«Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban y, como si de grillos se tratara, intentó ubicar a cada hombre dentro de los límites del olivar» (Jesús Carrasco, Intemperie)

martes, 20 de mayo de 2014

Carlos Zanon, escritor: “Al lector hay que cogerle de las solapas y entusiasmarle para evitar que nos abandone en ese camino que es la lectura”.

Afortunadamente, el escritor Carlos Zanón se ha convertido en un habitual de Valencia Negra. Acudió a este festival en su primera edición, la de 2013, donde fue galardonado con el Premio Valencia Negra por su obra ‘No llames a casa’. Un año después, en 2014, ha regresado para participar en  coloquios y debates y hablar de sus novelas, tan negras, tan grises, como las de los demás colegas. Dentro de la jornada de clausura, celebrada en la mañana del domingo en la librería Cosecha Roja, el escritor catalán, cazadora oscura, camiseta azul con letras amarillas, se dejó secuestrar durante unos minutos, no a punta de pistola sino de grabadora, y respondió a unas cuantas preguntas, rápidas como su narrativa, sobre cuestiones del género negro y de su última entrega, ‘Yo fui Johnny Thunders’, la historia de Francis, o Mr. Frankie, un músico rockero que decide regresar a su barrio, el lugar donde vivió sus primeras experiencias, tras dejar atrás la miseria y la drogadicción. Pero sus viejas calles son meras ruinas, por las que aún deambulan su padre, su media hermana, su primera novia y algún que otro amigo.
Carlos, eres licenciado en derecho, poeta, músico, crítico literario, ¿escribir novela negra es tu lado oculto?
Escribo novelas, no sé si negras o no - aunque supongo que sí lo son - y poesía, que tiene mucha relación con mi prosa. Bueno, supongo que hay una parte violenta, una parte oscura que queda reflejada en las novelas que hago.
¿Es el mismo Carlos Zanón quien escribe poesía, prosa o crítica literaria?
Sí, cuando escribo en cada uno de esos registros soy la misma persona. De hecho hay capítulos de mis novelas que podrían ser poemas y viceversa. Me interesa la intuición y la pasión y esas cualidades las plasmo en todos estos géneros, incluida también la crítica literaria.
¿Las novelas negras son retratos de la sociedad que nos ha tocado vivir?
No, no creo que los escritores seamos fotógrafos o periodistas de la realidad. La novela negra es algo parecido a la novela costumbrista de hoy en día. Creo que nuestros libros son todos autobiográficos, en ellos hablamos de nuestros fantasmas y de nuestras obsesiones y los ubicamos aquí y ahora porque, para que una novela negra sea buena, ha de ser muy personal y contener aspectos de los que otras carecen.
¿Los historiadores del futuro podrían utilizar las novelas negras para conocer la cara b de nuestra sociedad?
Eso es así de la misma manera que al leer ‘Fortunata y Jacinta’ descubrimos cómo vivían los madrileños de aquella época, pero el aspecto de la cara b no lo tengo tan claro. Los novelistas escribimos ficción y no sé si lo que inventamos es un reflejo exacto en la realidad. Si fuésemos a hacer caso a todas las novelas negras que se publican, cada semana mataríamos a trescientas personas y en una ciudad como Barcelona, por ejemplo, se producen cuatro asesinatos al año. Creo que existe mucha paranoia y conspiranoia entre los escritores.
¿A lo mejor gracias a que escribís novelas negras, hay menos asesinos sueltos?
Pienso que los que escribimos novela negra y los que la leemos no cometeríamos un asesinato. No creo que los asesinos auténticos lean este tipo de literatura.
‘Yo fui Johnny Thunders’, tu última novela, arranca en un concierto de rock y eso le imprime un ritmo trepidante que se mantiene a lo largo de todo el texto. ¿Es tu estrategia para atrapar al lector desde el comienzo o es tu sello personal?
De todo un poco, es mi manera de escribir. Creo que al lector hay que cogerlo de las solapas y entusiasmarle para evitar que nos abandone en ese camino que es la lectura. Esta novela la concebí como si la escribiera dentro de una canción de rock’n’roll y tenía que ser nocturna, apasionada, rápida y directa. Por eso también la construí con capítulos cortos y diálogos vibrantes.
¿La novela está basada en un hecho real?
La anécdota del primer capítulo si es real, ocurrió y me la contaron en Valladolid. Yo quería hablar de la pérdida del deseo, de que ya no vivimos las cosas igual como cuando teníamos catorce años. Por otro lado, también me interesaba escribir una novela sobre la música. Por eso busqué una historia de alguien que regresa a sus inicios, al país de las primeras cosas, y pensé que elegir como protagonista a un tipo con cierta fama en el mundillo musical y que volviese a su barrio de toda la vida podría ser bueno.
Sí, pero el regreso de Francis, o Mr. Frankie, a su ayer resulta muy duro.
La nostalgia es lo peor del mundo y Francis regresa para “hacer las cosas bien”, pero  se da cuenta que la gente que sigue en el barrio “haciendo las cosas bien” y renunciando a sus sueños, no se encuentra en un punto demasiado alejado del suyo y no está mejor que él. A veces, hacerlo todo como toca no significa que vayan a funcionar.
Un panorama ciertamente descorazonador, ¿no?
Sí, pero en el fondo subyace una parte vital importante. La idea que sostengo sobre este asunto es vive como quieras y vive en lo que creas, haz lo que quieras y como quieras. El mañana no existe.
En ‘Yo fui Johnny Thunders’ y en otros títulos tuyos, echo en falta un elemento consustancial a toda novela negra: la policía. Su presencia se limita a un par de cameos sin relieve.
El mundo que reflejo es un mundo sin policías. Escribo sobre personajes que viven como si estuvieran en el interior de una olla a presión y ellos mismos se autorregulan, se autogestionan. Crecí en un barrio en el que la policía no aparecía y los vecinos arreglaban sus problemas entre ellos. No me interesa el trabajo policial, ni las pesquisas, ni lo que hay en la cabeza de un agente. Me importa saber por qué la gente hace las cosas como las hace, conocer los motivos de sus comportamientos.
¿Este mundo marginal tiene sus propios códigos de conducta?
Sí, pero en el fondo se trata de la misma ley que obedecíamos cuando éramos chavales. Tú nunca podías delatar a un amigo o fallarle. Todos los grupos sociales de entonces, las familias o las pandillas, creían en eso y desde ese punto de vista, mis personajes son un poco pandilleros y respetan la lealtad de los tres mosqueteros.
En algunos capítulos de la novela rompes el tiempo. En este sentido, ¿el lector debe poner mucho de su parte para recomponer el puzle?
Espero que el lector no tenga que trabajar mucho, pero creo que la novela ha de competir con otros medios como las series de televisión y las películas. Lo vemos en The Wire o Los Soprano, que hacen saltos temporales con frecuencia y el espectador los asume con naturalidad. Soy de la opinión de que la novela ha de probar estructuras y, como autor, me gusta arriesgarme.
En el telón de fondo de ‘Yo fui Johnny Thunders’ está Barcelona, ¿la ciudad condal es la más negra de España?
La verdad es que no lo sé. Barcelona es una ciudad fronteriza, en la que nunca ha existido un poder político fuerte y eso ha hecho que la gente se autorregule mucho. Ni la amo, ni la odio, me da igual. Además es muy literaria. El mismo Cervantes ya la cita en ‘El Quijote’. Lo que ocurre es que yo escribo novela de barrio y si viviera en Valencia o en Bilbao no creo que mis libros fuesen muy distintos.
Hacemos esta entrevista en el marco del festival Valencia Negra, ¿acudir a este tipo de certámenes es bueno para los escritores del género negro?
Sí, sí, es esencial porque escribir es un trabajo muy solitario y de esta manera contactas con los lectores. Tú metes un mensaje en una botella y lo tiras al mar y si alguien te dice que se ha leído tu novela se agradece mucho. Además, te juntas con los colegas, compartes problemas y novelas y eso es muy enriquecedor.
¿Por qué los editores promocionan tan poco a los escritores de novela negra?
En  realidad no sé si es una postura general, pero algunos editores tienen miedo de apostar, de pillarse los dedos con los autores. Supongo que estamos pagando una seria inflación de cierto divismo de autor y los que han comenzado a pagarlo son los artesanos, que somos los escritores del género negro. Cuando escribes una novela negra has de construir un instrumento que funcione bien, un reloj que dé la hora y eso tiene mucho de artesano y poco de divismo. Si tú no te crees un divo, nadie te va a considerar como tal e intuyo que nos movemos un poco por ahí.
La última por hoy: ¿estás ya embarcado en un proyecto literario nuevo?
Aparqué una novela hace tiempo y es muy probable que la retome y siga por ahí. Lo que no tengo tan claro es que vaya a ser negra.

Herme Cerezo/SIGLO XXI, 21/05/2014

SOBRE CARLOS ZANÓN
Carlos Zanón (Barcelona 1966). Empezó su carrera literaria como poeta. Ha publicado diversos libros de poemas, entre los que destacan ‘El sabor de tu boca borracha’ y ‘En el parque de los osos’. En el año 2004, consiguió el Premio Valencia de Poesía con su libro ‘Algunas ganas de olvidar a Gengis Khan’.  También ha escrito artículos de crítica literaria y musical y compuesto las letras de algunas canciones para el cantante Loquillo. Como autor de novela negra ha publicado ‘Tarde, mal y nunca’ (Premio Brigada 21, año 2009), ‘No llames a casa’ (Premio Valencia Negra 2013) y ‘Yo fui Johnny Thunders’.