Herme Cerezo / SIGLO XXI, 13/06/09
Carmen Amoraga (Picanya, Valencia) es periodista, articulista, tertuliana y escritora. Su carrera literaria presenta un curriculum fecundo en textos y galardones: Premio Novela Ateneo Joven de Sevilla con ‘Para que nada se pierda’; Premio de la Crítica Valenciana con ‘La larga noche’; y finalista del Premio Nadal con ‘Algo tan parecido al amor’, sin olvidarnos de sus otras dos obras no premiadas, pero sí exitosas: ‘Todas las caricias’ y ‘Palabras más, palabras menos’.
La de hoy es una entrevista que gira en torno a su último libro, un libro distinto, quizá un inciso en su carrera: ‘Todo lo que no te contarán sobre la maternidad’. Pero también, y sobre todo, es una entrevista de sentimientos, de emociones, de sensaciones acerca de un momento trascendental en la vida de cualquier mujer: la maternidad. Sin olvidar, por supuesto, a su pareja, que también cuenta.
Carmen, algunos escritores dicen que escribir un libro es como parir, ¿es así?
No, no lo es. Es cierto que tú gestas el libro durante un tiempo, pero luego, cuando lo publicas, se acaba el trabajo. La maternidad no acaba cuando tu hija nace, al contrario, es una responsabilidad que no tiene fin.
Una carrera que no termina nunca.
No, no se acaba nunca. Es un camino de rosas pero con muchas espinas, porque con un niño pequeño nunca terminas de salir de una satisfacción ni de un susto, es todo continuo.
Acostumbrados a tus artículos, en la Turia y en el Levante, y a tus novelas, ‘Todo lo que no te contarán sobre la maternidad’ supone un cambio importante en tu trayectoria, ¿no?
No es tan gran cambio porque como novelista y articulista yo lo que cuento son historias. Y esto es una historia también, la de la maternidad, que es real y larga. La he escrito porque creo que hay que dejarse llevar un poco por las cosas tal y como te van sucediendo en la vida.
¿De dónde surgió la idea para escribir este libro?
Cuando yo estaba embarazada de Carmen, mi hija, coincidió que fui finalista del Premio Nadal. Durante la gira de promoción hojeaba muchos libros sobre maternidad y veía que lo que allí leía no se parecía mucho a las sensaciones que yo experimentaba. Cuando tuve a la niña, me ocurrió lo mismo: mis sensaciones tampoco se correspondían con lo que había leído. Tenía emociones y reacciones físicas muy diferentes a las que encontraba en los libros, no estaba la información que yo buscaba. En definitiva, este libro es el que a mí me hubiera gustado leer en aquellos momentos.
¿Las maternidades son todas iguales?
En relación a la maternidad hay muchas verdades universales, pero cada una te cuenta su versión. Las madres primerizas se encuentran perdidas, desbordadas, porque la información que reciben, en muchos casos, es contradictoria. Una mujer embarazada se encuentra muy sola porque que hay muchas cosas que nadie dice. A mí, por lo menos, nunca me dijeron que en mi propia casa era posible que se viviera cierta tensión. Yo pensaba que, como era una niña tan deseada, íbamos a ser felices todo el tiempo. Y sí, éramos felices, pero no todo el tiempo, porque dormíamos mal, me sentía insegura, tenía las hormonas muy revolucionadas ... yo no sabía a qué se debía todo eso y mi marido lo sufría porque tampoco encontraba una explicación. Un embarazo es algo tan complejo que todo lo que te ocurra es completamente normal: puede que duermas o que no, que te duela o que no, que estés alterada o que no.
‘Todo lo que no te contarán sobre la maternidad’ ¿es un libro de autoayuda?
A los editores les gusta mucho etiquetar para facilitar la venta y creo que todos los libros, en realidad, son de autoayuda, porque tú lees una novela y extraes algo que te aporta un refuerzo para los momentos que estás viviendo. La ficción ayuda a vivir y por eso opino que todos son libros de autoayuda. A mí me hubiese gustado leer mi libro cuando estaba embarazada.
¿Lo has enfocado como un libro de consulta?
Sí, es un libro guía, donde esta todo muy pautado, muy supervisado y muy documentado. Es riguroso porque está supervisado por el personal médico que interviene en todo el proceso: desde el momento del embarazo hasta el parto. Lo han revisado pediatras, psiquiatras, ginecólogos...
De todo lo que has ido diciendo hasta ahora, se desprende que es autobiográfico.
Por supuesto, es autobiográfico porque yo hablo mucho de mí y de mi hija, pero hay un grupo de padres que también cuentan sus experiencias: qué les atemorizaba, qué les daba satisfacciones, cómo iban resolviendo sus problemas, qué consejos recibieron, cuáles fueron buenos y cuáles malos. La conclusión que extraes al final es que existe un exceso de consejos e información. Yo no quería que fuese sólo mi opinión la que apareciese en el libro, quería que otras personas, que también forman parte de esa comunidad que son los padres y madres, contasen sus experiencias en torno a la maternidad.
Cuando tardas tanto tiempo en quedarte embarazada y por fin lo logras, ¿qué sensación tienes?
Vas un poco por fases. Al quedarte embarazada estás contenta y a la vez preocupada porque todo se desarrolle bien. Cuando llega el momento del parto, la preocupación aumenta y todo lo que viene después es un mundo sin fin, porque, como te dije al principio, la responsabilidad y las preocupaciones son constantes.
Carmen, ¿a dónde va a parar la independencia que tenías antes del nacimiento de tu hija?
Hombre, la independencia desaparece completamente, pero vale la pena. No creo que el fin último de una persona o de una pareja tenga que ser la maternidad o la paternidad. Cada uno tiene que hacer lo que le apetezca, pero estoy muy contenta de haber tenido a Carmen. Desde que comencé, he intentado siempre escribir buenos artículos, buenas novelas y hacer bien mi trabajo. Pero de lo único que tengo la certeza absoluta de haberlo hecho bien es tener a mi hija... Claro que si acabo aquí, ofrecería una idealización de la maternidad y, por eso, en el libro no he puesto punto final y he dicho: tener a mi hija es lo mejor que he hecho, punto y seguido. Pero ... te sientes sola, te sientes mal, te sientes insegura, tienes preocupaciones, pierdes independencia, se te genera mucha tensión, es un cambio fundamental, el cambio de la vida. Pero de todo eso se acaba saliendo.
A nivel de sentimientos, ¿qué diferencia hay entre lo que siente un padre y y lo que siente una madre?
Pienso que, además de la obvia diferencia fisiológica, se trata de una diferencia social. La maternidad está sobredimensionada y se come al sentimiento de paternidad. Como las madres los llevamos dentro, como los parimos nosotras, pues nos sentimos como las reinas y realmente no lo somos. Creo que las madres asumimos demasiado protagoismo, porque los hemos parido y creemos que nadie va a hacer las cosas como nosotras. En mi libro reivindico mucho el papel de la madre como mujer, porque cuando eres madre parece que sólo eres eso. Y no es así. Eres mujer y también madre. Como mujer tienes unos sentimientos y unas consecuencias físicas y como madre tienes otros. Pero yo no dejo en el libro de lado a la figura del padre. Al contrario, su papel es muy importante porque la mujer tiene muchos cambios emocionales al ser madre y el padre ha de percibirlos para conocer bien a su pareja. Ayudar a una mujer recién parida no es sólo cuidar al bebé, también hay que atenderla a ella, sostenerla, comprenderla y saber que, si de repente su estado de ánimo cambia bruscamente, no lo hace para fastidiar, sino que hay una serie de hormonas implicadas en ello. Me ayudó mucho a saber lo que era el sentimiento de paternidad un reportaje que leí sobre madres de niñas chinas. Una mujer llevaba mucho tiempo preparando el papeleo para adoptar a una niña. Después de todos los preparativos, viajó a China y cuando se la traían por un pasillo para entregársela, supo lo que era el sentimiento de paternidad, porque ella no la había gestado, no la había parido pero sabía que era su hija. Se sintió muerta de amor por ella y creo que eso es lo que debe de sentir un padre al nacer un hijo.
¿Hay alguna diferencia entre la Carmen Amoraga de antes de dar a luz y la de después?
La única diferencia que veo es mi relación con mi madre. Ahora me he dado cuenta de que siempre he pensado en ella como una señora mayor que era mi madre y que todo lo que le pasaba giraba en torno a mí. Al convertirme en madre, me he sentido atraída por la mujer que es mi madre. Me preocupo más por ella y le pregunto por sus cosas.
El nacimiento de tu hija, aparentemente, no ha afectado a tu vida literaria.
Hombre, lógicamente, me la ha recortado y me la ha limitado, pero escribir también es vivir. Tengo que seguir ganándome la vida con mi trabajo. La vida no se detiene porque yo haya parido.
Por último, ¿qué crees que pensará tu hija el día que sea mayor y le enseñes el libro?
A mí me hace ilusión porque en la portada sale ella y cuando sea mayor y la vea creo que le gustará. A lo mejor lo ve normal, porque habrá crecido con él, no lo sé. Este es el único libro mío que ha leído mi madre y creo que gracias a él me conoce un poco más. Espero que a mi hija le ocurra lo mismo.
Antes de terminar, no me resisto a incluir un párrafo de ‘Todo lo que no te contarán sobre la maternidad’, que creo que resume bien lo que Carmen Amoraga ha pretendido conseguir al escribirlo. Dice así: "Cada uno de nosotros, cree, creemos, que nuestras experiencias son únicas. Nos sentimos aislados en nuestros momentos de felicidad – nuestro bebé es el más listo, el más rápido y el más guapo – y también en nuestros ratos de agobio – es también el que más llora, el que menos duerme, el que más mocos genera, el que menos come, el que más regurgita o el que más babea –. Nada más lejos de la realidad. La maternidad, la paternidad, tienen la virtud de igualarnos con el resto de los padres del mundo. Lo que ocurre es que muchos no comparten sus experiencias".