Uno trabaja este tipo de obras por
sedimentos. En una primera capa, se encontraría el público que lee por
distraerse. Más arriba estarían las capas intermedias de lectores, que se
pueden interesar por aspectos sociopolíticos del momento, que a mí me atrajeron
particularmente porque solo en épocas de grandes crisis pueden surgir
personajes o soluciones extremas como Jack el Destripador. Hay que pensar que los
asesinatos tenían una motivación y una fecha de caducidad y que el asesino con
sus crímenes logró beneficios. Ese es el planteamiento que yo sigo en el libro”.
Es curioso constatar que poco antes de que sucedieran los hechos, casualidad o
no, estalló una crisis profunda dentro de la propia policía londinense. “En Scotland Yard se produjo un
enfrentamiento entre los que habían desembarcado en el cuerpo, procedentes del
ejército, cuyo cabecilla era Warren, y el sector más tradicional de la policía,
encabezado por Monro. Monro dimitió y, tras los primeros crímenes, lo hizo
Warren. Finalmente fue Monro quien de nuevo asumió el mando”.
Lewis Carroll está
directamente implicado en la trama. En el capítulo quinto, alguien le atribuye
la autoría de los asesinatos de Whitechapel. “Carroll, como profesor en Oxford, era un tipo aburrido y, sin embargo,
resultaba divertido con los niños en sus ratos libres. Era muy aficionado a la
fotografía y a la literatura, a la que llegó por su afán de jugar con las
palabras más que por contar historias. De hecho, muchas de sus frases esconden
dobles y triples sentidos. Forma parte importante de la novela porque a través
de un anónimo alguien hace creer al protagonista, John Riordan, que su antiguo maestro
se reconoce a sí mismo como el Destripador. Carroll, junto con otros escritores
e intelectuales, formó parte del club Diógenes”. El club Diógenes fue uno
de tantos centros sociales londinenses que proliferaron a partir del siglo
XVII, en los que sus miembros se reunían con fines muy variados, no solo de
esparcimiento. “Había clubes muy
diversos, algunos existían solo para el puro divertimento de sus socios, que preferían
estar allí fumando, bebiendo y leyendo el periódico que en sus propias cosas.
El Diógenes nació con el claro propósito de derrocar, si era posible, al
gobierno y acabar con las costumbres tan conservadoras de la época”. Otra
figura relacionada igualmente con los clubs es la de Sherlock Holmes, que desfila
junto con otros escritores y personajes literarios en ‘Yo también fui Jack el
Destripador’. “La aparición de Sherlock y
de autores como Stevenson, Bram Stoker o Bernard Shaw en el libro es un homenaje
a la escritura. La gran cuestión que se suscita sobre el final del siglo XIX es
cómo, frente a una sociedad en decadencia, surgen grandes escritores capaces de
manejar la dualidad moral del momento y convertirla en literatura”. Una
anécdota curiosa sobre Holmes proviene del hecho de que un banco asentado en el
221B de Baker Street, su supuesto domicilio, se dedicó a atender la
correspondencia que los lectores dirigían al detective creado por Conan Doyle.
“Ése es un dato cierto y muy curioso.
Efectivamente el banco dedicó una secretaría para atender la gran cantidad de
cartas que se recibían dirigidas a Sherlock Holmes y, lo que es más grave, a
contestarlas. Los ingleses son capaces de generar un mito y, además, saben cómo
manejarlo”.
El proceso de documentación
para escribir su obra le ha ocupado bastante tiempo a Fernando García Calderón,
aunque ha resultado menos costoso de lo que pueda parecer. “Ha sido extenso, pero no complejo. En
Inglaterra lo tienen todo muy organizado y he podido encontrar con facilidad cualquier
información sobre los crímenes, desde los certificados de defunción, hasta las
actas de los forenses. Al final de la novela, aunque no acostumbro hacerlo,
menciono el nombre de una página web, casebook:jacktheripper, que es realmente espectacular
para informarse sobre este tema. Aquí lo difícil ha sido resistir la tentación
de contar todo lo que había aprendido mientras investigaba”.
Además de esta historia,
García Calderón prepara actualmente dos libros de ficción. “Tengo dos proyectos en curso. Uno es un
volumen de relatos, que se encuentra en fase de galeradas, y el otro es una
novela de aventuras sobre un personaje español, nacido en 1900 y muerto en
Zanzíbar en 1976. He invertido varios años en escribirlo y transcurre durante
la época de la independencia de Kenia”.
SOBRE FERNANDO GARCÍA CALDERÓN
Fernando García Calderón (Sevilla, 1959) es autor de decenas de relatos reconocidos en los más prestigiosos cerámenes, habiendo publicado hasta la fecha dos volúmenes de cuentos, ‘El mal de tu ausencia’ y ‘Sedimentos en un pantano’. Su primera novela, ‘El vuelo de los halcones en la noche’ fue galardonada con el premio Félix Urabayen, a la que siguieron ‘El hombre más perseguido’, Premio Ateneo Ciudad de Valladolid, ‘Lo que sé de ti’, ‘La noticia’, ‘La judía más hermosa’ y ‘La resonancia de un disparo’.
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